Rajoy no tira la toalla

"No trato con los cerdos, pero me como sus jamones". Así resume un miembro del Gobierno en funciones la actitud de Pedro Sánchez al negar por ahora el pan del diálogo y y la sal de la complicidad a Mariano Rajoy, que hoy dejará claro al Rey que está dispuesto a acometer la misión imposible de la investidura. Le pintan bastos, pero anoche señaló en un acto en el Museo del Prado que trasladará a Felipe VI su "firme voluntad" de que le otorgue la confianza para formar Gobierno. De hecho, el presidente en funciones ya está preparando discurso y propuestas a la renuente concurrencia.

El Monarca se enfrenta a una encrucijada endiablada. La tradición secular de encargar formar Gobierno al más votado suena a soberana pérdida de tiempo, pero parece decidido a seguirla. Después de haber recibido a once de los catorce representantes de los grupos del Congreso, Felipe VI ya tiene conciencia de que la empresa de Rajoy es complicada, que hoy será plena después de recibir a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez. Los líderes de Podemos y del PSOE le mostrarán su rechazo insobornable. "El partido de la corrupción y los recortes" es una mala opción, España necesita un Gobierno "a la altura del nuevo tiempo", será el mensaje nuclear que le trasladará Iglesias, que ha vuelto a limpiarse los pelos que siguen saliendo de la gatera de Caracas.

Sánchez también ha zanjado a golpe de noes su oposición a esa gran coalición que propugna el PP, pero entiende que Rajoy tiene la obligación de optar a la investidura. "Si no va al Congreso, mejor que se vaya a casa", afirmó ayer el líder del PSOE, que si disfrutó el miércoles de la tamborrada en San Sebastián, ayer daba una vuelta al mundo a golpe de pabellón en Fitur. Parece relajado, con el mentón menos pronunciado. "Siempre dije, desde el primer minuto, el 21 de diciembre, que éste es el tiempo de Rajoy", recordó, haciendo gala de su escrupuloso respeto a los tiempos y destilando complacencia con la impotencia de enfrente.

La metáfora porcina referida la dejó caer el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Lo que quiere decir es que aunque ahora Sánchez huya de Rajoy como de la peste, si el socialista lograra formar Gobierno, estará condenado a aporrear más temprano que tarde la puerta de Génova. "No trato con los cerdos, pero me como sus jamones, es decir, yo no quiero saber nada del PP, pero la reforma constitucional, que es la estrella de mi programa, ya la pactaré con el PP", rumió el ministro, rezongando que Sánchez habla con todo el mundo menos con quien debería hacerlo.

Para remediarlo y "desencalllar la guerra fría" entre PP y PSOE se ofreció ayer Albert Rivera. El líder de Ciudadanos despachó con el Rey durante hora y media -la más larga hasta hoy del maratón de reuniones en Zarzuela-, al que comunicó que si uno de los dos astros asume que "han perdido fuelle" y es capaz de abstenerse para que pueda gobernar el otro, Ciudadanos haría lo propio y caso cerrado. Más vale, a juicio de la Confederación de Empresarios de Andalucía, que reclamó ayer "altura de miras para generar estabilidad en una España unida".

El caso es que Rajoy se ve "con fuerzas" para presentar su candidatura. Aunque no las tenga todas consigo y maneje un "plan B", algo de lo que no tiene "ninguna duda" Fernández Díaz, que no fue ni un milímetro más allá del titular que dejó caer en una entrevista con Antena 3, esa fábrica de exclusivas.

Y que Sánchez aguarda agazapado, aunque sus socios potenciales para no morir en el intento de investidura como segundo más votado siguieron ayer deslizando exigencias de tenor inasumible: el PNV le reclamará el derecho a decidir para Euskadi y En Comú Podem insistirá en la necesidad de ese referéndum catalán convenientemente soslayado ahora por la gente de Iglesias.

De momento, Sánchez ya disfrutó del jamón ayer en Fitur. A ver qué se come ahora...