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Un programa de austeridad y de incentivos fiscales, y con una sorpresa

A cuatro días del comienzo oficial de la campaña electoral, el PP ha dado a conocer su esperado programa para tiempos de crisis.

EFE

30 de octubre 2011 - 14:28

A cuatro días del comienzo oficial de la campaña electoral, el PP ha dado a conocer su esperado programa para tiempos de crisis, basado en adelgazar la administración y en incentivos fiscales, pero en el que se ha colado una sorpresa: el compromiso negro sobre blanco de que con ETA no se negocia.

Se sabía qué iba a deparar el programa del PP, al menos en lo económico y en lo social, y se han cumplido las expectativas, salvo, quizá, alguna medida puntual.

Sin embargo, lo que no entraba en los cálculos es que el programa fuera tan tajante en materia antiterrorista, y menos cuando el líder, Mariano Rajoy, quiere pasar por este asunto de puntillas durante la campaña. El texto con el que el PP va a las elecciones del 20 de noviembre deja claro que, si gana, no negociará con los terroristas "ni por la presión de la violencia ni por su cese".

Las palabras son casi las mismas que el presidente de los populares ha pronunciado en público y en privado, así que el compromiso no es nuevo, pero de pronto ha aparecido en el programa, con lo que el PP ha solemnizado esta promesa que muchos dirigentes de esta formación cuestionan cuando hablan con los periodistas.

Dicen estos mismos dirigentes que si Rajoy gana y ETA sigue dando pasos hacia su fin, no quedará más salida que sentarse a hablar con ellos, y luego se negociará.

Las demás medidas de esta especie de resumen que el PP ha dado hoy a conocer -el programa se aprobará mañana en Santiago de Compostela y el martes se publicará en la web del partido- son fieles al espíritu que la dirección, con Rajoy al frente, y el coordinador de la redacción, Baudilio Tomé, querían insuflar a este programa: previsible, claro, conciso y sin incordiar mucho. Se recogen las iniciativas ya propuestas para ayudar a los emprendedores y para reformar el sector público, así como para instalar un nuevo marco laboral.

Habrá empresas públicas, fundaciones y consorcios que dejen de funcionar, sanciones a la administración que gaste más de lo obligado, una ley de mercado común y un plan para atribuir competencias sin ambages. Esto en lo que respecta a la reforma administrativa que preconiza el PP.

Dentro del ámbito laboral, en el que no obstante no abundan las concreciones, el partido de Rajoy alentará que los empresarios y los trabajadores negocien los nuevos convenios en la propia empresa y según las circunstancias de ésta, de tal forma que no interfieran los convenios sectoriales o territoriales.

También se simplificarán los tipos de contratos para acabar con la temporalidad. El PP quiere dar aire al tejido productivo mediante incentivos fiscales a emprendedores, de modo que les cueste poco montar y mantener el negocio, y estimular a los ahorradores, a los que se les creará una nueva deducción en el IRPF.

La dinámica de esta presión fiscal a la baja alcanza también a las empresas que creen guarderías en sus centros de trabajo. En educación, el PP consagra la educación bilingüe español-inglés, y la trilingüe en comunidades donde existe lengua cooficial, así como la autoridad pública del profesorado, a quien someterá, además, a una exigente prueba de evaluación de expedientes.

Son muestras de esa sociedad del esfuerzo que quiere impulsar el partido de Rajoy si gana el 20N. Pero el programa lo recorren algunos espacios de indefinición. No dice qué cambiará de la ley del aborto, tan sólo que la modificará; ni qué retocará de la normativa contra la violencia de género, sobre la que se limita a comentar que es mejorable; y cita la inclusión de la prisión perpetua revisable, pero sin más detalles.

Igualmente, enuncia su deseo de cambiar el proceso de designación de los magistrados del Tribunal Constitucional. Quien busque recortes en sanidad y en educación no encontrará nada, y los que piensen que el PP privatizará todo se toparán con llamadas a la entrada de capital privado en las gestiones de la cultura y del deporte, aunque no en muchos más terrenos.

El partido de Rajoy, no obstante, deja claro que la idea del mecenazgo le gusta mucho, tanto como la de acabar con los modelos basados en la subvención. Presentado el programa, al líder le toca sólo lanzarse de lleno a una campaña que más que nunca ve como el prólogo de su llegada a La Moncloa.

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