Liderazgo
El populismo de Ayuso no sólo se opone a Sánchez sino que le acota el terreno a Feijóo peligrosamente
LA torpeza del adversario cotiza en política. En muchos casos es oro molido o hace de argamasa para cimentar victorias electorales. Cuando los desatinos se acumulan distorsionan e incluso opacan los aciertos de quien gobierna, ahí está el ejemplo de José Luis Rodríguez Zapatero en su segunda legislatura, que fue vital para permitir la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en 2011. Pero pensar que ese patrón se repetirá sin más en la España de 2022 es de ilusos, por más que yerre el Gobierno del Reino de España. Incluso siendo gallego.
Alberto Núñez Feijóo se convirtió en líder del PP de forma inesperada por la pésima gestión que su antecesor hizo de su relación con los barones de su partido. Y es que Pablo Casado dejó la política orgánica en manos de un pirómano como Teodoro García Egea.
La jugada le ha salido muy rentable al PP en términos demoscópicos: es el primer partido en todos los sondeos tras una fulgurante recuperación y un éxito electoral tan sólido como la mayoría absoluta conseguida en Andalucía el pasado 19 de junio. No todo es mérito de Feijóo, especialmente el triunfo del PP andaluz y de Juanma Moreno, pero sí del modelo de partido que ambos defienden. Pero los meses trascurridos desde el Congreso de Sevilla demuestran que la defenestración de Casado y el nuevo liderazgo de Feijóo tienen el mismo problema: Isabel Díaz Ayuso.
La polémica surgida con motivo del Real Decreto Ley sobre el ahorro energético –nuevo ejemplo de soberbia del Gobierno de Pedro Sánchez– acaba de ponerlo de manifiesto una vez más. Ayuso recurre al populismo para posicionarse en contra. Y como buena populista le basta un tuit: “Madrid no se apaga”. Y con ello marca toda la agenda política y, sobre todo la de su partido: insumisión a la legalidad. Por contra, la Junta de Moreno señala el camino adecuado: acatamiento de la legalidad sin renuncia a la discrepancia ni a recurrir una invasión de competencias.
Ayuso no sólo se opone a Sánchez: también le acota el terreno a Feijóo. E incluso para un gallego, no reaccionar y hacer valer el liderazgo para que haya un solo PP es un grave error. Queda todavía legislatura. Y unas elecciones municipales y autonómicas –también en la Comunidad de Madrid– antes de los comicios a Cortes Generales. Y el error, ya está dicho, es oro molido para el adversario político.
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