Simplemente glorioso

De infarto Los azulinos hicieron sufrir una vez más a sus aficionados pero un gol del pichichi Yordi abrió la lata y firmaron la permanencia Sin historia El partido estuvo marcado por la tensión y los nervios.

16 de junio 2008 - 08:00

Simple y llanamente glorioso, impresionante, trabajado, justísimo, merecido, mágico, indescriptible… El fútbol tenía que ser justo con la familia azulina, formada por técnicos, jugadores, aficionados y sí también consejeros y presidente, que ha sufrido como nunca esta temporada y lo fue.

En un Chapín con un aspecto digno de partido de Champions League porque estaba a rebosar con 18.136 almas en las gradas, el Xerez ganó al Elche y certificó su permanencia matemática en Segunda División gracias al gol de Yordi a la hora de juego.

La reacción del equipo de la mano de Esteban Vigo puede que escape a la lógica, pero para todos los aficionados xerecistas de verdad, su hazaña va a quedar subrayada con tinta gruesa y letras mayúsculas en el catálogo de la pequeña gran historia del club y además habrá que denominarla acto de fe. Al técnico malagueño le llamaron loco cuando en el día de su presentación dijo con total convencimiento aquello de “tengo más moral que el Alcoyano y nos vamos a salvar”. Han tenido que pasar muchas jornadas y meses de sufrimiento pero al final se ha producido el triunfo de la voluntad de él y de los suyos. Gracias, ‘Boque’ por obrar la gesta por segunda vez.

Además, la permanencia no podía certificarse de otra forma. Después de partidos no aptos para cardiacos, el último encuentro de Liga tenía que decidirse mucho más allá del sufrimiento imaginable. Los transistores echaron humo y el equipo estuvo en Segunda B durante un minuto, el que fue desde el 33 al 34 del choque, cuanto Racing, Córdoba y Cádiz ganaban. Menos mal que llegó el gol de Sendoa para poner las cosas en su sitio.

Quizás por esa costumbre a la agonía y a los goles al filo de lo imposible, el Xerez lo superó todo para doblegar a un Elche que intentó mantener su dignidad sobre el terreno de juego pero que acabó entregando la cuchara ante un rival lanzado, que perdonó ocasiones de todos los colores.

Los de Esteban, a quien hay que otorgarle gran parte de este éxito por la forma con la que ha conducido a este conjunto a un logro que tiene mucho de sí mismo, consiguieron una victoria de las que se fraguan con personalidad, aunque estuviese marcada por la tensión y los nervios por lo mucho que había en juego. La forma importa poco, lo que importa es que el Deportivo logró el octavo triunfo consecutivo en casa.

A los azulinos, por lo mucho que había en juego y por el calor, les costó meterse en el partido y no imprimieron al juego ese ritmo alto de encuentros anteriores en Chapín. Aún así, convirtieron pronto al meta Bouchard en el mejor de su equipo, ya que sacó un par de balones impresionantes a Pedro Ríos. Además, la primera parte se cerró con un cabezazo al larguero del colombiano Abel Aguilar que merecía haberse convertido en el 1-0.

Con la incertidumbre en el marcador y con la oreja pegadita a los transistores, arrancó un segundo periodo en el que la suerte estaba echada y las cartas marcadas. Ya no había marcha atrás, sólo restaban cuarenta y cinco minutos para la gloria o el infierno. Y todos lo sabían.

Pedro Ríos lo intentó otra vez con una buena jugada pero su tiro le salió cruzado. A renglón seguido llegó casi la única oportunidad de los ilicitanos. El estadio enmudeció y no respiró tranquilo hasta que comprobó como el balón de Chino Luna se marchaba por encima del larguero de Chema, que al final tuvo que ocupar la plaza de Porato.

Un minuto después, la locura. Yordi, ya con las fuerzas justas, se tiró con todo y a ras de suelo mandó al fondo de la portería un buen balón que le sirvió Viqueira. 1-0 y milagro conseguido.

Tras el gol, el partido era lógico que perdiera intensidad pero no por ello el Xerez dejó de fabricar oportunidades para sentenciar y evitar un final de infarto. Pero no pudo ser. Ni Antoñito, que estrelló otro balón en el palo, ni Marco Navas ni Yordi nuevamente pudieron marcar el 2-0.

La grada finalizó el partido entre cánticos y celebraciones, con ganas de poner el punto y final a una temporada llena de sufrimientos pero también de grandes alegrías, como la de ayer, que sirvió para demostrar que la afición azulina se ha hecho mayor, ha madurado y merece estar en el cielo futbolístico, Primera.

Para colmo, la alegría fue completa, aunque no es de ser excesivamente deportivos el alegrarse de la desgracia ajena. En plena invasión de campo y en plena celebración, el estadio volvió a cantar casi igual de fuerte que con el gol de Yordi. La fiesta xerecista fue completa. Abraham Paz fallaba en esos momentos en el Rico Pérez un penalti que significaba mandar a su equipo a Segunda B. Qué le vamos a hacer, así es la vida de dura...

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