"El jerez es el vino más antiguo del mundo a la vez que muy actual"
Beltrán Domecq | Ex presidente del Consejo Regulador del vino de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar
-Domecq, Williams y González; sus apellidos lo dicen todo.
-Tengo un 75% de bodegas de Jerez en mis venas y soy bilingüe desde nacimiento, porque además nos obligaban con palitos a speak in english. El inglés era fundamental si querías atraer a clientes importantes. Además, los ingleses están convencidos de que su idioma es el único que merece la pena y no aprenden español ni a la de tres. Julian Jeffs, que escribió el famoso libro ‘Sherry’, de español, ni palabra.
-¿A qué se va a dedicar ahora que se ha jubilado de presidente del Consejo Regulador?
-Voy a seguir hablando de vinos y bebiendo vino; es lo único que sé hacer. El jerez siempre ha estado presente en mi vida, desde niño, cuando cataba vinos en casa. Y antes de trabajar en las bodegas, cada verano mientras estudiaba la licenciatura de Químicas pedía ir a distintas regiones vinícolas como Burdeos, Borgoña, California...
-¿Con qué se queda de su última etapa como presidente del vino de Jerez?
-Ha sido un honor y en estos ocho años he viajado una barbaridad, he conocido el mundo, he podido hablar del vino de Jerez, dar catas y tratar de explicar qué es un Fino y un Oloroso, sus características y sus maridajes. Me ha dado poder comunicar qué es el vino de Jerez, el vino más antiguo del mundo, pero a la vez un vino muy actual.
-Es curioso, toda una vida dedicada al vino, pero empezó con la cerveza.
-Empecé a trabajar en Williams & Humbert y la mayoría del tiempo estuve en Inglaterra para aprender lo de ese país tan particular, pero en lugar de vender vino de Jerez me enviaron a ‘Bass Charington’, que era en aquel entonces la empresa más grande de cerveza del país. Para que se haga una idea, la compañía tenía 12.000 pubs en los que se vendía exclusivamente su cerveza, que no está entre mis bebidas favoritas. Es más, pienso que el que bebe cerveza está equivocado.
-Primero Williams y luego Domecq...
-En Williams estuve poco tiempo porque, desafortunadamente, entró Rumasa y mi padre no tardó en decirme:“Yo me voy, tú harás lo que tu quieras”. Finalmente me fui también y encontré la posibilidad de trabajar en Domecq, donde no entraba cualquiera porque ya había problemas familiares.
-Hablamos en cualquier caso de dos grandes casas del jerez.
-Bueno, de empresas de Jerez que no son jerez, porque Domecq, por ejemplo, era una compañía muy grande y con una filial en México casi más grande que la matriz. Domecq México era la mayor productora de brandy del mundo; vendía siete millones de cajas al año y también empezó a producir vinos de mesa en Baja California.
-En aquellos años, el brandy era la válvula de escape para las bodegas a la crisis del jerez como ahora puede serlo el ‘Sherry cask’.
-El ‘Sherry cask’ es un negocio muy importante y que va bien, pero se lo está llevando el otro también. Es decir, los señores del whisky, que son muy listos, envejecen su producto en botas envinadas con jerez porque le da un aura verdaderamente fantástico. Sería mucho mejor que faltara vino porque habría que plantar más viñedo, el precio tendría que subir y, si el precio de la uva sube, el vino también sube. Es una vergüenza que unos vinos que han tenido un proceso de envejecimiento, clasificación y con una vinificación extraordinaria se vendan en los anaqueles a precios tan bajos.
-¿Cree que la viña del jerez está en peligro?
-Yo soy optimista y espero que los precios se adecuen, porque si no los subimos, la viña se va a perder. Tenemos siete mil hectáreas, pero estoy viendo como se plantan muchos olivares, y eso es muy triste. El mensaje de los vinos de Jerez es complejo y largo, pero además de único y diverso, hay una cosa muy importante como es el pago. Hasta hace veinte años, el vino de Jerez se hacía en la bodega y ese era el concepto que tenía todo el mundo, pero a mí me parecía muy triste dejar al viñedo solo, porque el viñedo es el responsable de dar la calidad que tiene el jerez. El vino es 50% viñedo y 50% gracias a la crianza.
-La viña ayuda a entender mejor el vino de Jerez.
-Exacto. En eso radica la importancia del enoturismo, facilita el acceso al consumidor final, la gran asignatura pendiente de siempre del jerez.
-¿Se ha quitado ya el jerez el estigma de ser el vino de las abuelas británicas?
-No se lo ha quitado y se puede ver. Lo del mercado inglés es una cosa fantástica; ha subido un 30% a pesar de la pandemia y eso se debe a que la gente está bebiendo en sus casas. Es evidente que a la señora mayor le gusta la copita de jerez dulce, el Cream. Es algo que lleva cientos de años y que se regenera continuamente. Pero también hay muchos jóvenes que se están acercando al jerez. Te enorgullece ver tanta gente joven interesada en estos vinos. Eso es muy importante, como el apoyo de los grandes chefs y sumilleres. Cuando vas a grandes resturantes como el de los hermanos Roca donde tienen una sala dedicada a los vinos de Jerez, es impresionante cómo te lo explican.
Un dandy del vino de Jerez
Heredero de tres de las grandes estirpes bodegueras de Jerez, Beltrán Domecq Williams González, se caracteriza por sus dotes diplomáticas y educación, además de su sabiduría sobre unos vinos a los que ha estado vinculado desde su nacimiento y a los que ha dedicado más de medio siglo de carrera profesional. Autor del libro ‘Los misterios del jerez’, este dandy del vino de Jerez recién jubilado tras ocho años de presidente del Consejo Regulador seguirá “hablando de vino y bebiéndolo”, así como asesorando proyectos relacionados con el sector, “lo único que se hacer”, confiesa.
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