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Alfonso Sánchez 'El Veneno': “Es un orgullo que el coro de Julio Pardo lo lleven ahora nuestros hijos”

Retrocarnaval

Fue testigo directo del esplendor de la modalidad del tango en el Carnaval de los 80, llegando a salir en grandes coros como ‘La banda municipal’ y ‘La tienda de la cabra’

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Alfonso Sánchez del Pino en la plaza de San Antonio el pasado jueves. / Lourdes De Vicente
J.m. Sánchez Reyes

24 de diciembre 2023 - 06:00

Estamos ante un corista que tiene mucho que decir sobre aquellos años del despertar del coro en la recuperación de la democracia y en el esplendor del Carnaval gaditano en los 80. Alfonso Sánchez del Pino ‘El Veneno’ dice que su primera intención fue formar parte en ‘Los dedócratas’ en 1977, pero, aunque ese grupo fue pionero en incorporar a personas de clases sociales que antes no habían participado en la fiesta y en el mismo salían algunos amigos, por no dar un disgusto a su padre decidió no integrarse. “En aquella época el Carnaval todavía no estaba bien visto para mucha gente. A él le gustaba, pero no le hacía gracia verme en lo alto de una carroza”, apunta.

También quiso salir en ‘Los plumeros’ en 1979, intención que tampoco cuajó. Pero a la tercera fue la vencida para integrarse en ‘La mascarada’ en 1980, que dio paso a la creación de una peña, “primero en Bendición de Dios y luego en Cervantes”. “Eran unos carnavales maravillosos. Salíamos a divertirnos. Cuando dijeron que pasábamos a la final fue como si hubiésemos ganado la Champions. En ese coro nació su apodo. “El coro ensayaba en el baluarte de La Candelaria, que estaba medio derruido y era donde guardaban los coches de caballos. Había unas puertas con unas bisagras muy grandes. Uno de nosotros, Alfonso Láinez, movió una puerta y se cargó una bisagra. Le dije ‘quillo, qué haces, que eres un asesino de bisagras’. Su respuesta fue ‘cállate Alfonso, que tienes venenos en las tripas’. A él se le quedó ‘El Bisagra’ y a mí ‘El veneno’ para toda la vida”.

En 1981 se mantiene el grupo para sacar ‘La mafia’, un gran coro que sin embargo se topó con el pelotazo de ‘Entre pitos y flautas’ de La Viña. “Estábamos todavía con los disfraces puestos en el gallinero. Y cuando se abrieron las cortinas y apareció el coro viñero le dije a los que estaban conmigo ‘qué revolcón nos van a dar esta gente’. Y así fue”. Alfonso se llevó a ‘La mafia’ a su hermano José Luis, que con los años se convirtió en autor y compartió el apodo con Alfonso. “Mi padre se cabreó tela. No solo salía yo en el Carnaval sino que también había tirado de mi hermano”, recuerda.

Alfonso Sánchez 'El Veneno', primero por la izquierda en el coro 'La mascarada'. / Kiki

Grandes años de Carnaval con el despertar del coro. “En el 81 hubo un récord de participación. Todos salíamos a divertirnos, nada que ver con lo de ahora. Daba igual si te daban el primero o te multaban por ser malo. Todo el mundo lo pasaba de lujo. Y te escuchaban en todas partes donde paraba la carroza. Ahora eso es imposible”, lamenta.

En 1982 ‘La mafia’ se rompió y Alfonso se quedó con la parte del grupo que hizo ‘Los blasones de Cádiz’, repitiendo en 1983 con ‘Salada claridad’, ambos coros finalistas. Tras un descanso en 1984 se apuntó en 1985 a un nuevo proyecto que resultaría todo un éxito, alcanzando el primer premio. “Fue un grupo nuevo con gente venida de distintos coros como el nuestro y otros chavales nuevos. Se sumaron coristas como Juan Rivero, Manolo Palacio ‘El Chino’, Emilio Santander, Manolo Hermida, Eduardo Bablé... Era ‘La banda municipal’, que se ideó en la heladería Venecia de Carlitos Ordóñez y ensayó en un local de mi padre en la calle María Arteaga”, expone.

"Salíamos a divertirnos. Daba igual si te daban el primer premio o si te multaban por ser muy malo”

Con un tango creado por El Noly, este joven coro “no tenía grandes pretensiones. De hecho, nunca creímos que podríamos ganar”. “Cuando yo vi a ‘El callejón de los negros’ de Pardo y Kiko Zamora pensé que nos iba a sacar un montón de puntos. En la final estuvimos ellos, nosotros y el coro de Puerto Real ‘Mi no comprender’. Un nivelazo. ¡Cómo para pensar en ganar! Pero lo logramos. Tuvimos la suerte de que en el jurado había gente que le gustaba el Carnaval. Ayudó mucho nuestro tango, hecho por mi hermano José Luis, ‘Dicen que presumimos’, y que llevábamos instrumentos de cartón que nos hizo un hombre en la plaza de la Oca, pero todos los sonidos eran con la boca. Una maravilla. Acabamos cantando en la escalerilla de Medicina”. Fue aquella noche en la que, una vez más, falló la RTVE y no se vieron en los hogares andaluces tres de los cuatro primeros premios de ese año: ‘La banda municipal’, ‘Entre rejas’ y ‘Radio Macuto’.

