"Chupóptero no es un invento mío; ya estaba ahí"
José mária garcía. periodista
-Dejamos para luego lo de minuto y resultado...
-Sí, vamos a hablar de otra cosa.
-¿Qué radio escucha el hombre del que se dice que inventó en España la radio moderna?
-Pues no me reconozco, se lo aseguro. Escucho muy poca radio. Hago zapping mientras corro quince kilómetros cada mañana y hay algún ramalazo de Carlos Herrera, algún azote de humor. Del resto no hay absolutamente nada que me llame la atención.
-Hay algunos que le llaman maestro...
-Pero cómo me van a llamar maestro si he entregado a la radio personajes como Roberto Gómez o Pipi Estrada. Es cierto que cuando trabajaban conmigo no hacían, ni por asomo, lo que hacen ahora. Algo les debí enseñar mal.
-Usted tenía que ser un jefe temible.
-Pregunte a los compañeros. No les exigía más de lo que me exigía a mí mismo.
-En realidad, cuando le preguntaba por la radio que escuchaba, le estaba preguntando por la radio nocturna. La deportiva. Lo suyo, vaya.
-No, no. De eso sí que no escucho nada. La noche la he dejado por mi propia salud. Al final podía terminar destrozando el transistor. Me cabreaba mucho.
-¿Cabrearse? ¿Por qué? A la gente le gusta.
-Porque me da pena, tristeza y me horroriza cómo en poco tiempo lo que nos costó años levantar, todo ese caudal, se ha ido perdiendo.
-¿A qué se refiere? Hay buenas audiencias.
-Mire, después de la noche del 23-F...
-Ahí estuvo usted...
-Sí, pero no quería hablarle de eso. Lo que quería decirle es que tras esa noche la radio española pasó a ser la de mayor credibilidad y audiencia de toda Europa. ¡De toda Europa! Hoy estamos en el furgón de cola. La radio se abría camino porque el único patrimonio de un comunicador es la credibilidad y el oyente sabía distinguir quién lo era y quién no. Era una época en la que se contaba con buenos directivos. Ahora el gran problema de la radio es, más que sus comunicadores, sus directivos. Ser periodista independiente en la España de hoy es un lujo, pero entiendo que hay que sobrevivir en la galaxia...
-Siempre habrá buenos y malos directivos. Eso ha ocurrido siempre.
-No. No hay directivos. En 1982 Antena 3 dio un triple salto mortal y consiguió que los españoles se pusieran a escuchar frecuencia modulada, que hasta entonces era un espacio destinado a la música. Esos riesgos son los que se echan en falta. Innovábamos. Nos inventábamos el show de los banquillos, en fin...
-Radio de entretenimiento. Lo que hace ahora la gente de deportes de la Cope, que son muy divertidos.
-No digo que no sean divertidos, pero lo nuestro no era entretenimiento como se entiende ahora. Era información que se trataba de una forma que no era aburrida. Pero lo primero era la información.
-Le leí hace poco a Raúl del Pozo un artículo en el que, aparte de ensalzarle, decía que se había hecho multimillonario con una veintena de palabrejas.
-Yo le agradezco enormemente a Raúl ese artículo porque decía que yo era una buena persona y yo, piensen lo que piensen algunos, siempre he tratado de ser una buena persona. Pero yo no me hice multimillonario con unas pocas palabrejas. Es muy fácil llamar correveidile a alguien; lo difícil es llamárselo a alguien que lo sea y demostrarlo. Eso lleva muchas horas y mucho trabajo y mucha investigación. Es como el mecánico que te cobra un dineral por apretar un tornillo. No se trata de apretar el tornillo, que es gratis, sino saber qué tornillo apretar.
-Abrazafarolas, chupóptero... usted incluyó vocablos en el habla diaria de los españoles.
-Pero no inventé ninguna. Todas estaban en el diccionario. Chupóptero no es ningún invento mío, ya estaba ahí. Siempre tuve claro que el periodismo debía ser para llegar a la gente más preparada y a la menos preparada. Llegar a los de arriba es fácil, pero para llegar a los de abajo tienes que ser muy gráfico. No necesitas ser filólogo para entender qué es un abrazafarolas.
-El presidente de la Federación de su época, Pablo Porta, se llevaba lo de abrazafarolas cada noche a la cama. ¿Villar es abrazafarolas?
-Mire, Pablo Porta era un tío muchísimo más preparado que Villar. Quizá por eso montó en la Federación el Porta FC. Admitamos que Villar no es el más listo de la clase, pero es un tipo honrado.
-Fue de los primeros de hablar a boca llena de la corrupción en los primeros años de la democracia, aunque fuera sólo en el deporte. Ahora se estaría hinchando.
-No me cuente. Estoy alucinado. Vivo en un país que premia la corrupción, que justifica la ineficacia. Y entiendo lo del mal menor, el temor que lleguen otros... Si se dieran cuenta los que han ganado de que no les han votado a ellos...
-Eso es muy Podemos. Que ha ganado el miedo. ¿Le gusta Podemos?
-Siempre he sido un enamorado de la rebeldía, pero rebeldía, la justa, y utopía, toda. Pero no se puede gobernar con la utopía. Aun así, le digo una cosa. Los problemas de este país se solucionarán cuando el político y el ciudadano se den cuenta de cuál es el papel de cada uno: el político es el empleado del ciudadano, no su jefe.
-¿Y los políticos de ahora o los de antes?
-Vamos para atrás, como los cangrejos. Antes escuchabas a políticos como Fraga o Guerra, con los que uno podía estar o no de acuerdo, y había un poso de profundidad. Ahora son saltimbanquis.
-Entonces, ¿cuándo se jodío Perú, digo España?
-La degradación comienza con Aznar, un hombre prepotente y soberbio, equivocado y censor. El mayor censor en todos estos años de democracia ha sido José María Aznar. Y lo puedo demostrar.
-¿Lo vivió de cerca?
-Muy de cerca.
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