"Gibraltar es el milagro de los panes y los peces"
José Manuel García-Margallo | Ex ministro de Asuntos Exteriores
De formación jesuita y convencido liberal, el eurodiputado José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944) lo ha sido casi todo en la política española, en la que estuvo al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016. Ahora publica, junto a Fernando Eguidazu, ex secretario de Estado para la UE, Gibraltar. La segunda rendición (Almuzara), un relato en el que critica el principio de acuerdo firmado por la ministra González Laya y en el que lamenta la pérdida de peso y la deriva destructiva que seguimos. "España no ha ganado nada en el acuerdo con Gibraltar", afirma.
–Si Unamuno levantara la cabeza esta semana...
–Repetiría palabra por palabra lo que dijo en 1915: "¿Qué quiere España? España no quiere nada, quiere que la dejen en paz y hasta Dios la ha dejado de su mano". Hemos perdido el concepto de nación española y su visión histórica.
–Se repite la historia.
–Eso explica desde la rendición en el tema de Gibraltar, al no aprovechar el Brexit para avanzar y recuperar la soberanía, hasta que nadie se conmueva cuando se habla de una mesa de diálogo en Cataluña, en la que se va a plantear la amnistía y la autodeterminación. Hablamos de la disolución de España y parece que no merece el menor comentario ni la menor atención.
–¿Los españoles pasamos de España?
–La idea de España se ha ido progresivamente deteriorando. En Gibraltar se ha renunciado a una reivindicación constante desde 1704, que fue la primera rendición. Ahora estamos ante la segunda.
–¿Gibraltar y Cataluña son cuestiones irresolubles?
–Sobre todo si no hay voluntad de resolución. Cataluña es consecuencia de una dejación de muchos años, en que el Estado ha desaparecido de Cataluña y se les dejó celebrar dos referédums de autodeterminación, en 2014 y en 2017.
–¿Y Gibraltar?
–El Brexit te daba la llave. Los negociadores sabían que la UE y el Reino Unido no podrían celebrar ningún acuerdo que no tuviera el visto bueno de España, y no se aprovechó.
–¿Cómo?
–Utrecht dice que si el Reino Unido renuncia a la soberanía, Gibraltar tiene que volver a España. Además, si Gibraltar quería seguir en el mercado común, que era lo que ellos votaron, podía haber aceptado la fórmula de la cosoberanía, con la doble nacionalidad, el autogobierno y, sobre todo, la hongkonización de la zona.
–Ésa es su propuesta.
–Sí, crear una zona económica especial que incluyese a Gibraltar, a todo el Campo y a Ceuta, con incentivos a las empresas que hubieran querido aprovechar el comercio que pasa por el Estrecho o ser base de las empresas que se vayan a establecer en Marruecos. Este punto es muy importante en la zona en que estás para controlar la inmigración.
–¿Por qué?
–África tiene en este momento 1.200 millones de habitantes. En 2050, tendrá 2.500 millones. La edad media en África es de 18 años. La UE va a invertir mucho dinero allí y nosotros estamos enfrente. Eso es vital, hubiese dado trabajo inmediato a la zona, porque habría que conectar ya Algeciras con el Corredor Mediterráneo, hay que hacer un aeropuerto y hay que sanear una zona que en estos momentos no puede acoger empresas.
–Pero no se ha hecho.
–Aquí se han aceptado tres cosas: renunciar a pedir la soberanía, renunciar a acabar con un paraíso fiscal que drena los recursos del territorio vecino y aceptar una situación de dependencia del Campo de Gibraltar respecto a la colonia británica. La renta per cápita de Gibraltar es de 92.000 dólares y en La Línea de 20.000. Estamos ante la mayor diferencia en renta entre dos territorios contiguos del mundo, más que la que hay entre el sur de EEUU y el norte de México.
–Sin embargo, la Junta y los alcaldes de la zona celebraron el acuerdo.
–El PIB del Campo se explica en un 25% por Gibraltar, bien por los trabajadores o bien porque la gente de allí viene a gastarse el dinero. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana, porque el modelo de Gibraltar, que es la tercera renta per cápita más alta del mundo por detrás de Qatar y Luxemburgo, se basa en que no hay impuestos sobre el valor añadido, ni sobre el tabaco ni sobre el alcohol, ni sobre el petróleo, ni sobre el juego... Y eso la UE no lo va a tolerar, porque si no ha querido tolerar un Singapur al otro lado del Canal de la Mancha, difícilmente va a permitir unas Islas Caimán en Gibraltar. Todo ese modelo es a muy corto plazo.
–¿Qué hubiera hecho usted entonces?
–Hubiera puesto a trabajar a la gente de la zona en ese saneamiento e infraestructuras para crear la zona económica especial. Pero tienen que empezar mañana si quieren estar preparados. Por otro lado, si la cuarta economía del euro no puede resolver el problema de 10.000 trabajadores, que no todos se quedarían sin trabajo ni mucho menos, pues realmente no merece ser calificada como una nación. Eso es Unamuno, de nuevo.
–¿Por qué no convencemos a los gibraltareños?
–Si les das todo lo que les ha dado Laya, qué incentivo van a tener. Vete a Mónaco y pregunta si quieren ser franceses. Para qué quiero ser francés, si vivo sin pagar impuestos y con los servicios sociales franceses...
–¿Han logrado soplar y sorber la sopa a la vez?
–Claro. Qué empresa se va a establecer en el Campo de Gibraltar pagando impuestos si tiene acceso al mismo mercado estableciéndose en Gibraltar sin hacerlo. ¿Sabe cuántas sociedades hay en Gibraltar?
–No tengo el dato a mano.
–80.000, de las que 25.000 son financieras, y hay 33.000 habitantes. Es el milagro de los panes y los peces. Con 33.000 habitantes, 4,7 kilómetros cuadrados y sin recursos naturales, Gibraltar tiene la tercera renta per cápita del mundo. ¿Usted renunciaría a eso?
–En principio, no.
–Ahí está la explicación.
–Bueno, y tras las elecciones del 14-F, ¿qué hacemos en el frente catalán?
–Debemos hacer un gran proyecto nacional, que teníamos que haber empezado en 2011, cuando se veía que el mapa de la Transición había saltado por los aires. Tendríamos que hacer un Gobierno de concentración de dos años, con un programa muy concreto y a los dos años, disolvemos ;y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
–¿Y cómo ve el futuro de Pablo Casado?
–Soy jesuita y San Ignacio, en sus ejercicios, decía: "En tiempos de desolación, nunca hacer mudanzas". No es el problema. Habría que refundar el centroderecha. Ciudadanos y PP no pueden seguir tirándose los trastos a la cabeza. Tenemos que unirnos para un proyecto común.
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