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Tribuna Económica

El autor Gumersindo Ruiz analiza el trabajo dirigido por el profesor Majid Ezzati, del Imperial College, sobre análisis de cien años de mediciones de la altura de las personas en el mundo.

Gumersindo Ruiz

02 de agosto 2016 - 09:53

POCOS trabajos he encontrado últimamente tan apasionantes como el dirigido por el profesor Majid Ezzati, del Imperial College, analizando cien años de mediciones de la altura de las personas en el mundo. Aunque la altura es una de las características humanas más vinculadas a la genética, y por tanto heredable, los cambios que se han dado en las últimas décadas, y que se siguen dando, en la altura media de hombres y mujeres, se relacionan con la mejora en las condiciones de vida. Esta cuestión no es simple de determinar, pues la estadística de la altura humana es muy compleja, y en ella influyen las migraciones que mezclan personas más altas y más bajas; o los grupos de edad, de manera que encontramos media de gente muy joven en España y en Andalucía de una talla similar a la de países con gente más alta, pero esto no es así cuando tomamos datos medios donde está la gente mayor. La nutrición y los hábitos de vida también influyen, y no sólo en los primeros años de vida, sino principalmente en la adolescencia. Además, las tendencias de crecimiento tienen un límite; en algunos países se producen crecimientos sorprendentes en unas pocas décadas -como Japón, pero sobre todo Corea del Sur e Irán-, y en otros revierte y la gente ya no es tan alta, como ocurre con Estados Unidos. El trabajo del profesor Ezzati recoge todas estas variables, con mediciones realizadas por los equipos que coordina en todo el mundo, y además incluye datos sobre la forma en que evoluciona el cuerpo humano. Sabemos, entre otras muchas cosas, que hoy los más altos del mundo son los hombres holandeses con 1,825, y las mujeres de Letonia 1,681 de media, y que pese a cambios en los rankings, las diferencias entre los más altos y los más bajos, se mantienen a lo largo del tiempo.

En España la estatura media es de 1,731 para los hombres y 1,631 para las mujeres, pero los jóvenes entre 15 y 24 años son más altos, 1,766 y 1,680, respectivamente. Los datos del trabajo de Majid Ezzati dan una altura media general algo superior, de 1,75 y 1,65, y señala que España es uno de los países donde continúa el crecimiento, aunque pareció que se detenía e incluso bajaba al incluir inmigrantes de tallas más bajas. Ésta es una de las dificultades para medir a nivel regional, por los intercambios y migraciones internas que se producen. Las diferencias regionales fueron exhaustivamente analizadas en su día por la profesora Gloria Quiroga, que llegó a conclusiones muy interesantes sobre las mediciones en el servicio militar, concluyendo que en Andalucía, donde la talla era más baja, se había producido en los jóvenes una convergencia con regiones españolas, como Cataluña o el País Vasco, donde eran más altos.

Dejando a un lado el interés de este trabajo para las industrias que necesitan tener en cuenta la estatura de las personas y sus dimensiones, se trata de una extraordinaria forma de mirar el progreso de la humanidad, pues la altura media se relaciona positivamente con una mayor esperanza de vida. Las diferencias permanecen a lo largo del tiempo, pero tenemos pruebas de que el progreso económico y los hábitos de vida influyen en la mejora del crecimiento medio de poblaciones concretas.

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