Rajoy ya habla de coalición
El presidente admite que el ganador necesitará un pacto más allá de la investidura. El PP acusa de "macarrismo" al aspirante socialista y Rajoy comenta que le salió "del alma". Los líderes de PP, PSOE, C's y Podemos, en el funeral por los policías de Afganistán.
ESPAÑA es un país normal, bastante común, lo del temperamento patrio es un invento de un romanticismo que sólo veía Cármenes y Donjuanes donde había más secano que oasis orientales. Los dos partidos de la indignación, Ciudadanos y Podemos, no van a ir mucho más allá del Partido Comunista, que rindió honores a la roja y gualda a la vuelta del exilio en una de las ruedas de prensa más memorables de nuestra reciente historia. Los líderes naranja y morado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, suspendieron los actos de la tarde de ayer para asistir al funeral de los dos policías muertos en Afganistán. En la central de Canillas, y presidido por los Reyes, los dos líderes emergentes hicieron un hueco para rendir tributo a los agentes tiroteados en el asalto a la embajada española en Kabul (o como quiera que se llame lo que los talibanes atacaron la noche del viernes). El posdebate de la noche del lunes deja al bipartidismo autoretratado en la dialéctica de sus insultos -indecente, ruin, mezquino y miserable- y a dos emergentes henchidos del éxito por su obligada ausencia, aunque ninguno de los dos parece que se colocará entre los primeros puestos. Rivera cree que si la participación es del 80% serán segundos o primeros, pero tan difícil es lo uno como lo otro.
Mariano Rajoy subió al autobús de los periodistas que le siguen en la campaña, y admitió que gobernar "en minoría" será muy difícil, por lo que será necesario un acuerdo de Gobierno más allá de un sí a la investidura. Los sondeos mandan.
España es un país normal, demasiado normal, la Transición aplicó una agresiva terapia para evitar que los garrotazos del grabado de Goya se prolongasen más allá de los años setenta del siglo XX y tomaron toda una serie de precauciones: unos partidos fuertes, bien dirigidos desde las direcciones, sin opción a listas abiertas, campañas comedidas y una ley electoral para favorecer a las moderadas hectáreas sobre los individuos sanguíneos. Desde el lunes pasado no se pueden publicar encuestas en España, se suponen que pueden alterar o influir en el cuerpo electoral, lo que es cierto, pero como el fútbol, los mítines o el tiempo. España se ha quedado demasiado pequeña, y El Periódico de Andorra publica un sondeo diario hasta el próximo sábado. Partidos y grandes compañía siguen realizando encuestas durante estos días, pero no se pueden conocer. Hay que recordar al fallecido Emilio Botín, quien en vísperas del 11-S, y antes de los atentados, ya olía que Rodríguez Zapatero podía ganar las elecciones. La información tiene valor, nunca precio. Si en la España de Franco había colas hasta Perpiñán para ver las películas de Emmanuelle -tan inocentes hoy-, ahora es Andorra la que nos informa de lo que los españoles no podemos ver: que el PP va ganando, seguido del PSOE, aunque Podemos ha rebasado a Ciudadanos. Cada día añaden 700 entrevistas a la muestra y seguiremos informando si no lo impide el Santo Oficio.
La Transición tomó sus medidas, pero el bipartidismo comienza a resquebrajarse. En los setenta, el único que defendía un sistema electoral mayoritario que condujese al bipartidismo fue Manuel Fraga, que había llegado de Londres muy estudiado, pero se optó por una fórmula proporcional tan corregida que resultó lo mismo. Pero no por ley, sino por voluntad popular, el bipartidismo español es una construcción social.
El día de después del debate es casi tan importante como el del cara a cara, es la batalla de la opinión pública: ¿quién ganó? El líder socialista, Pedro Sánchez, ha obtenido una victoria en el frente interno. Era un líder acabado el domingo por la noche y ha conseguido cuatro días más de campaña electoral. Los más cercanos al secretario general opinan que, al menos, se ha logrado detener la sangría de Ciudadanos, nadie en Ferraz teme ya por ese segundo puesto. "Dije a Rajoy lo que millones de españoles piensan, que la decencia debe volver al Gobierno", explicó Pedro Sánchez en RNE. Hay un consenso generalizado en que el aspirante se sobrepasó, pero también que logró el objetivo deseado. "Tienen la piel muy sensible", ironizó Felipe González desde Badajoz en un mitin que dedicó a criticar el bautizo original de los líderes de Podemos en Venezuela.
Mariano Rajoy optó por el tono callado que tenía antes de la campaña electoral. En una convesación con los periodistas antes del mitin en Santander, explicó que le salió "del alma" tachar de ruin y miserable a Pedro Sánchez en el debate. Fue su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, quien salió al ataque de Pedro Sánchez al acusarle de "macarrismo". "Cuanto más débil, más agresivo", indicó Sáenz de Santamaría poco antes de una visita a la sede de Pronovias, la compañía que anunció su marcha de Cataluña en el caso de independencia. Desde la sede de Génova se acusó al líder socialista de "maleducado".
Pablo Iglesias sostuvo que el debate fue el epitafio del bipartidismo y, como Albert Rivera, recomendó a los votantes que recordasen el cara a cara el domingo antes de meter el voto en la papeleta. El líder de Podemos tuvo un encuentro en Santander con el líder regional y presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, con quien comparte éxito mediático en la misma cadena. "Lo de este Pablo es increíble", comentó este aliado coyuntural de Podemos en las tierras montañesas. Si a Zapatero le llevaba anchoas de Santoña, a Iglesias lo invitó a un sobao pasiego en la capital cántabra. Iglesias, como Rivera, suspendieron sus actos de por la tarde debido a la asistencia al funeral de los policías. Pues eso, un país normal que tendrá que acostumbrarse a las coaliciones.
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