Felipe VI. Diez años de un reinado convulso

Fuerza. El Monarca ha lidiado contra las amenazas: el exilio de don Juan Carlos, el referéndum ilegal catalán, los desplantes de Sánchez...

Felipe VI saluda a un grupo de ciudadanos en la inauguración de Las Edades del Hombre en Villafranca del Bierzo (León).
Felipe VI saluda a un grupo de ciudadanos en la inauguración de Las Edades del Hombre en Villafranca del Bierzo (León). / Ana F. Barredo / Efe
Pilar Cernuda

16 de junio 2024 - 06:00

El Príncipe de Asturias salió ungido como Felipe VI en la solemne sesión de su proclamación celebrada el 19 de junio de 2014 en sesión plenaria del Congreso y Senado. A su lado, doña Letizia y sus hijas. En la tribuna de invitados, la reina Sofía, pero no el rey Juan Carlos, que abdicó diez días al advertir que podía dañar la Corona. Había entrado en declive su imagen de hombre capaz de construir una democracia tras 40 años de dictadura aplicando las políticas de consenso con dirigentes de todas las ideologías. Juntos pusieron en marcha una Constitución que daba pasado a una nueva España.

Don Juan Carlos prefirió no ir a la proclamación de su hijo porque consideró que en ese acto debía tener todo el protagonismo. Lo tuvo. Felipe VI lanzó un mensaje muy nítido: se iniciaba “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”. Los que habían acudido en 1975 a la proclamación del Rey –sólo cinco periodistas– tomaron nota de que la primera novedad se visualizaba en la tribuna de invitados: ningún representante extranjero, frente a quienes asistieron a la de don Juan Carlos: el duque de Edimburgo, Hussein de Jordania, Imelda Marcos, Raniero de Mónaco y... Pinochet, en Madrid para acudir al entierro de Franco.

Don Juan Carlos celebró una misa en los Jerónimos que haría las veces de acto solemne de proclamación, al que invitó a los presidentes de Alemania y Francia, así como a miembros de las Casas Reales europeas. Felipe VI no estuvo acompañado por dignatarios extranjeros, más allá de sus familiares griegos que se sumaron a la recepción en el Palacio Real. Monarquía nueva para tiempos nuevos. Tiempos que ni en sus peores sueños pudo adivinar que iban a ser tan convulsos.

La familia, su segunda prioridad

Para don Felipe, su prioridad ha sido siempre España y la Corona, pero también su familia, quizá porque creció en una desestructurada. Ha tenido problemas graves con su padre y sus hermanas, pero con su mujer y sus hijas ha creado un bloque indestructible aunque el verano anterior a la abdicación vivió una crisis matrimonial profunda. Tanto, que trascendió a la opinión pública. Su apuesta por casarse con la que mujer que quería, la cumplió. Pero no estuvo exenta de problemas. Hubo una campaña de animadversión de tintes clasistas a doña Letizia desde que su compromiso con el príncipe, que continuó en los primeros años de matrimonio. Sin embargo, poco a poco se fueron acallando a medida que la Reina asumió que su situación obligaba a aceptar responsabilidades por el bien del Rey y de sus hijas, y el compromiso con España y la Corona. Cumplió su papel de forma impecable.

Ganó adeptos entre quienes la habían recibido mal, que acabaron reconociendo su labor por España; emprendió tareas solidarias con una vinculación sincera y dedicó gran esfuerzo en educar a sus hijas como futura reina y hermana de reina, a las que sus padres dieron exactamente la misma formación.

Doña Leonor se convirtió en uno de los principales valores de la Corona a raíz del inicio de su carrera militar, donde demostró una fuerza de voluntad y una madurez que provocaron la aceptación generalizada entre los que defendían la Constitución, aunque no los republicanos recalcitrantes. Que lo eran, y lo son, más por ideología que por argumentos válidos para rechazar el sistema de monarquía parlamentaria. El sistema de Estado vigente en los países europeos considerados como los que mejor cumplen los principios de la democracia.

La Princesa juró la Constitución al cumplir 18 años y recibió el Toisón de Oro, ese día protagonizó un gesto importante en la recepción privada en El Pardo. Cuando llegó el rey Juan Carlos, que no había estado en la jura, doña Leonor se cuadró ante su abuelo diciéndole "a sus órdenes", e iniciaron una charla en la que intercambiaron comentarios sobre cómo es la vida en la Academia de Zaragoza ahora y cómo era cuando estudió allí don Juan Carlos.

