La yenka de las balas

Dietario de España

El embrollo de la compra de armamento a Israel con festividad y alevosía ocasiona al Gobierno otra semana horribilis y deja a Marlaska achicharrado

Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior.
Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior. / Juan Carlos Hidalgo / Efe

Un doble tirabuzón armamentístico le ha calentado en exceso la coalición a Pedro Sánchez y la coalición no está para muchos calentones. Dos anuncios: la puesta en marcha de programas de armamento para alcanzar el 2% de la inversión en Defensa y la decisión del Ministerio del Interior de reactivar un contrato con la empresa israelí Guardian Defense & Homeland Security S. A., líder mundial en "soluciones" de seguridad y defensa, para comprarle 15 millones de balas por valor de 6,6 millones de euros. En el segundo caso, pura yenka, pasito para adelante y pasito para atrás. Anuncio y contra anuncio. Como dice el refrán marinero: orden más contraorden, igual a desorden. Es un contrato que quedó suspendido el pasado octubre, en cumplimiento del acuerdo de los socios del Ejecutivo. "El Gobierno español mantiene el compromiso de no comprar ni vender armamento al Estado israelí desde que estalló el conflicto armado en el territorio de Gaza, aunque en este caso se trata de una adquisición de munición, el Ministerio de Interior ha iniciado el procedimiento administrativo para anular dicha compra", explicó el departamento que dirige Grande-Marlaska cuando detuvo el proceso.

Un informe de la Abogacía del Estado advirtiendo ahora de la indemnización que tendría que pagar España por renunciar al concurso dado lo avanzado del mismo es el argumento que utilizó Interior para reactivarlo. Tras la reacción y la presión de sus socios de Gobierno, Sumar e IU, el presidente del Gobierno bajó el pulgar y ordenó al ministro del Interior anular definitivamente la compra de balas a la empresa israelí. Se acumulan los desencuentros internos de los socios. La discrepancia no es necesariamente mala, pero tampoco especialmente buena. Si se añade la descoordinación entre los propios ministros del PSOE con Moncloa o la precipitación de Interior el resultado es más inestabilidad en un momento de extrema sensibilidad. El PSOE va a salvar el Gobierno de coalición pero el cántaro está yendo mucho a la fuente y el metisaca deja heridas serias, también en la parte socialista del Ejecutivo. Marlaska vuelve a colocarse, torpe, reincidente y desconectado del proyecto colegiado del Gobierno, en el epicentro de los líos (la gestión del asalto a la valla de Melilla que se saldó con 23 muertos en territorio marroquí o sus políticas de inmigración, especialmente) y esta vez el enfado del presidente debe ser mayúsculo. Ha sido el propio Sánchez quien ha empeñado su palabra y ha marcado con claridad la posición de España en el conflicto israelo-palestino y en especial respecto a la actuación de Israel en este envite salvaje y desatado que cuenta ya 51.000 muertos. Un ministro del Interior no puede desautorizar a su presidente.

Veremos si esta vez sale vivo de la polémica. Si Marlaska no hubiera intuido las consecuencias de su decisión habría sido de una ignorancia política tan aguda que ameritaría otro destino urgente más adecuado a las capacidades del ministro. Pero es obvio que Interior no ignoraba el significado político y las reacciones que se producirían tras la reactivación del contrato: su publicación se subió a la Plataforma de Contratación del Sector Público el Viernes Santo, con festividad y alevosía. Qué tendrá la Semana Santa, que hasta Suárez legalizó al PCE el 9 de abril de 1977, el Sábado Santo de una España en blanco y negro.

Dos malas noticias

La compra de balas pretendía venderse como una decisión derivada de una especie de accidente económico-administrativo, aunque si la indemnización es, como se cuenta, de sólo unos 200.000, el disparate de Marlaska es aún mayor. Y el programa de armamento sin presupuestos es la demostración de que la necesidad se puede convertir en virtud, aunque suponga la renuncia definitiva a llevar al Congreso de los Diputados el giro estratégico de España en materia de Seguridad y Defensa y por lo tanto, hurtar así un debate necesario. El dinero saldrá del Fondo de Liquidez Autonómica, de una reasignación de gastos de los Presupuestos de 2023 que se consideran ya innecesarios, de la reorientación de los fondos del Plan de Recuperación y Resiliencia de la UE y del fondo de contingencia. Incrementar del 1,4% al 2% el gasto militar por este procedimiento es el único camino que le queda al Ejecutivo, que tiene mucha presión externa y ningún apoyo interno, mucho menos de un PP que no colaborará en España en la aplicación de las decisiones que su propio grupo impulsa en Bruselas. Pero no será una solución duradera, no tendrá continuidad salvo que medien unos nuevos Presupuestos, cuya confección ya estaba cuesta arriba con Junts y ERC y que ahora sumarían el rechazo de los partidos de izquierda a incluir cualquier inversión de esta naturaleza.

