Ciudadanos: de entrada, abstención

Crónica personal

Pilar Cernuda reflexiona sobre las consecuencias de la reunión de Rajoy y Rivera para las negociaciones para formar Gobierno.

Pilar Cernuda

13 de julio 2016 - 01:00

DE entrada, la abstención. Es lo que ha dicho Albert Rivera tras su encuentro con Mariano Rajoy y lo que previsiblemente dirá mañana la Ejecutiva de Ciudadanos. El sábado pasado el Comité Federal del PSOE ya anunció un no al gobierno de Rajoy. De entrada también. Lo que importa es qué decidirán de salida, a la hora de votar la investidura en segunda convocatoria. Hasta esa fecha, lo que se diga tiene el valor de lo que se pone sobre la mesa al inicio de una negociación: con el tiempo, y en función de lo que ofrezcan y cedan unos y otros, puede variar la posición inicial. O no.

Hay varios elementos a tener en cuenta tras la reunión de Rajoy con Rivera, previa a la que mantendrá este miércoles con el secretario general de los socialistas. El primero, no muy relevante pero que merece una cierta atención, es que la entrevista con Rivera duró hora y media, lo que significa que hablaron de todo y por su orden, no sólo del voto de Ciudadanos. Con toda certeza, también de lo que exigiría la formación naranja si en un momento dado cambiara su postura actual y se inclinara por el voto a favor del candidato popular. Segundo elemento relevante, que Rajoy le va a enviar a Rivera una propuesta de pacto, lo que significa que esa puerta está abierta.

Pero hay más. Ha dicho Rivera que no habrá nuevas elecciones, y si esa es su intención porque sabe que en ese caso Ciudadanos podría empeorar aún más su resultado, no es descartable que acabe dando su apoyo a Rajoy, aún sin entrar en el Gobierno. Evidentemente sería con algún tipo de pacto, no cabe en cabeza humana que ese apoyo fuera gratis total. Pero, por lo que cuentan en Ciudadanos, no quieren ni pensar en esa situación.

La pelota está en el tejado de Pedro Sánchez, que sigue en una actitud tan drástica, tan negativa, tan sinsentido que es capaz de provocar una crisis institucional que iría en contra de lo que decidió su Comité Federal, que insistió en el no a Rajoy, pero no se pronunció sobre la abstención. Única posibilidad de impedir unas terceras elecciones que, visto lo visto el 26 de junio, serían letales para el PSOE.

El secretario general socialista, en lugar de reflexionar sobre qué está haciendo con el PSOE para tratar de enderezar su situación actual, se ha obcecado en un empeño pueril e irresponsable en el que le ciega su obsesión por desalojar a Rajoy de La Moncloa. Actitud que tendría cierta lógica si el resultado electoral hubiera sido distinto, pero Sánchez está demostrando que desconoce las matemáticas y desconoce también cómo han reaccionado los españoles ante unas elecciones que no deseaban.

Nada hay escrito sobre el resultado final de la investidura a la que se someterá Mariano Rajoy pero, de momento, Albert Rivera demuestra que ha hecho una lectura de las elecciones más serena y realista que la de Pedro Sánchez.

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