Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Una prolífica carrera
A tres días de la proclamación de la República, un 11 de abril de 1931, veía la luz en Rota José María Ruiz-Mateos, hijo de Zoilo Ruiz-Mateos y de Encarnación Jiménez de Tejada. Fue bautizado, casi un mes después, en la parroquia de Nuestra Señora de la O, de la Villa, con el nombre de José María Alfonso Isidoro de la Santísima Trinidad. A los pocos años, unos brotes de tuberculosis aconsejaron a los padres enviar a su hijo a Ronda para recuperarse en un clima más adecuado junto a sus abuelos. En la localidad serrana de la provincia de Málaga estudió el bachillerato en el colegio de los Salesianos.
Cuando Zoilo padre se traslada y comienza sus negocios en Jerez, José María ya tiene catorce años. Su progenitor decidió dejar su Rota natal, donde regentaba una pequeña bodega comprada por su abuelo Manuel Ruiz-Mateos Bejarano a mediados del siglo XIX, para fundar una bodega en Jerez con su nombre 'Zoilo Ruiz Mateos S.A.' y batirse el cobre con las grandes casas del vino jerezanas.
José María era el tercero de seis hermanos en la línea de sucesión, pero desde pequeño ya mostró maneras de su vocación: en su mundo infantil, creó su primera 'empresa'. La llamó por sus iniciales, 'Jomaruma', y la llenó de contenido prestando pequeñas cantidades a sus hermanos y amigos.
Tras su paso por la Escuela de Comercio de Jerez, el adolescente José María se dedicó por entero al negocio de su padre Zoilo. Hizo de corredor de las bodegas, visitas a los clientes y encargo de pedidos. Era consciente de que podría dar un fuerte impulso a los negocios de su padre, aunque reconocía que un simple profesor mercantil no podría enfrentarse a las grandes bodegas de Jerez. Y se puso a pensar.
La clave se la daría RicardoMolina Aicardo, a la sazón director del Banco de Bilbao en Jerez: Molina le comentó que los ingleses de Harveys, una de las primeras firmas de vino del mundo que representaba el 10 por ciento del comercio mundial del jerez, buscaban un proveedor solvente. "Sabía -recordaba José María- que sólo podría luchar contra unos fuertes competidores con la exportación, no el almacenado. Entonces,había once casa de Jerez abasteciendo a Harveys, pero no fueron capaces de mantenerlo. Harveys buscaba un administrador en exclusiva. Con la ayuda de un diccionario de inglés, les envié una treintena de cartas. A la número 37, Harveys desplazó a Jerez a sus expertos".
27 de junio de 1958: José María Ruiz-Mateos se casa con una joven de familia de abolengo en Jerez, María Teresa Rivero y Sánchez Romate. El matrimonio hizo a los pocos días las maletas y se fueron a pasar quince días de luna de miel en Mallorca. Nunca pensaría la sorpresa que le aguardaba. Su padre Zoilo interrumpió el viaje de boda para comunicar a la pareja que había recibido una comunicación desde la central de Harveys of Bristol en la que la compañía del BristolCream avisaba de su intención de venir a Jerez a conocer las instalaciones del negocio y estudiar la oferta de suministro de vino que, en un torpe inglés, les había hecho llegar José María. Era el 3 de julio de 1958.
En meses posteriores a la visita, el presidente de Harveys of Bristol, George MacWatters, y la familia Ruiz-Mateos sellaban el acuerdo de suministro: primero se convino durante un año, con tan buenos resultados que, un año después, se amplió a tres y luego a diez. Aquello marchaba.
Un día, los británicos se plantearon hacer un contrato de por vida: los Ruiz-Mateos serían los proveedores de jerez en exclusiva para Harveys, que embotellaría en Bristol con sus marcas. Sería de 99 años, ya que la legislación inglesa no permitía un contrato de más larga duración. A este contrato se le llamó el "Acuerdo de los cien años", el germen de la futura Rumasa, un envidiable contrato a los ojos de sus enemigos, que despectivamente se referían a Ruiz-Mateos como el 'Niñato de Rota' o el 'kartoffeln' -patata en alemán-. El acuerdo con la casa británica, en cualquier caso, le abrió las puertas para una incansable y frenética compra de empresas y sociedades, pues le proporcionaba unos 600 millones de pesetas anuales de 1960.
Un buen día, le dijo a su cuñado Luis Barón Mora-Figueroa: "¡Oh, haremos grandes cosas, nada ni nadie puede detenernos! Primero iremos a Madrid, luego a Londres; me gustan los ingleses; y, por fin,daremos el salto a Ámérica." La abeja había comenzado a volar.
