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Pedro Sánchez, elegido presidente con el margen más ajustado de toda la democracia

La portavoz de ERC en la sesión proclama: "Me importa un comino la gobernabilidad de su país"

Sucesión de vivas al Rey desde la bancada de PP, Vox y Ciudadanos como respuesta a la reivindicación de Azaña por parte del presidente socialista

Pedro Sánchez y Carmen Calvo, esta mañana en el Congreso. / Mariscal/EFE
Juan Manuel Marqués Perales

07 de enero 2020 - 14:28

Ibuprofenos, tilas y cominos, el Congreso se ha convertido en una gran botica: hay de todo, aunque falta sensatez, mesura y memoria. Comienza una legislatura incierta, por la escasa mayoría del Gobierno de coalición y su pacto con ERC, y muy bronca, como lo fue la inicial de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando desde el PP se le negó la legitimidad de una victoria que se produjo horas después de los atentados islamistas de Atocha. No es nueva la crispación en la política española, sí el desprecio de quienes apoyan al Gobierno por el propio Gobierno -caso de ERC- y la bandería de la monarquía que han enarbolado PP, Vox y Ciudadanos.

Pedro Sánchez ya es presidente del Gobierno. El candidato socialista ha sido refrendado este martes en el Congreso por 167 síes frente a 165 noes. Lo previsto. Le han votado su partido, Unidas Podemos, PNV, BNG, Más País, Teruel Existe y el diputado de Nueva Canarias. La elección ha sido posible, además, por la abstención de los 18 diputados de ERC y de Bildu. Los del partido de Puigdemont y la CUP han votado en contra. Así como Ana Oramas, de Coalición Canaria, y el parlamentario del Partido Regionalista de Cantabria, anterior aliado de los socialistas.

Ésta era la tercera vez que Pedro Sánchez se presentaba a una investidura en el Congreso, las dos anteriores fueron fallidas. La más reciente fue la derivada de las elecciones de abril de 2019, cuando Unidas Podemos no quiso apoyarle. Antes, el socialista ofreció su candidatura cuando Mariano Rajoy, tras ganar unas elecciones, no aceptó en el encargo del Rey.

Aina Vidal, parlamentaria de Unidas Podemos. / Mariscal/EFE

Este martes no se han producido, por tanto, sorpresas, no ha habido cambio de voto ni tamayazo. Aina Vidal, la parlamentaria de Unidas Podemos que se ausentó en la primera votación, sí ha asistido en esta ocasión. Vidal padece un cáncer raro, extendido y agresivo, pero prefirió viajar a Madrid a votar de modo telemático, por ello recibió un aplauso de casi todos los grupos del Congreso. La diputada catalana ha protagonizado el único momento de consenso de la sesión, cuando todos los parlamentarios, a excepción de los de Vox, se levantaron para aplaudir su sacrificio.

La actual legislatura comienza de modo incierta y muy bronca. El Congreso se ha roto, como nunca, en dos bloques: derechas e izquierdas. Pedro Sánchez confía en que, una vez elegido, "el clima tóxico se despeje", pero es difícil. El PSOE esperaba que el acuerdo que ha firmado con ERC calmase la situación en Cataluña, es lo que en el Gobierno actual llamaban el efecto ibuprofeno. En principio, esta estrategia pasaba por romper la unidad de acción entre ERC y el partido de Puigdemont, algo que se ha conseguido. No obstante, queda por resolver la inhabilitación de Torra como presidente de la Generalitat y sus sustitución o por un dirigente de ERC o del mismo partido, de JxCat.

La diputada de ERC Monserrat Bassa, hermana de Dolors Bassat, actualmente en prisión, fue quien llevó en esta ocasión la voz de ERC y fue muy precisa: "Personalmente, me importa un comino la gobernabilidad de su país". Así se lo dijo a Pedro Sánchez y con ello está casi todo expresado. A uno de los partidos que sustentará al Gobierno le importa bien poco el futuro del país, lo que busca es la negociación sobre Cataluña, el futuro de los presos y de lo que ellos llaman exiliados: los fugados de la Justicia.

Sánchez debe acordar ahora con la Generalitat la creación de una mesa de negociación política para acordar un nuevo marco de encaje de Cataluña en España. Mientras esta mesa funcione, habrá presupuestos y, por tanto, legislatura. Si hubiese un acuerdo entre ambas partes, se sometería a una consulta en esa comunidad.

Ibuprofeno para Cataluña, pero los detectores de humo del Congreso tendrán que dispersar mucho antiinflamatorio sobre sus señorías para que la legislatura, al menos en el plano parlamentario, adquiera cierta normalidad. No sólo hay tensión en esa comunidad, hay demasiada crispación en esa manzana de la Carrera de San Jerónimo de Madrid. Impostada o sincera, de ambas. El debate bronco que se vivió este fin de semana en la investidura ha seguido este martes, con una novedad: la reivindicación de los partidos de derecha de la figura del rey Felipe VI.

Lo hizo Pablo Casado, líder del PP, y después Santiago Abascal, de Vox. Le sucedieron los aplausos y vivas al Rey y a España de las tres bancadas, al unísono, sin distinción entre PP, Ciudadanos y Vox. Pedro Sánchez ayudó a calentar el ambiente al no referirse a las críticas que Bildu había hecho al monarca y sí citar, en dos ocasiones, a "don Manuel Azaña, presidente de la república". Pablo Iglesias, que sabe bien de qué va este país, le aconsejó lo siguiente: "El rey Juan Carlos, que venía de donde venía, se cuidó mucho de ser identificado con la derecha porque sabía que en ello le iba su supervivencia".

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, que se ha convertido por incomparecencia de la sensatez en el parlamentario más brillante del Congreso, le hizo la misma advertencia al PP. Si de lo que se trata es de "enfrentar a la Presidencia del Estado con la del Gobierno", le "hacen un flaco favor" a la monarquía, les indicó el peneuvista.

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