Los retos del 'primer ministro'
TRAS la visita de Benedicto XVI y las últimas declaraciones de Felipe González, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, con Pérez Rubalcaba al mando, retoma un arranque que, de entrada, le ha servido para restarle unos cinco puntos de ventaja al Partido Popular en las encuestas.
No es moco de pavo, pero el vicepresidente primero y ministro del Interior, que mañana no será objeto de ninguna pregunta en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados -se libra de tener que comentar las manifestaciones de Felipe González sobre ETA y los GAL, además de los clásicos populares (JAG y Faisán)-, tiene aún mucho trabajo por delante para afinar un Ejecutivo que sigue intentando legislar a base de ocurrencias muy poco oportunas -la reforma del Registro Civil, por ejemplo, con los apellidos sujetos abecedario en caso de desacuerdo- cuando debería estar explicando las reformas estructurales aprobadas a contrapelo del discurso de nuevos derechos y de economía de Champions League que llevó a Rodríguez Zapatero al poder.
Y también para lograr que el PSOE supere definitivamente la etapa de Leire Pajín, que ha dejado algún ruido en la gatera. La marcha de alicantina y la de su equipo de asesores -una veintena- de la quinta planta de Ferraz ha dejado tras de sí una sensación de vacío de poder que no se corresponde con la realidad. Más que vacío de poder ha generado alivio entre los barones y los pesos pesados de la dirección socialista, a excepción de Rodríguez Zapatero, claro está.
A pesar de que el nuevo secretario federal de Organización, Marcelino Iglesias, apenas si está tres días en Madrid por su dedicación a la presidencia de Aragón, y de que el vicesecretario general, José Blanco, solo le dedica una hora al día al partido por sus responsabilidades en Fomento, el comité electoral, con Gaspar Zarrías y Antonio Hernando muy pendientes, ha puesto en marcha ya la maquinaria del PSOE de cara a las elecciones municipales y autonómicas de 2011. En apenas un mes, los federales han cambiado una tendencia interna preocupante y están tomado la iniciativa en no pocos asuntos públicos. Hoy mismo, el Consejo Territorial del PSOE se reúne en Madrid para fijar una nueva agenda social, revisando y modificando, en primer lugar, las políticas activas de empleo. Los socialistas se centrarán así en combatir el paro, el principal problema ciudadano según los últimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas y su losa electoral más importante.
Menos afortunados han estado los federales a la hora de atajar el debate abierto sobre el fin de ETA y el futuro de la izquierda abertzale. Las últimas declaraciones del presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, asegurando que la banda terrorista declarará una tregua definitiva en Navidades, no están en concordancia con los llamamientos de Rodríguez Zapatero y del propio Pérez Rubalcaba a poner fin a la escalada de declaraciones optimistas que alumbró en un mitin Blanco. Quizás ahí resida el problema: el vicesecretario general de los socialistas no era la persona más indicada para pedirle a Eguiguren que se callara.
En todas y cada una está Pérez Rubalcaba, que está asumiendo poco a poco el papel de un primer ministro. El viernes, por cierto, con Rodríguez Zapatero en Corea del Sur, presidirá su segundo Consejo de Ministros.
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