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Editorial: 'El gran pacto: España no es diferente'

22 de diciembre 2015 - 01:00

UNA vez vistos los resultados de las elecciones del pasado domingo urge una pregunta: ¿cuál es el mandato de los ciudadanos? Esta cuestión es muy difícil de responder en un escenario de gran fragmentación parlamentaria como el que nos han dejado los comicios del 20-D. Sin embargo, hay algunas pistas que no hay que desdeñar. La primera es que hay un partido ganador, el PP, que apenas tiene posibilidad de formar un Gobierno estable con otras formaciones más o menos afines. También hay que destacar que el segundo partido más votado, el PSOE, tampoco tendrá opciones de gobernar si no es pactando con formaciones excesivamente radicales -cuando no abiertamente antisistema-, alguna de las cuales llegan incluso a impugnar la continuidad misma de España como nación.

¿Esto significa, pues, que los ciudadanos han optado por la ingobernabilidad de España? Lo dudamos: llevar al país a un callejón sin salida en unos momentos cruciales en lo económico y lo institucional no beneficiaría a nadie. Por lo tanto hay que empezar a barajar sin complejos ni determinismos una tercera opción: el pacto entre los dos partidos ganadores de las elecciones, el PP y el PSOE, que son los que, al fin y al cabo, han llevado sobre sus hombros la reciente historia política de España. Los términos de este acuerdo deberán surgir de un proceso de negociación en el que tendrá que imperar el respeto a la decisión de los ciudadanos y la búsqueda del bien común del país. No deja de ser inquietante que ayer, tras saberse los resultados electorales, la Bolsa bajase con fuerza (el Íbex 35 sufrió un descenso del 3,6%) y la prima de riesgo española repuntase ligeramente. Desde luego, no será con el desgobierno y la trifulca política como conseguiremos mejorar nuestra economía.

En los últimos días se ha afianzado la opinión de que los españoles somos incapaces de llegar a un gran pacto de gobierno entre la derecha y la izquierda. Lo que sí consiguieron en su día Alemania y otros países europeos, al parecer, es algo imposible en la vieja piel de toro. Tras esta opinión se esconden muchos de nuestros fantasmas y complejos nacionales, la antigua leyenda negra de lo hispánico como algo visceral y atávico. Una vez más, habrá que demostrar que España no es diferente y que sus ciudadanos somos capaces, al igual que cualquier otra nación de nuestro entorno, de llegar a grandes pactos cuando la situación así lo exige, como ya se hizo en la Transición. Es el momento de que PP y PSOE demuestren que se han merecido la confianza depositada en ellos.

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