No fue una reunión de relevancia política ni institucional, pero sí importante en una familia que sufre por la posición del rey Juan Carlos, que vive un exilio no deseado –aunque el Gobierno y sus detractores se refieren a su estancia en Abu Dhabi como voluntaria– y que agradece los gestos de cercanía. No sólo ha sufrido don Felipe problemas familiares con su padre, también, muy graves, con su hermana Cristina por su empeño en defender a Iñaki Urdangarín a toda costa. No le importó a la infanta sentarse en el banquillo y a pesar de ser absuelta continuó leal a su marido. Para don Felipe, el obligado alejamiento de su hermana tuvo un ingrediente añadido: la relación era estrechísima y hoy se empieza a reconducir. Igual que ocurre con doña Elena, que jamás dejó de estar junto a su hermana, y tampoco junto a Urdangarín. Como jamás dejó de mostrar su apoyo absoluto a don Juan Carlos. Hoy, la familia del Rey, su mujer y sus hijas, es muy estrecha y sólida. Y ha mejorado sensiblemente la relación con sus dos hermanas.

El Gobierno

Don Felipe negoció con el Gobierno de Sánchez el futuro de su padre cuando se conocieron noticias de irregularidades económicas y tributarias, así como datos poco edificantes de su vida personal. Muchos de quienes lo admiraban lo trataron como apestado. La mayoría mantuvo el respeto como reconocimiento a su trabajo en la Transición y lo que luchó por una España democrática, como quien escribe estas líneas, que a la decepción por muchas cosas antepone lo que le debe como española. Don Juan Carlos pagó lo que debía a Hacienda gracias a la ayuda de amigos y también de desconocidos que le dieron préstamos con los que solucionar su situación. Porque, en contra de lo que se dice, su economía no es boyante.

Vive en Abu Dhabi bajo la protección del emir, no dispone del dinero que le donó el rey saudí y que no declaró a Hacienda –su gran pecado– y no recibe el salario de ex Jefe de Estado. En las negociaciones entre Zarzuela y Moncloa se acordó que se marchara un tiempo fuera de España, pero no se trató la retirada del salario... aunque se mencionaba en el comunicado que se había pactado previamente.

Hoy, no tiene cuentas pendientes con la Justicia y se va normalizando su relación con don Felipe. Pero es difícil su regreso mientras gobierne Sánchez, que hace alarde de intentar ningunear al Rey. Con lo que probablemente no contaba era con que Felipe VI está educado para aguantar, aguantar y aguantar más. Y no se permite ni un mal gesto de contrariedad ante el rechazo a su mano tendida con que le responden algunos políticos. Tampoco se permite un mal gesto cuando el presidente del Gobierno llega tarde y le hace esperar, o se le adelanta en un acto dejándolo atrás saltándose el protocolo.

Felipe VI ha tenido que hacer juegos de difícil equilibrio para defender la Corona y a España, frente a los republicanos que apuestan por la abolición del sistema que recoge la Constitución. Aunque tampoco puede sorprender. Si importante fue el discurso de proclamación como Jefe de Estado, pasará a la historia el pronunciado el 3 de octubre de 2017, dos días después de la celebración del referéndum ilegal en Cataluña, suspendido por el Constitucional.

Don Felipe, con el visto bueno del presidente, Mariano Rajoy, se dirigió a todos los españoles, fundamentalmente los catalanes, para exponer su posición inequívoca ante el ataque a España y a la Constitución. Dijo que las autoridades catalanas, además de incumplir con la Constitución y su Estatuto, “han vulnerado ilegítimamente las normas aprobadas legal y legítimamente demostrando una deslealtad inadmisible a los poderes del Estado”, denunciando también que "han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando, desgraciadamente, a dividirla".

El 10 de octubre, el Parlament aprobó la declaración unilateral de independencia, que no duró ni 20 segundos, el tiempo que la Cámara la suspendió ante el temor de las consecuencias legales.

España vive momentos de gravedad como jamás se había conocido en democracia, y el Rey es, sin duda, un elemento de estabilidad, pero se encuentra rodeado de amenazas, de iniciativas que tratan de desacreditarlo porque los antisistema, entre los que hay miembros del Gobierno, quieren desacreditarlo para que pierda esa referencia como elemento de estabilidad indiscutible. Sabe don Felipe que tiene fuerzas suficientes para aguantar lo mucho malo, porque ya ha aguantado lo suyo. Como sabe que, con la ley en la mano, siempre se puede vencer a quienes busca la destrucción de la España democrática.

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