José María no se amilanó cuando en 1965, la familia Showering entró a controlar Harveys y decidió romper el contrato de suministro. Desde esos años y hasta 1983, Ruiz-Mateos consiguió construir a base de compras frenéticas de bodegas, bancos y todo lo que se le pusiera por el camino el primer 'holding' financiero y empresarial del naciente estado tecnocrático franquista. El holding privado más importante de España tenía su imagen: la Virgen del Perpetuo Socorro.
Y el símbolo, la abeja encerrada en su panal: "La adopción del hexágono y la abeja como imagen gráfica fue para Rumasa un acierto indiscutible, porque los numerosos puntos de unión entre el complejo mundo de las abejas se aglutinaba con el activo y dinámico quehacer de nuestra empresa. En amplitud, Rumasa refleja la constancia, eficacia y actividad que le son características ensu símbolo. La laboriosidad que las abejas manifiestan en su colmena". José María Ruiz-Mateos, protector o represor, ángel o diablo, según se pregunte a sus empleados, era el máximo exponente de lo que se llamó entonces 'paternalismo laboral'.
Quiso ser un protector de la ciudad para aliarse con sus competidores e impulsó numerosas obras, escuelas y hasta un polideportivo que sigue llevando su nombre. En lo interno, los sueldos eran austeros pero los trabajadores estaban cubiertos en lamayoría de las necesidades.
Tanto es así que construyó viviendas para sus empleados y para curtirlos en el espíritu moral de la empresa, creó una fundación que formó a varias generaciones de hijos de trabajadores. Y en verano, los empleados disponían de manera exclusiva y a un precio de risa (unas 1.700 pesetas la quincena por cabeza, incluyendo comida) del hotel de Torremolinos.
Miles de familias jerezanas soñaban con conseguir que sus hijos metieran cabeza en Rumasa. Era un seguro de vida, el futuro. Otras prácticas, que para muchos no quedan siquiera en anécdota, llegan hasta la religiosidad. Se decía que aquel que asistiera a misa cada domingo en San Francisco recibiría una gratificación de cincuenta duros y un vale para desayunar, y uno de los directivos controlaba la asistencia a misa.
No en vano, Ruiz-Mateos fue miembro muy activo del Opus Dei hasta que fue expulsado en 1986 por unas declaraciones que realizó, al hilo de sus teorías de la conspiración en su contra, al entender que le habían traicionado.
A raíz de la expropiación, y después de pasar una temporada en la cárcel, el fundador de Rumasa volvió a la vida pública a finales de los ochenta y creó el partido político Agrupación Ruiz-Mateos, llegando a conseguir en 1989 dos parlamentarios europeos. Y en las generales, rebasó los 200.000 votos, pero no logró ningún escaño en el Congreso de los diputados.
En 1991 se convirtió en el propietario del equipo de fútbol Rayo Vallecano.
Son muchas las sentencias sobre el caso Rumasa, entre ellas, la que en en 2005 emitió la Audiencia Provincial de Madrid y en la que lo condenó a una pena de tres años por un delito de alzamiento de bienes en la venta del inmueble de la sociedad Mundo Joven en Madrid. El patriarca de los Ruiz-Mateos ingresó en prisión por este delito en 2007.
En enero de 2010, Ruiz-Mateos se ve impedido a salir de España tras retirársele el pasaporte y se ve obligado a personarse en el juzgado cada dos semanas por una acusación de supuesta estafa de 7,3 millones de euros, en la compra de dos hoteles en Mallorca.
Un mes después, José María Ruiz-Mateos comparecía en rueda de prensa para anunciar la solicitud del preconcurso para diez de las principales empresas de Nueva Rumasa (Clesa, Garvey, Hotasa, Dhul, Elgorriaga, Hibramer, Trapa, Carcesa, Quesería Menorquina y Rayo Vallecano). Agotado el crédito y después de que los bancos le cerrarán otras vías de financiación, a la familia no le quedó otra opción que acudir al concurso de acreedores y vender, posteriormente, el grupo empresarial por un precio irrisorio al 'liquidador' de empresas Ángel de Cabo.
Ya en 2012, la Audiencia Nacional emitió un auto en el que señala que la familia Ruiz-Mateos utilizaba el dinero de Nueva Rumasa para aportar capital a sus sociedades patrimoniales y mantener así su "alto nivel de vida". En el camino, los Ruiz-Mateos lanzaron varias emisiones de pagarés para financiar su actividad empresarial y por las que se cuentan miles de afectados.
Hoy día, dos de sus hijos. Javier y Álvaro, se encuentran en la prisión de Navalcarnero, por el impago del IVA en la venta de um hotel en Peñíscola y transferir parte del importe a una cuenta suiza radicada en Belice.
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