Eduardo Castro | Periodista
“Mi libro es un tributo al talento de las mujeres que forjaron la tradición flamenca”
María Tena, Escritora, Premio Tusquets 2018
Madrileña del 53, María Tena es una mujer de mundo desde su más tierna infancia, pues las responsabilidades diplomáticas de su padre la llevaron a Montevideo y a Dublín. Esta licenciada en Filosofía y Letras sacó las oposiciones al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Trabajó en la Expo 92 como directora general de Sogexpo y 18 más tarde Elena Salgado la envió de comisaria de la Expo de Shanghái. Ha ganado el Premio Tusquets 2018 con su novela Nada que no sepas.
-¿Por qué no empezó a publicar su obra hasta cerca de cumplir 50 años?
-Mi madre, que era muy buena poeta, y mi padre, diplomático, eran amigos de muchos escritores: Vargas Llosa, Onetti, Bryce Echenique, Luis Rosales. Y yo nunca pensé que nada mío tuviera interés, escribía un poco cursi en aquella época, poesía, diarios, cuentos, pero por mi propio disfrute. Pensaba que era mejor leer que escribir.
-¿Somos lo que leemos?
-Claro, y lo que amamos, lo que viajamos. Somos lo que odiamos, los novios y los hijos que tenemos. Y también lo que no sabemos de nosotros. Hay una parte que no se ve de lo que somos.
-Aunque sea ficción, hay trazos de su vida en Nada que no sepas como su niñez en Uruguay. ¿Le debía esta novela a sus padres?
-Cuando volví allí años después me enteré de muchas cosas de mis padres; eran muy cultos, muy interesantes, muy distintos al Uruguay de entonces. Mi primera visión de la novela fue eso: dos personas de la España de Franco vestidos muy recatados que se encuentran con unas señoras con trajes sinuosos, con olores a perfume francés, esa vida de amistad, de holganza y de mucha literatura, cine. Estaban muy al día de lo que pasaba en Europa; de hecho, yo con 14 años estaba suscrita a dos revistas francesas. Estábamos más cerca de Europa viviendo en Uruguay que en España.
-"Mis padres venían de un país oscuro como una Semana Santa". ¿Está madura España para debatir de su tenebroso pasado con la exhumación de Franco?
-Hay parte de la sociedad que sigue atada al pasado y tuvo una vida distinta a la de ahora, con derechos humanos, sin violencia salvo brotes. Deberíamos estar preparados para asumir nuestro pasado. Vivimos el periodo más largo de democracia y de paz de los últimos dos siglos. Disfrutémoslo.
-"Amor adúltero. Feas palabras dulces". ¿Somos indulgentes con la infidelidad?
-Hay mucha hipocresía con la infidelidad y en las clases altas mucho más. Quienes no tienen poder adquisitivo para calefacción, seguramente no se planteen ser infieles o no. La gente con todo solucionado es muy hipócrita y hace lo que le da la gana.
-Una película acaba de reactualizar la fascinación de muchos españoles por Pepe Mujica. ¿Qué visión se tiene allí de su figura?
-Es como un gran abuelo de los uruguayos y ha logrado que muchos conozcan lo que fueron los tupamaros. Es un hombre con mucho sentido común, que dice verdades inmensas, un icono mundial. En muchos foros quieren a Mujica porque dice cosas muy elementales como los grandes sabios y los líderes morales. Gandhi era así.
-Pasó parte de su infancia en Dublín. ¿Tan parecidos eran el siglo pasado los católicos irlandeses y los católicos españoles?
-Muy parecidos. Pero yo era muy pequeña. Llegábamos a casa a las tres y media de la tarde y era noche cerrada. Llovía y hacía viento. Estábamos metidos en casa, aprendimos muy bien inglés y nos leímos todo Shakespeare siendo muy pequeñitos; me sé todas sus tragedias y comedias y eso me parece un logro de Irlanda.
-Ser hija de un diplomático y de una poeta le sirvió para conocer de niña a Bryce Echenique o a Vargas Llosa. ¿En su casa había juguetes?
-En casa de mis padres no había más que libros y en la mía de ahora más. Nos sabíamos de memoria muchos versos de Machado, de Lorca... De tanto oír a mis padres recitarlos se nos quedaban. No es que fueran repipis, lo hacían tomando un whisky o con una tortilla de patata en tertulias con los amigos.
-Ha recorrido muchos ámbitos de la cultura por su trabajo. ¿Le preocupa el nulo consenso político en los planes educativos?
-La educación, la sanidad y el empleo son las tres patas fundamentales de la mesa. Los políticos discuten de un máster y no hablan de cuestiones esenciales porque hay que buscar consensos.
-Califica de "exquisitos" los poemas de su madre, Pilar García Noreña. ¿Pablo Iglesias le reprocharía que es la autora de una canción falangista...?
-Que me reproche lo que quiera. Mi madre escribió Montañas nevadas con 14 años en un campamento del SEU, y Enrique Franco puso la música. Fue una historia de niños. Mi madre nunca quiso cobrar derechos de autor y se hubiera forrado. Ella era una especie de falangista socialista, gente más de izquierdas que los de izquierdas, muy idealista. Y me encanta que ella lo hiciera, aunque no esté de moda.
-Participó en 1981 en las negociaciones para traer a España el Guernica. El País Vasco lo ha reclamado media docena de veces. ¿Está donde tiene que estar?
-Estaba estupendo en Nueva York, en la ONU. Es una obra universal de uno de los mayores genios del siglo XX, que era español. Está muy bien también que esté en el Reina Sofía. El Guernica es un valor universal, un símbolo contra la violencia. Es un lujo tenerlo en Madrid. La gente no se da cuenta. Pasa como con Las Meninas, es parte de nuestra historia.
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