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Los idiomas como herramientas económicas

Un dominio elevado de la lengua inglesa resulta fundamental para ejecutar una investigación científica y para relacionarse en el mundo de los negocios

Los idiomas como herramientas económicas
Rogelio Velasco - Catedráticoc

09 de marzo 2024 - 06:00

LAS lenguas son las herramientas que utilizamos los humanos para comunicarnos. Es ampliamente aceptado por los antropólogos que la lengua oral precedió a la escrita, inventada en Sumeria y, más tarde, en Egipto.

En ambos casos, el lenguaje escrito se utilizó para llevar a cabo tareas complejas. Los grandes zigurats en Babilonia y las pirámides en Egipto fueron obras de enorme envergadura que necesitaban contar con instrucciones escritas precisas para llevar a cabo semejantes tareas.

En las sociedades modernas, los países se relacionan y entienden gracias a las miles de lenguas que hablamos los humanos.

Modernamente, cuatro idiomas son los más hablados: inglés, chino, hindi y español, incluyendo en cada uno a la población nativa y no nativa, aunque considerando solo a los nativos, el chino y el español encabezarían la clasificación. Esta secuencia, se mantiene también si consideramos a los idiomas más usados en internet.

Este mayor uso de algunas lenguas intensifican sus diferencias si consideramos determinadas tareas y actividades que resultan fundamentales hoy para relacionarnos con personas de otros países.

En el ámbito científico, más del 90% de los artículos publicados en revistas internacionales se hace inglés. Esta abrumadora diferencia se repite en el ámbito económico y en el mundo de los negocios.

Por estas razones, contar con un dominio elevado de la lengua inglesa resulta fundamental para llevar a cabo investigación científica y para poder relacionarse en el mundo de los negocios en otros países.

Definir una lengua comprensible para ambas partes resulta ser uno de los primeros requerimientos para un empresario que pretenda proyectar su negocio más allá de sus fronteras lingüísticas; y, en sentido inverso, cabría decir que la disparidad de lenguas constituye uno de los obstáculos que debe superar todo agente que opere en un marco internacional.

Sin transacciones no existe vida económica; y sin la capacidad de comunicación que proporciona una lengua, cualquiera que ésta sea, las transacciones serían imposibles.

No son solo las nuevas tecnologías las que están permitiendo un mayor contacto con el inglés. Ese mayor contacto está produciendo una expansión del vocabulario, una mejora de la comprensión y una mayor motivación, que no obstante, puede derivar en una sobrestimación del conocimiento por parte de los alumnos y una subestimación de la necesidad de aprender.

El mayor contacto fuera del aula difiere notablemente entre los alumnos, por razones geográficas, socio-económicas y culturales.

A pesar de las diferentes formas de organizar la enseñanza del inglés en las escuelas, profesores y alumnos comparten las dificultades de aprender el idioma. Y la forma de enseñar y aprenderlo varía muy notablemente entre diferentes países, tanto en la edad a la que empiezan los estudiantes, como a la intensidad de la enseñanza. También la autonomía de las escuelas y profesores presentan diferencias muy elevadas. Otras diferencias se refieren a los recursos que se usan, como el número de horas en las que se imparte inglés o los programas de intercambio de alumnos en otros países de habla inglesa, normalmente utilizando el apoyo de las autoridades educativas nacionales o regionales. El uso de tecnologías digitales es cada vez mas frecuente como forma de apoyar el aprendizaje del idioma. Sin embargo, una nueva tecnología no funcionará si no cambia el método de enseñanza.

La reducción del número de alumnos por clase puede facilitar el aprendizaje. No obstante, tampoco funcionará si no va acompañado de cambios en la metodología docente.

En un estudio llevado a cabo por la OCDE sobre la difusión de los idiomas, el inglés aparece como el más utilizado en el mundo. Se incorpora en la vida de la gente joven a edades cada vez más tempranas y lo hacen no solo desde la escuela, sino también desde la TV, ordenadores y teléfonos móviles. Sin embargo, a pesar de su creciente importancia dentro de la política educativa, poco sabemos de la forma como se aprende y se enseña a nivel internacional.

Finlandia, Grecia, Israel, Holanda y Portugal componen los países analizados por la OCDE y se ponen de relieve características específicas de cada país en el aprendizaje del inglés.

Finlandia ha desarrollado un fuerte conocimiento del idioma investigando qué técnicas funcionan y cuales no. Cambian la metodología cuando esta no funciona.

En el caso griego, además del aprendizaje en la escuela, muchos estudiantes toman clases privadas con el objetivo de obtener un certificado oficial que les abra posibilidades en el mercado de trabajo.

En Israel se ofrece a los estudiantes unos cursos estándar, además de uno especial que permite obtener un certificado más exigente para relacionarse internacionalmente.

En Holanda existe un programa bilingüe muy asentado y extendido que permite a los alumnos acabar el bachillerato bilingüe.

Y en Portugal, a través de programas muy activos en las escuelas, que persiguen que los alumnos lleven a cabo varios tipos de actividades curriculares que mejoran sustancialmente el conocimiento del inglés.

No hay, pues, una sola forma de enseñanza del inglés. La metodología debe adaptarse al entorno concreto del país. Pero lo que aplica en todos los casos es utilizar la evidencia derivada de estudios científicos para mejorar la metodología y el conocimiento del inglés.

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