Sánchez fracasa al sumar sólo un voto más al apoyo de Ciudadanos
En su segunda y última votación, por ahora, el socialista sólo logra que se adhiera Coalición Canaria.Rivera acusa a Rajoy de haber puesto en riesgo el papel del Rey con sus dos negativas a presentarse. El candidato no consigue estimular a Podemos con el argumento de que el PSOE apoya a alcaldes morados.
NO fue posible, tal como se esperaba el socialista Pedro Sánchez no logró ayer los apoyos del Congreso para convertirse en el presidente del Gobierno. El candidato consiguió sólo un voto más que los de la sesión del miércoles; esto es, los 130 escaños que suman los diputados socialistas y los de Ciudadanos más el de Coalición Canaria. A partir de ahora, el sistema parlamentario español entra en un periodo de incertidumbre de dos meses, al final del cual habría que convocar elecciones generales. El 26 de junio comienza a ser el 26-J. De nada le sirvió a Sánchez explicar a Podemos que el PSOE ya gobierna con ellos y da apoyos a ejecutivos morados en comunidades autónomas y ayuntamientos; no, no surtió efectos porque el líder de izquierdas Pablo Iglesias sigue poniendo como condición que el resultado sea un Gobierno de coalición con ministros de su partido, de IU y de Compromís. "Un Gobierno a la valenciana", dijo Iglesias, al que el dirigente de Ciudadanos, Albert Rivera, llamó "un Gobierno de traca".
El reloj de la democracia, como lo llama Sánchez, ha comenzado a contar. Ahora, deberá ser el Rey quien tome la iniciativa. Posiblemente, Zarzuela llamará en los próximos días al presidente del Congreso, Patxi López, bien para iniciar una nueva ronda de contactos con los partidos, bien para informarle que postergará su designación constitucional hasta que uno de los líderes tenga apoyos suficientes. Es decir, que Rajoy no podría ser el candidato de no ser que, antes, se asegure algunos votos más que los 123 del PP, que suman menos que los del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Si el 3 de mayo sigue sin haber acuerdo, las Cortes se disolverían para ir a las urnas el 26-J.
La sesión de la segunda votación volvió a vivir momentos intensos, con discursos breves, de apenas diez minutos y sin lugar a réplicas, y en la que quedó patente el desencuentro insalvable entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Los últimos momentos fueron los más tensos, pero debido a la insistencia de algunos diputados por intervenir por alusiones, asunto aún no bien resuelto por un Patxi López todavía novato en estas lides.
Mariano Rajoy, de nuevo con su tono socarrón, llegó a calificar de corrupción el intento del socialista. "Utilizar las instituciones para su beneficio personal también es corrupción", le dijo el presidente en funciones, que además lo acusó de adanismo y de fraude: adanismo porque es el síndrome que sufren quienes creen que todo comienza con la llegada de ellos; y fraude porque su intento partía de escasos números. "Lo que usted pretende -le indicó Rajoy- es una obra de demolición de la obra que ha construido el PP en estos cuatro años, es una contrarreforma. No nos han votado 7,5 millones de españoles para nuestra propia voladura, esto lo entiende cualquiera. No estamos aquí para negarnos nosotros mismos. Y como somos un partido de personas libres le vamosa decir no".
Descartada la abstención del PP, tampoco consiguió la de Podemos, cuyo líder dedicó buena parte de su corta intervención a comentar el beso en los labios que le dio el miércoles al diputado catalán Domènech. "Fluye el amor y la pasión en la política española, Pedro, sólo quedamos tú y yo". De esta guisa, humorística pero improcedente en unos momentos tan graves, Iglesias se explayó en un Parlamento amatorio en el que se prestó a dejar su despacho a la diputada popular Andrea Levy y el podemita Miguel Vila. Sí, otro salto mortal más de este bombero parlamentario, quien citó a un programa de La Sexta para deducir que Levy "bebe los vientos" por Vila. Sí, con constantes alusiones a él mismo, Iglesias propuso que Sánchez y él firmasen "el pacto del beso". "A veces, las discusiones más agrias preceden a los acuerdos más dulces", adelantó el de Podemos, quien el miércoles pasado acusó al PSOE de estar secuestrado por la oligarquía y los fantasmas del pasado de Felipe González, que no serían otros que los de Lasa y Zabala, enterrados en cal viva. Con camisa roja, Iglesias dejó su tono bronco para volver a mostrar la cara amable. El portavoz socialista, Antonio Hernando, le advirtió que había abierto grandes heridas y había pecado de frivolidad.
Más duro con Iglesias fue Albert Rivera, quien reprochó que el comportamiento de Podemos no se parece al mostrado por el PCE durante la Transición. "Qué diferencia entre el señor Carrillo, el señor Solé Turá y usted, señor Iglesias. Ojalá se pareciera usted al PCE de la Transición. ¿Cuántos ministerios y secretarías pedían? Libertad, sólo pedían libertad", recordó el líder naranja. Rivera volvió a atacar a Rajoy, de quien parece haberse separado definitivamente. "Hoy van a votar juntos -afirmó- lo que quieren romper España y los que no quieren cambiar nada, lamento que el señor Rajoy vote hoy con Bildu y con Esquerra Republicana". Rivera ya pidió el miércoles pasado que el PP se renovase y relevase a Mariano Rajoy como candidato para intentar formar un Gobierno, y ayer le acusó incluso de haber "puesto en jaque" el papel institucional del Rey, al negarse dos veces a presentar su investidura ante el Congreso.
Ni PP ni Podemos, pero tampoco IU, PNV o Compromís. A Sánchez no le sirvió poner de manifiesto que Podemos y el PP puedan estar buscando otras elecciones con este bloqueo: "El sí o el no responderá a otras preguntas. ¿Queremos un acuerdo entre partidos? ¿Sí o no? ¿Queremos repetir las elecciones? ¿Sí o no? ¿Queremos un Gobierno de cambio? ¿Sí o no? ¿Queremos evitar que el señor Rajoy siga gobernando? ¿Sí o no?" . La propuesta del socialista pasaba por un Gobierno transversal basado en el acuerdo de 200 propuestas firmado con Ciudadanos, pero con los apoyos de otros partidos. "A excepción del PP, todos los partidos, la mayoría quiere un Gobierno del cambio", mantuvo el socialista.
El cambio de Pedro Sánchez no se ha producido, en el camino ha podido, en efecto, sacar el beneficio personal de consolidarse como secretario general del PSOE, aunque también es cierto que hacía falta alguien que diese el paso para que el reloj de los dos meses comenzarse a contar.
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