Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
MOCIÓN de CENSURA
Si usted es español –no hace falta que sea muy, muy español- y teclea la palabra restaurante en el buscador de Google, aparecerá de inmediato Arahy. Nombre americano, título de las últimas ocho horas de Mariano Rajoy, el restaurante donde el presidente del Gobierno pasó toda la tarde de ayer mientras en el Congreso se discutía su destitución. Rajoy es un gobernante de temple, pero esas duras horas, por las que también pasó Adolfo Suárez y Felipe González, las prefirió vivir refugiado en uno de los reservados de este restaurante donde en la Transición estuvo el Club 31, junto a la Puerta de Alcalá.
La historia política de España también lleva nombres de casas de comidas. Y de copas, claro. En el Abra se fundó el PSOE, en José Luis se pactó la Constitución entre Alfonso Guerra y Abril Martorell y en Arahy el presidente gallego segregó las lágrimas del moro. El Club 31 fue uno de esos cenáculos madrileños, frecuentados por periodistas, políticos y empresarios durante la Transición. Hoy es un buen restaurante, de 60 euros el menú, donde se sirven lubinas, sardinas, filetes de pez mantequilla y buenos solomillos de ternera gallega.
El jefe de gabinete de Rajoy, José Luis Ayllón, reservó mesa poco después de la una de la tarde del jueves. Allí almorzó el presidente, pero la sobremesa se extendió hasta pasada las 10 de la noche. Recibió a sus ministros, a Zoido, Dolors Monserrat, Fátima Báñez. A María Dolores de Cospedal. Hubo llantos, enfados y risas, y algo de debate sobre la dimisión de Zidane.
El sillón del presidente estuvo vacío, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría dejó su bolso en el cuero azul. Durante toda la tarde, pero a la mañana siguiente, el presidente tampoco estaba allí. Cuando se ha iniciado la sesión este viernes, Rajoy sigue sin aparecer.
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