Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Política decente
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intentó ayer de nuevo de calmar a los mercados en un fugaz y polémico viaje a Bruselas y Estrasburgo en el que obtuvo palabras de confianza de las instituciones europeas en otra jornada turbulenta para la economía italiana. Roma apuesta por que el último plan de ajuste que aprobará hoy definitivamente la Cámara de los Diputados ayude a aliviar la presión sobre la deuda italiana.
El déficit público italiano es el segundo más bajo de la UE tras el alemán, las familias italianas están ahorrando y las empresas conteniendo su déficit, dijo Berlusconi en Bruselas en una comparecencia junto al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en la que Il Cavaliere no admitió preguntas . El encuentro con Van Rompuy primero y después en Estrasburgo con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el presidente de la Eurocámara, el polaco Jerzy Buzek, levantó polémica en Italia, ya que fue establecido el mismo día en que el jefe del Gobierno italiano debía declarar en Nápoles en un juicio.
Mientras Berlusconi defendía la solidez de la economía italiana, Italia vivió otra jornada de sobresaltos en los mercados, con la prima de riesgo de su deuda en 400 puntos básicos, muy próxima al máximo desde la creación del euro y con una subasta de bonos en la que fijó una rentabilidad récord del 5,6%. En el mercado de obligaciones, circuló por la mañana el rumor de que Italia pidió a China que le compre su deuda pública. El propio Gobierno italiano desmintió horas después esta petición, aunque admitió que ha mantenido conversaciones recientemente con un fondo soberano chino (CIC) a propósito de inversiones industriales.
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