Brasilia, una ciudad en la que el fútbol no despierta pasiones

Rafael Salido (Efe) Brasilia

15 de junio 2014 - 05:02

En Brasilia, donde Suiza y Ecuador protagonizarán su debut mundialista, el fútbol está lejos de ser una pasión.

La ciudad es el corazón administrativo del país, pero no su alma y eso, cuando se habla de fútbol, resulta evidente. Erguida de la nada en 1960, tiene sólo dos equipos con algún nombre en el fútbol nacional, el Gama y el Brasiliense. El primero juega en Segunda División y el otro en Cuarta, con lo que ni siquiera el que sería el clásico de la ciudad se juega habitualmente y, cuando se disputa no pasa de atraer unos 5.000 espectadores.

Por eso, la pasión por el deporte rey no está arraigada en la capital, aunque, gracias al Mundial, Brasilia cuenta con el tercer estadio más caro del mundo, el Mané Garrincha, con una capacidad para 70.000 personas y que ha costado 617 millones de euros.

Algunas banderas brasileñas engalanan con timidez tiendas y coches, pero, por lo demás, resulta difícil creer que la mayor fiesta del fútbol haya llegado a la zona.

Brasilia es una ciudad joven, de apenas 54 años. Una urbe nacida de la nada, con el fin de acoger al Gobierno nacional e ideada por el entonces presidente, Juscelino Kubitschek, quien la inauguró el 21 de abril de 1960. El arquitecto Óscar Niemeyer y el urbanista Lucio Costa desarrollaron el proyecto y diseñaron, en el centro de Brasil, una ciudad futurista, con la forma de un ibis, un pájaro que, según Costa, evoca la forma de una cruz, aunque para muchos es un avión.

El resultado fue una región fría, de grandes distancias y poco atractiva para ser caminada. Apenas hay sombras en las que cobijarse de un clima que puede llegar a dejar sin aliento. Para hoy se espera una temperatura en torno a los 21 grados y una humedad ambiental del 65 por ciento, elevada para esta época del año, cuando llega a caer a menos del 20 por ciento.

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