Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Washington/El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reprochado a las autoridades de los países avanzados falta de voluntad política y de capacidad para conseguir apoyos que permitan tomar las medidas que la crisis financiera exige. En su informe sobre la Estabilidad Financiera Global, la institución cifra en aproximadamente en 300.000 millones de euros el impacto que han tenido en los bancos de la Unión Europea (UE) las tensiones en torno a los problemas de la deuda soberana en los países de la zona euro desde que esta crisis comenzara en 2010, de los que alrededor de 100.000 millones de euros corresponde a la exposición interbanciaria.
El FMI también advierte de que la crisis financiera ha entrado en una nueva fase "política" que exige esfuerzos "coherentes y creíbles" por parte de las economías avanzadas para aplacar los temores de los mercados. "Una serie de choques ha sacudido recientemente el sistema: nuevas turbulencias en los mercados provenientes de la periferia de la zona del euro, la rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos y señales de una desaceleración económica", dice el informe. A este respecto, critica que "las autoridades políticas en estas economías avanzadas aún no hayan logrado un respaldo político amplio para afianzar lo suficientemente la estabilidad macrofinanciera" y, por ello, "los mercados han empezado a cuestionar la capacidad de dichas autoridades para tomar las medidas necesarias".
El Fondo valora los acuerdos de la cumbre de la Eurozona de julio pasado y los anuncios del Banco Central Europeo como pasos hacia "el fortalecimiento" de la gestión ante la crisis de la deuda. Sin embargo, subraya que es "de vital importancia garantizar que estas medidas se pongan en práctica sin demora" y "considerar medidas adicionales". Asimismo, precisa que es posible que "algunos bancos necesiten más capital" y que "los más débiles tengan que ser reestructurados o sometidos a un proceso de resolución".
"Efectos secundarios"
Según los cálculos del FMI, los efectos secundarios de la exposición de los bancos europeos a la deuda soberana griega, el "epicentro" de esta crisis, han ascendido hasta casi 60.000 millones de euros, mientras que el contagio de la situación a Portugal e Irlanda ha supuesto 20.000 millones euros para las entidades europeas.
Por su parte, la presión de los mercados sobre Bélgica, Italia y España ha elevado la cantidad del impacto que tiene la crisis de deuda soberana en los bancos europeos hasta los 200.000 millones de euros. Asimismo, si se añaden las exposiciones a otras entidades financieras euros, en las que los precios de los activos se ha depreciado de forma paralela al incremento de las preocupaciones soberanas, los efectos totales estimados alcanzarían los 300.000 millones de euros. "Aunque estas cifras se basan en evaluaciones del mercado sobre el riesgo de crédito, lo que puede reflejar un cierto grado de desviación, los problemas subyacentes que ponen de relieve son reales", agrega.
"Círculo vicioso"
El FMI destaca que acontecimientos como las nuevas turbulencias en los mercados procedentes de la periferia de la zona del euro, la rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos por parte de Standard & Poor's y las señales de una desaceleración económica han sacudido recientemente al sistema financiero mundial. En concreto, advierte de que en la zona euro las presiones soberanas amenazan con "reactivar un círculo vicioso entre el sistema bancario y la economía real". Según el FMI, pese a las "importantes medidas" adoptadas, las diferencia políticas "dentro" de las economías que están aplicando los ajustes y "entre" las economías que proporcionan apoyo han impedido el logro de una solución duradera.
Además, advierte que el hecho de que en algunas economías los bancos ya hayan perdido acceso a los mercados de financiación privada eleva el riesgo de un desapalancamiento más pronunciado, de una contracción del crédito y de nuevos obstáculos a la actividad económica, "a menos que se tomen medidas adecuadas para abordar las fuentes del riesgo soberano y para subsanar las consecuencias potenciales para el sistema financiero". En este sentido, recalcó que las prioridades en las economías avanzadas deben centrarse en hacer frente al legado de la crisis y concluir las reformas de la regulación financiera "lo antes posible" para mejorar la capacidad de resistencia del sistema.
Así, reclama "soluciones de política coherentes" para reducir los riesgos soberanos en las economías avanzadas e impedir el contagio y, más concretamente, que la eurozona ponga en práctica "sin demora" los acuerdos del 21 de julio y considere medidas adicionales sobre gobernanza económica y financiera. En el caso del sector financiero, incide en la necesidad de sanear los balances de los bancos y la creación de reservas de capital adecuadas que pueden ayudar a romper el vínculo entre el riesgo y los bancos. Además, señala que las necesidades de capital dependerán en parte de la credibilidad de las políticas macroeconómicas de los países.
Por otro lado, exige que la reforma financiera se defina "lo antes posible" y se implemente de manera "uniforme" a escala internacional, lo que incluye finalizar el acuerdo de Basilea III y decidir el tratamiento que se le dará a las instituciones financieras de importancia sistémica.
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