Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
En momentos críticos como el actual es cuando más decididos debemos ser los profesionales que nos dedicamos al asesoramiento financiero. ¿Qué hago con la que está cayendo?, nos preguntan. Sabemos que estamos en una situación insólita: desplome de los mercados de renta fija y renta variable; una inflación instalada como compañera de viaje, el alza de tipos de interés, la consecuencia de distintas crisis...
Sabemos que no es la primera vez que esto sucede, pero estas situaciones no siempre son fáciles de digerir. Aun así, ¿podemos plantearnos ahorrar o invertir? La respuesta es sí, si está dentro de nuestras posibilidades. Es una cuestión de ser metódico, de marcarse unos objetivos a largo plazo y de priorizar.
Para los que empiecen de cero, incluso para los que llevan tiempo, permítanme unos consejos. Nos preguntan: ¿cuándo es el mejor momento de empezar a ahorrar? Sin duda, les diría que al cobrar la primera nómina. Y el segundo día, hoy mismo. Es decir, no hay excusas, no aplacemos la decisión, por muy pequeña que sea la cantidad.
El segundo consejo es una cuestión de concepto. Normalmente solemos ahorrar después de cobrar y gastar, con lo que nos sobra. La clave es precisamente hacerlo tras cobrar la nómina, apartando una cantidad mensual, como si fuera un recibo más. Es algo así como pagarse a uno mismo.
El tercero nos lleva a automatizar el ahorro como antídoto contra las excusas y la procrastinación. Si programamos por ejemplo una transferencia con una cantidad periódica cada mes, nos será más fácil interiorizar ese hábito.
Un cuarto consejo tiene que ver con nuestras emociones. Detrás de nuestro dinero hay sacrificios e ilusiones. Si lo personalizamos, estaremos mucho más motivados para conseguir ese objetivo. Es decir, ahorrar para los estudios universitarios de nuestros hijos es un fin en sí mismo. Si renombramos ese objetivo y hablamos de la Universidad de Pablo, el incentivo será mayor.
Sin duda este es un consejo clave: pongamos nuestro dinero a trabajar. El ahorro aparcado durante años es sinónimo de pérdida de poder adquisitivo por efecto de la inflación. Hoy más que nunca. Cómo invertirlo y qué instrumentos de inversión utilizar dependerá de la planificación financiera que definamos junto a nuestro asesor en función de nuestro perfil de riesgo, nuestros objetivos, nuestras circunstancias personales o familiares, de cuándo queramos disponer de ese ahorro…
En el contexto actual, incluso a pesar de tener un plan, la acumulación de noticias negativas puede arrastrarnos a tomar decisiones emocionales que pueden acabar perjudicándonos. Por eso es importante mantenerse firme y fiel a la hoja de ruta que nos hayamos trazado. En ese propósito es clave un profesional que nos aporte serenidad, experiencia, conocimiento y una visión objetiva.
Por lo tanto, ¿podemos ahorrar o invertir? La respuesta es que sí; si se puede, se debe. Las circunstancias del momento no pueden arruinar nuestros objetivos a largo plazo. Las turbulencias, una vez más, pasarán. En cambio, nuestras metas seguirán más vivas que nunca. Mantengamos el rumbo.
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