“Dejaron fuera a Julio Pardo con ‘La cueva de María Moco’ y a nosotros para echarnos a pelear"

Todo un primer premio de 1985 no repitió final en 1986 con ‘La posada del mesón’. “Dejaron fuera a Julio Pardo con ‘La cueva de María Moco’ y a nosotros para echarnos a pelear. Y a mí no me podían echar a pelear con el Gordo porque para mí era como mi hermano”. Y con su admirado Julio salió por primera vez dos años después en ‘La torcida’. “Era cuando El Quini nos quería echar a los leones por los instrumentos que llevábamos (risas). El Concurso fue en el Andalucía y el coro al final del popurrí se marchaba por el patio de butacas. Y yo me quedaba solo en el escenario como un tonto tocando las dos cajas rumberas, un cencerro y un plato”, señala.

Hasta 1993 no volvió a la senda del tango, pero el regreso no pudo tener mejor recompensa. “No recuerdo como fue, pero Julio Pardo, quizás una noche en el bar La Copla de Paco Rosado, me tiró la caña. Ensayaban en los cuarteles de Varela. Fui a ver cómo era eso y cuando lo escuché me dije: ‘esto es un pelotazo, de aquí no me muevo yo’. Y no me equivoqué”. En absoluto. El coro, ‘La tienda de la cabra’, no tuvo rival, y Alfonso lo considera “la obra cumbre de Julio, que sacaba ese coro con Antonio Rivas”. De ahí que decidiera no seguir para 1994 “porque, como le dije a él, ‘tú no tienes coj… de hacer esto más hasta dentro de cuarenta años y yo me quiero retirar con esto’. Ese es el mejor coro en el que he salido”.

"Fui a ver cómo era el ensayo de 'La tienda de la cabra' y cuando lo escuché me dije: esto es un pelotazo, de aquí no me muevo yo"

Habla y no para de este coro. “Me acuerdo de estar cantando en Sevilla, puede que fuera en algo organizado por Caja San Fernando o algo así. Llevábamos un tango, ‘Alguien me quiso contar’, que criticaba las excelencias de la Expo 92 celebrada allí un año antes y las comparaba con los encantos de Cádiz. Cuando el director, Juan Lucena, dio la orden de cantar el tango yo pensaba ‘aquí nos matan’. Pero fue todo lo contrario. Todo el teatro en pie tocando las palmas. Me pegué una ‘pechá’ de llorar. Eso se me quedó para toda la vida”.

Creía que su retirada era una realidad, pero su hermano le convenció para salir en ‘Carnavaleando’ en 1994 y con ‘El coro de los niños’ en 1995, ambos coros finalistas. “Volví a decir ‘no salgo más’, pero me enganchó otra vez mi hermano para salir en ‘La legión extranjera’ en 2014. Fue la única vez que canté en el Falla con mis hijos Alfonso y Carlos. Luego, mi amigo Kiko Zamora, con quien estuve antes en coros callejeros, me engatusó para salir en ‘Los palmeros’ en 2015. Y ahí sí me corté la coleta”.

Alfonso 'El Veneno', segundo por la derecha, junto a sus hijos, su sobrina y su hermano en el coro 'Le legión extranjera'. / Lourdes de Vicente

Ahora presume con orgullo de que su hijo Carlines es oficialmente uno de los autores del coro de Julio Pardo junior. “Siempre nos llaman a los antiguos componentes para ir a un ensayo. Fui el año pasado para ‘Los Martínez’ y me encantó un tango. Le pregunté a Julio Pardo padre de quién era la letra y me contestó que era de mi hijo. No me lo podía creer. Un orgullo que esté en mi coro y que escriba. Es maravilloso que ahora ese coro lo lleven nuestros hijos: el mío, el de Juan Lucena, Julito Pardo...”.

Dice que Julio Pardo “ha sido el más grande” de los coros en el Carnaval contemporáneo. Y que ahora “no aguantaría cuatro o cinco meses de ensayos ni muerto”. Esto viene al hilo para recordar “las palizas que nos daba Julio. Yo me he metido a ensayar un domingo a las 12 de la mañana y he salido a las diez de la noche. No sabía ya que hacer para parar el ensayo y descansar. Bueno, en verdad yo era un quemasangre con Julio, lo ponía en el palo. Reconozco que en los coros era muy travieso y hacía honor a mi mote de Veneno”.

“La mayor satisfacción ha sido encontrarme por el camino a tantos amigos. Tenemos hasta un grupo de WhatsApp los del coro ‘La mascarada’, fíjate”, señala visiblemente emocionado. Termina reconociendo que le hubiera gustado salir en el coro de La Viña, pero así “hubiera dado un disgusto al Gordo, que apreciaba mucho la fidelidad de los suyos”.

En el negocio de la construcción desde muy joven

Alfonso Sánchez del Pino nació el 9 de agosto de 1952 en la calle Marqués del Real Tesoro, aunque se mudó muy pequeño a la calle María Arteaga. Estudió primero en San Felipe de intramuros y luego fue a San Felipe Neri de extramuros. De allí a un internado salesiano en Utrera “a petición mía porque estaban muchos de mis amigos”. Se colocó en la empresa familiar de construcción y posteriormente se independizó en el mismo sector, jubilándose en 2015. Está divorciado en tres ocasiones y ahora tiene pareja, llamada Gema. Tiene tres hijos: Alfonso, Carlos y Tere. Y cuatro nietos: Carlos, Sua, Carmen y Alfonso.

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