"El pintor que nace pintor es como si fuera una maldición"
-¿Los primeros pintores?
-Estudié Aparejadores en Madrid, que compartía edificio con Arquitectura. Camino de la Facultad solía ver a Gerardo Rueda, a Antonio López, a Zóbel.
-¿Ejerció de aparejador?
-Empecé en Granada, la ciudad donde nací, en las primeras casas que se hicieron en el Zaidín. Y dejé el oficio en Sevilla.
-¿Cómo llega a galerista?
-Había sido coleccionista desde que terminé la carrera. Le compraba cosas a Juana de Aizpuru. Así conocí a Carmen Laffón, Cortijo, Joaquín Sáenz, Gerardo Delgado, Juan Suárez, Félix de Cárdenas.
-Usted viene de familia trabajadora. ¿Pintar es un arte o un trabajo?
-El pintor que nace pintor es como si fuera una maldición. Pintan aunque no vendan. Hoy eso ha cambiado mucho.
-¿La crisis conforma los estilos?
-Algo auténtico siempre saldrá, pero con la crisis están obsesionados con vender. Hay muchas claudicaciones.
-Dicen que la crisis golpea a los nuevos ricos. ¿Eran clientes del arte?
-Esa gente compra por inversión, como Silvester Stallone. Personalmente, creo que la pintura no es una inversión. Para que un pintor se cotice, tiene que pasar mucho tiempo. Eso puede ser una inversión para tu nieto y el que invierte espera ganar dinero con lo que compra. Eso no ocurre.
-¿Le ha comprado algún cuadro Manolo Escobar?
-A Rafael Ortiz le ha comprado bastante. Yo lo conocí en Arco y hablamos bastante. Es muy simpático.
-¿Ya no expone arte erótico?
-Hice cuatro ediciones y se vendía muy bien.
-¿Por qué lo dejó?
-Porque se habían convertido en exposiciones pornográficas, y las galerías son para todos los públicos.
-¿Tiene preparadas otras exposiciones temáticas?
-Una sobre geometría y otra sobre Salomé y el profeta. Con nombres muy punteros. Pero lo más novedoso va a ser la exposición de navajas.
-¿En la galería?
-Va a ser la primera vez que no voy a exponer cuadros. Mi padre tenía cuatro o cinco navajas y los domingos se ponía a limpiarlas. Yo no podía seguir coleccionando pintura por razones económicas. Como siempre tengo que coleccionar algo, ahora colecciono navajas. Tengo más de cien. Será genética. Mis padres son manchegos, él de Puertollano, ella de Valdepeñas.
-¿Navajas de autor?
-Hablé con Pérez Villalta para que me haga los grabados en las cachas de la navaja. Iré a Montpellier a hablar con el fabricante, que tiene técnica de relojero. Y después a Albacete a buscar al grabador. Me está ayudando Rafael Sánchez, de la cuchillería Sevilla.
-¿La época dorada?
-Ésta, aunque económicamente sea nefasta.
-Ahora expone en su galería de Morería a un pintor bilbaíno, Xavier Agirre Unamuno. ¿Hay norte y sur en la pintura?
-Hay una falta de información tremenda a uno y otro lado de Madrid. Yo expongo con gallegos, navarros, vascos, catalanes. Venden menos, pero son más entretenidos. Es una temeridad en tiempos del arte local.
-Tiene la galería a dos pasos de la histórica sede del sindicato del metal. ¿Hay artistas comprometidos?
-Si les dices comunistas, se van a molestar, pero Cuadrado, Cortijo o Félix de Cárdenas estaban muy vinculados al Partido y Claudio Díaz sigue siendo marxista. Pintaban visceralmente porque no les gustaba el sistema. Sólo les gustaba porque les compraba.
-¿La realidad es concreta o abstracta?
-Muy práctica, pero abstracta. Hay una confusión ideológica. No creen en nada, sólo quieren vender.
-¿La sombra de Velázquez y Murillo es alargada?
-Siempre. Hoy tienen más admiradores que seguidores, porque nadie puede seguir a esos maestros.
-¿Cierra en verano?
-Nunca. Me voy simbólicamente al Tívoli, a este cuadro que refleja el lugar de veraneo de los emperadores romanos. A mí todas las playas me parecen iguales. El cielo, la línea en el horizonte, la arena y el mar. Por razones familiares siempre termino en alguna. Hay gente que se va a Cancún y no sale del hotel. Tienen dentro todos los atractivos y negras que les peinan.
-¿Otras artes?
-El cine es para mí una necesidad. Y la música. Toda. La sardina y el caviar.
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