La huelga indefinida convocada por la Plataforma para la Defensa del Sector de Transporte de Mercancías en protesta por el precio del gasóleo y mejoras laborales se ha saldado ya con los primeros cierres en fábricas del sector alimentario y la ralentización general de la producción, con consecuencias directas en el bolsillo del ciudadano que cada día tiene que comer: alza evidente de los precios y desabastecimiento pronunciado de alimentos en los supermercados. Esta huelga entra en escena en un momento especialmente delicado con las consecuencias en la economía derivadas de la guerra de Ucrania y cuando aún España arrastra el lastre de la pandemia en sus cuentas.
Los transportistas en paro consideran que la situación actual del sector es "gravísima", con una condiciones laborales "inadmisibles" y denuncian que el 90% de las empresas de transporte están "en una situación de quiebra total".
El Ministerio, por el momento, no atiende sus demandas. Sin acercamiento de posturas los ciudadanos tienen ante sí un horizonte preocupante que les hace cuestionarse si mañana podrán adquirir en las lonjas o el supermercado los alimentos y productos necesarios y a qué precio habrá que pagarlos.