Eduardo Castro | Periodista
“Mi libro es un tributo al talento de las mujeres que forjaron la tradición flamenca”
OMAR MONTES | CANTANTE
Omar Montes (Madrid, 1988) no necesita presentaciones. Es el cantante más escuchado de España. Cada mes, ocupa las primeras posiciones a golpe de single. Por rumbas, por trap o por reguetón. Lejos de actuar con la prepotencia de una superestrella, el intérprete es cercano y dicharachero. Está lleno de vivencias. Muchas las plasmó con orgullo en Quejíos de un maleante, álbum con el que casi levanta el Grammy en los galardones que se celebraron en Sevilla y con el que trató de acercar el flamenco a las nuevas generaciones. Acaba de lanzar La sevillana y Tik Tok e Instagram se han llenado de vídeos con jóvenes paseando por la Feria de Abril con este número uno como banda sonora.
-Su disco Quejíos de un Maleante estuvo nominado en la categoría de Mejor Álbum de Música Flamenca de los Grammy Latinos que se celebraron en Sevilla. ¿Cómo vivió competir con artistas de la talla de Israel Fernández o Niña Pastori?
-Más que rivalizar con otra gente, siempre intento competir contra mí mismo. Para así ser mejor sin tener pique con nadie, porque con Isra ¿cómo voy a competir? Es como mi hermano. Me duele más llevarme el Grammy a que se lo den a él. Pero ya te digo, siempre intento competir contra mí mismo. Trato de poner una canción en el número uno y cuando baja a la segunda posición ya estoy compitiendo para que vuelva a subir. Al final, soy mi peor enemigo.
-Ha adquirido una enorme madurez musical en los últimos años. ¿Cómo se ve dentro de un género tan purista?
-Súper bien. Lo fácil y con lo que normalmente gano dinero es con el reguetón. Tardo un par de horas en componer un tema, hago un videoclip rapidito, lo subo a Youtube, me llaman para actuar en los mejores festivales del mundo y todos felices. En cambio, el flamenco me gusta, aún sabiendo que tiene menos repercusión y dinero voy a ganar poco –hablando mal y pronto–. También me encanta regalar arte a la gente y lo hago por amor a mis fans y a mi comunidad. Para ser mainstream hago reguetón o trap que se que es lo que vende. Soy una persona muy inteligente y tengo claro lo que da dinero en España y en el mundo. Cuando hago un disco de flamenco no espero ganar millones ni ponerme en el número uno. Espero que a esa comunidad más purista, como dices, le guste. Tardé casi dos años en hacer Quejíos de un Maleante y para mí se quedan. Componer cada canción no es como un reguetón. No puedes usar palabras ordinarias ni ponerte muy clásico, porque a un chaval de mi edad no le puedes hablar con muchos tecnicismos. No es fácil. Cuando hago flamenco es de corazón. Por eso, me fastidia cuando vienen los puristas a molestar, porque no gano nada y sólo intento regalar mi música.
-¿Para atraer a las nuevas generaciones a este género ha tenido que reinventar el lenguaje y adaptarlo al siglo XXI?
-Completamente sí, tú lo has dicho. He tenido que reinventar el lenguaje o las instrumentales. Una bulería es una bulería, pero si dejas el patrón y metes trap por debajo o un bombo 808 americano, lo acercas más al mainstream. Es una fina línea en la que te puedes mover. Tienes que respetar tu patrón de flamenco e intentar que mole para los chavales. Yo hago eso: conseguir que el flamenco guste y llegue a las nuevas generaciones. Tú sabes que todo va muy deprisa y el flamenco se ha quedado un poquito atrás y yo lo estoy llevando para adelante. Y los puristas, en vez de llamarme para echarme una mano con el disco para que tardara un año en hacerlo –en lugar de dos–, sólo me llaman para molestar. Si no me quieren ayudar que no lo hagan, pero que tampoco me critiquen, que yo no lo hago.
-En 2021 se propuso –junto al dúo Camela– llevar el flamenco a nivel internacional para que el mundo conociera aún más el género. ¿Cree que lo ha conseguido?
-Me llamaron de los Premios Rolling Stones y la mayoría de artistas invitados cantaron reguetón. Llegué con un traje de chaqueta lleno de brillantes y me puse a cantar por rumbas La llama del amor. Luego salió mi hermano Dani para bailar por bulerías. Fuimos la última actuación y la consideraron la más potente. Cuando uno consigue esta hazaña, viniendo de donde vengo, pues creo que hemos dado un gran avance.
-Es uno de los artistas más escuchados a nivel nacional. ¿Ha cumplido un sueño o le pesa la presión?
-No, qué va. Me encanta ser el número uno siempre (Risas). No hay nada que me guste más que despertarme y ver que soy número uno en Spotify o ver que La sevillana es número uno en Youtube. Me encanta, pero no por mí, sino por toda la gente que me quiere. Que una sevillana –que no es un reguetón, ni un trap, ni nada comercial– sea un éxito se debe al trabajo bien hecho, con cariño y sin esperar nada a cambio. Muchas veces vale más caer en gracia que ser gracioso. Haces una música buena sin esperar nada a cambio y, al final, tiene sus frutos.
-En el fandango que comparte con Israel Fernández confiesa que "no tenía nada, / lo quise todo, no me importaba lo que costara". ¿Ha conseguido más de lo que podía imaginar?
-Mucho más. Somos dos chavales de la misma edad que hemos crecido en barrios humildes y con problemas. No somos ni ricos, ni guapos, ni tenemos los ojos azules. Somos chavales normales que hemos conseguido llegar a la cima luchando, a base de sacrificio y esfuerzo. Esa canción no cuenta ninguna mentira.
-Ahora ha lanzado La sevillana. ¿Qué significa este palo para usted?
-No podemos dejar que un palo tan bonito como las sevillanas mueran. Debemos rescatar la cultura y ahí tenía que estar yo.
-"Quiero perderme contigo en la Feria de madrugada", dice uno de los versos. ¿Cree que podría dar un paseo tranquilamente por el real?
-Sería complicado, pero lo intentaría porque soy muy valiente.
-¿Sabe bailarlas?
-Más o menos.
-¿Podría ser una prueba de El desafío?
-Sí que podría. Creo que hasta la tercera me apaño.
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