"Los Galindos y Marta del Castillo tuvieron una pésima investigación inicial"

Francisco Gil publica 'Los Galindos. El crimen de los silencios', un libro donde recopila 30 años de trabajo sobre un crimen que conmocionó la España de la Transición

Aporta declaraciones de personas de la judicatura que trabajaron en el caso y fotos inéditas de las víctimas

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Francisco Gil, periodista e investigador del crimen de Los Galindos. / Redacción Sevilla
Diego J. Geniz

08 de agosto 2024 - 11:53

Francisco Gil Chaparro (San Juan de Aznalfarache, 1959) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Empezó su carrera profesional en El Correo de Andalucía, donde permaneció 20 años. También formó parte de la redacción del programa Siete Lunas (Canal Sur TV). Desde 2013 y hasta su jubilación en 2024, fue director de Dos Hermanas Diario Digital. De igual modo, ha trabajado en diversos gabinetes de comunicación institucionales. Es autor de los libros Crónicas de la polución, El privilegio de la creación y Los Galindos: El crimen de los silencios.

Sobre esta última obra hablamos con motivo de su publicación a finales de agosto. El próximo año se cumplirá medio siglo del quíntuple crimen que conmocionó a una España donde el franquismo daba sus últimos coletazos. Se trataba del asesinato de cinco personas el 22 de julio de 1975 en un cortijo de Paradas, en la campiña sevillana.

Desde entonces se han escrito trabajos de investigación, novelas de ficción y no han faltado producciones audiovisuales basadas en estos hechos. La más reciente es El Marqués, emitida hace escasos meses en Telecinco, con notables índices de audiencia, lo que demuestra el interés que aún despierta un caso que, 50 años después y ya prescrito, sigue sin resolverse.

–¿Qué novedades aporta su nuevo libro, Los Galindos. El crimen de los silencios, respecto al que ya publicó sobre este caso?–Actualiza aquella primera obra. Ahora incluye el testimonio de cinco personas que participaron de forma muy activa en la investigación de los cinco crímenes, como el del primer juez del caso; el de Antonio Moreno Andrade, juez especial; Manuel Toro, único abogado que se personó en la causa; y Manuel Villén, fiscal que llevó el caso. Además, aporto bastantes imágenes, entre ellas, las de las víctimas tal como se las encontraron y las de la autopsia realizadas en el cementerio de Paradas, municipio al que pertenecía el cortijo de Los Galindos.–¿Con cuántas personas ha hablado desde 1995 para documentarse de este caso tan mediático?–Mi primer contacto con Los Galindos se produjo al cumplirse 20 años de los crímenes y prescribir los asesinatos. Al principio, sólo me lo tomé como un reportaje por ese aniversario, pero al final me picó la curiosidad. Hablé con jueces, policías, guardias civiles, abogados, forenses y vecinos de Paradas. Con el tiempo me he hecho con una amplia documentación, hasta ahora inédita.–¿No siente cierta frustración por no poder conocerse a los autores?–Todos los que hemos investigado el quíntuple crimen de aquel verano de 1975 tenemos nuestras teorías, pero no existen pruebas que las puedan demostrar. La única posibilidad es que lo confesaran.–Recientemente se ha emitido una serie inspirada en Los Galindos. También el hijo del marqués de Grañina publicó en su día un libro al respecto...–Ese libro carece de rigor científico. Aunque sí aporta claves familiares, que abundan en las importantes diferencias que existían en el matrimonio. El propio hijo acusa al padre de encubrir los crímenes.–Usted siempre se ha inclinado por el móvil económico como detonante de los asesinatos...–La relación del marqués y su administrador con el capataz no iba bien. Eso está claro. Cada uno tenía una fuerte personalidad. A ello hay que sumar el desvío de la producción agrícola al mercado negro. El capataz era una persona muy recta. Antes de desempeñar ese cargo fue guardia civil. Era muy amigo de la mujer del marqués, la dueña de la hacienda.–Lo que está claro es que no fue un asesinato perfecto. La suerte jugó a favor de los asesinos...–La prueba de que no fue perfecto está en las distintas formas con las que se mata a las víctimas. Ahí se nota la improvisación. Puede que no hubiera intención de matar a nadie, sino que una pelea desencadenara una muerte, por lo que hubo que eliminar a los testigos. Un juez sí apuntó la posiblidad de que ese día estuviera previsto el asesinato del capataz. –Una pieza que no acaba de encajar: el tractorista González llevó a su mujer al cortijo donde él ya había presenciado asesinatos...–En algún momento se especuló con que hubiera participado de alguna manera en los crímenes. González era muy introvertido y obediente. Puede que alguien, con autoridad, le dijera que fuera a Paradas por su mujer y él obedeciera de forma inocente, sin saber que luego iban a acabar también con ellos para que no desvelaran lo que allí había ocurrido.–Lo de que el marqués durmiera en el cortijo donde horas antes se había asesinado suena raro...–El juez no se presenta hasta un día después de los hechos. El marqués comentó que se había quedado allí esa noche porque era su propiedad y tenía que vigilarla tras lo sucedido. Tuvo tiempo suficiente para hacer lo que quisiera.–La inmediatez de la era digital impide investigar casos como éste...–El periodismo de investigación requiere tiempo y eso no lo hay con la rapidez que se exige actualmente en los medios digitales. Sólo se lo pueden permitir los grandes medios. A mí me liberaron un mes para profundizar en este tema.–Los errores volvieron a cometerse casi 35 años después con Marta del Castillo... –La semejanza entre ambos casos, muy distintos, es la pésima investigación policial de los primeros días, tras la desaparición de la joven. Se tardó mucho en dar los pasos fundamentales para detener al presunto autor de la muerte de Marta, lo que entorpeció desde entonces que se hallara su cuerpo. En Los Galindos, estos errores provocaron la pérdida de pruebas fundamentales para sentar en el banquillo a los asesinos.–¿Los nombres de los autores del quíntuple crimen no se conocerán jamás?–Estoy convencido de que, cuando en 1995 prescribieron los hechos, los asesinos estuvieron tentados de confesarlo. Se esperaba alguna carta de confesión. Pero creo que eso no va a ocurrir. Los autores pueden tener remordimiento de conciencia, pero detrás de ellos hay una familia, que acaba señalada. 

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