La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Dónde está el listón de la vergüenza?
El presidente de PwC España, Gonzalo Sánchez, ha presentado el informe "Unión Bancaria, un clima de cambio", elaborado por PwC y en el que se considera a los bancos como pieza clave para la recuperación económica.
Sánchez destacó hoy el papel fundamental del sector financiero para afrontar los graves efectos de la invasión de Ucrania; especialmente humanitarios, pero también económicos, que están empeorando el panorama en el que conviven, dijo, empresas y sociedad.
“Tanto el sistema financiero como las instituciones han sabido responder al reto ejerciendo un rol clave de soporte a la economía española con las moratorias y el mantenimiento de una política prudente sin un cierre abrupto del crédito. En estos momentos de incertidumbre, las entidades financieras son una parte importante y necesaria de la solución”, subrayó.
Gonzalo Sánchez ha hecho este diagnóstico durante el acto de presentación del informe "Unión Bancaria, un clima de cambio", elaborado por PwC y que ha contado con la presencia de la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado.
Para el presidente de PwC España, "hemos pasado de un contexto en 2019 de crecimiento moderado, pero de entorno estable y más bien predecible; a otro completamente distinto, de mucha mayor debilidad e incertidumbre económica, especialmente, para algunos sectores concretos en los que la pandemia y la crisis de Ucrania han impactado de una forma más brusca, como el turismo, el transporte o el comercio”.
Gonzalo Sánchez ha expresado su deseo de que “sepamos reaccionar a un entorno que seguro será difícil de navegar, con agilidad, con diligencia y responsabilidad grupal. Para que los sueños se cumplan necesitaremos tener muy presentes tres palabras que siempre han sido la clave de las historias de éxito personales y profesionales: el esfuerzo, el compromiso y la determinación”.
Y en este sentido ha indicado que se contará “con los bancos como pieza clave para la recuperación económica. Como decía al inicio, las entidades financieras deben seguir siendo una parte fundamental y necesaria para la solución”.
El estudio concluye que la situación generada por la invasión rusa de Ucrania y el crecimiento de la inflación están agudizando el escenario de incertidumbre permanente en el que vive el sector financiero, que tiene la atención puesta en el riesgo de crédito y en la evolución de una morosidad, de momento, contenida.
El documento considera que, aunque la exposición directa a la invasión de la economía española y del sistema financiero parecen muy limitadas, su impacto indirecto sí podría llegar a tener efectos perjudiciales.
La amenaza de un empeoramiento de la inflación, que podría llegar a estrangular el crecimiento económico, hace que no se pueda descartar un incremento a medio plazo de la tasa de morosidad y del coste del crédito, sobre todo, en los sectores más afectados, como el del transporte.
La crisis puede también retrasar las expectativas de una subida de los tipos de interés oficiales en la zona euro, “que supondría una inyección a las cuentas de resultados de las entidades financieras”.
A estos dos factores se unen, además, el control riguroso “que deben hacer los bancos sobre el cumplimiento de las sanciones impuestas por la Comisión Europea a Rusia y Bielorusia -muchas de ellas vinculadas a transacciones financieras-”.
El informe "Unión Bancaria, un clima de cambio" hace balance del impacto de la pandemia en el sector financiero y concluye que los efectos del coronavirus están siendo relativamente limitados. La morosidad no se ha disparado, ni en España ni en la Unión Europea, aunque habrá que esperar todavía a la finalización del periodo de carencia de los préstamos avalados por el ICO.
La pandemia, “muy al contrario”, ha tenido su cara para el sector financiero y para las autoridades europeas que han sido capaces de desbaratar el paradigma de la crisis financiera de 2008-2013 y articular medidas para que las empresas y los particulares se recuperen del colapso sanitario, social y económico.
El documento también analiza otros factores estructurales que están empujando el cambio en el sector. Entre ellos el desafío de la sostenibilidad como uno de los grandes retos que emergen en el horizonte cercano de la banca.
La presión regulatoria y supervisora para que las entidades financieras adopten cuanto antes los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) es cada vez más intensa. “En esa estrategia están comprometidas las principales instituciones europeas”, indica.
La Comisión Europea, en su último paquete bancario, promueve la integración acelerada de los factores y riesgos ESG en todos los procesos de la regulación y la supervisión prudencial, así como en la gestión de riesgos de los bancos.
La Autoridad Bancaria Europea (EBA) y el Banco Central Europeo (BCE) han establecido requerimientos de reporting de sostenibilidad muy exigentes para homogeneizar la información que las instituciones financieras ofrecen al mercado.
El Mecanismo Único de Supervisión (MUS) también ha apuntado la falta de progresos en materias como la identificación de los riesgos medioambientales a través de indicadores clave. Y el propio supervisor europeo está realizando en 2022 una prueba de resistencia climática, de carácter experimental, pero cuyos resultados podrían tener reflejo en el requerimiento de capital del examen supervisor anual.
También aborda el estudio la eclosión de los criptoactivos, ya que otro elemento es la irrupción en el tablero de los mercados financieros de nuevas dinámicas de negocio. Es el caso de los criptoactivos, que se están afianzando como un potencial nicho de rentabilidad para el sector, pese al recelo inicial de las entidades financieras.
Ante la ausencia de reglas del juego y los consecuentes riesgos de conducta y de reputación, el mercado sigue dominado por los "exchanges" (plataformas online especializadas de depósito e intercambio). Sin embargo, los bancos tradicionales observan la inversión en criptoactivos con creciente interés, por sus elevados beneficios y por la demanda que detectan entre sus clientes, sobre todo, entre los más jóvenes y los de mayor capacidad económica.
Por otra parte, los supervisores llevan años señalando el blanqueo de capitales y la financiación al terrorismo como un importante riesgo potencial para las entidades financieras.
Ahora, dice el estudio, la amenaza ha dejado de ser potencial y se ha convertido en un peligro real (dos de los seis bancos liquidados en Europa en los últimos años lo han sido por este motivo), que impacta en la solvencia de algunas entidades y que puede llegar a poner en peligro la estabilidad del sistema financiero europeo.
Un fenómeno que es global y de grandes dimensiones. Las Naciones Unidas estiman que, cada año, se blanquean 1,6 billones de dólares (el 2,7% del PIB mundial). En Europa, las transacciones sospechosas se elevan a 133.000 millones de euros, según la Comisión Europea.
Finalmente, la presión regulatoria y supervisora se mantuvo sin grandes cambios durante 2021 como consecuencia de la pandemia. Las autoridades mundiales han optado por levantar el pie del acelerador y hacer una pausa en su actividad normativa para que las entidades financieras puedan afrontar con una cierta tranquilidad los retos que tienen ante sí.
Desde el punto de vista de los requerimientos de capital, la principal amenaza (la aplicación de los criterios de Basilea para restringir el uso de modelos internos en el cálculo de los activos ponderados por riesgo) ha quedado diluida en el tiempo, y en todo caso tiene muy poco impacto en las entidades financieras españolas. Al mismo tiempo, las decisiones del examen supervisor se saldaron con retoques mínimos.
En el horizonte se vislumbran movimientos significativos para integrar los riesgos climáticos en la estrategia de las entidades financieras, pero eso todavía tardará un tiempo en concretarse.
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