Son dos malas noticias, que además evidencian la imposibilidad de pactar políticas de Defensa con los partidos integrados en la coalición, Sumar e IU, o con Podemos en el Parlamento. Más allá de la aplicación de medidas sociales y políticas de protección, los socios no comparten un mismo modelo de Estado ni tienen la misma predisposición a entender un rol renovado que se adapte a los escenarios y las coyunturas globales. Son dos malas noticias porque anuncian nuevas condiciones, blindajes y garantías al respecto ante un hipotético futuro pacto. Malas noticias porque un giro de estas características, que será bombardeado por todo el arco parlamentario sin excepción, difícilmente será sostenible en el tiempo desde la orfandad socialista, que por otra parte parece el único partido al que le importa y tiene conciencia de la importancia de cumplir sus compromisos internacionales, como están tratando de hacer el resto de países de la OTAN, y en romper la dependencia de EEUU respecto a su seguridad y defensa.

La izquierda a la izquierda

IU, una coalición que nació en 1986 al abrigo de las movilizaciones a favor de la salida de España de la OTAN y lo hizo integrando a casi todas las organizaciones y partidos de izquierda, fue más tajante. "Ese es un camino que no vamos a recorrer", dijo Antonio Maíllo, el coordinador general de IU, quien es, además, la gran esperanza blanca para el PSOE en tareas y empeños de coser a la izquierda de la izquierda, tan descosida. Se ignora hasta qué punto puede estar pactada una cuota de disenso, pero el PSOE no puede ignorar que IU asume muchos riesgos en ir contra sí misma. Sus bases están donde estaban: en la izquierda esencialista el pensamiento y la ideología no es móvil. Antes se fosiliza que evoluciona hacia las exigencias de un mundo cambiante. Con Israel en juego estamos hablando de los dirigentes de un país sobre los que pesa una orden internacional de arresto por parte del Tribunal Penal Internacional y del que constan las evidencias de lo que está haciendo con Palestina a diario. Argumentos de peso tiene la izquierda los que quiera y son irreprochablemente coherentes con su trayectoria.

Sumar fue duro en las formas y conservador en el fondo: reproche y exigencias de rectificación pero dando garantías de continuidad al pacto de Gobierno. Era menos descartable que la ministra de IU, Sira Rego, hubiera dimitido. Fue quien le puso el foco emocional al porqué del rechazo: "Comprar armamento testado en combate contra la población civil palestina choca frontalmente con la posición que ha venido manteniendo España a nivel Internacional, así como el sentir de la población".

Cuando se trata de Defensa, no se puede ignorar que tanto Sumar como IU tienen otro problema en su propia familia ideológica y se llama Podemos. El partido que lidera Ione Belarra, desde fuera del Ejecutivo, tiene las manos libres para pegar los apretones de tuercas que quieran, dejándolos en una situación de franca debilidad pública y política. Cosa que han hecho como si los otros dos partidos no hubieran sido tajantes en sus posiciones. Se están disputando el espacio de la autenticidad de la izquierda de la izquierda. Belarra llama ya a Pedro Sanchez "señor de la guerra", una amable denominación que remite a los líderes militares chinos del siglo XX, a los dictadores de países centroafricanos o incluso a los mercenarios de Wagner; e incluso acusa al Gobierno en pleno de financiar el terrorismo israelí.

En qué se gasta el dinero

Los programas de armamento que situarían a España en el objetivo del 2% de gasto en Defensa frente al 1,4% actual se van a articular a través del Ministerio de Industria y son en parte proyectos tecnológicos relacionados con los sistemas de mando y control, con las comunicaciones o los vehículos de combate de nueva generación. Tanto en lo concerniente al desarrollo tecnológico, como en la inversión en capacitación de la industria, en lo relacionado con las amenazas híbridas o los ciberataques, la mejora de los sueldos de los soldados o el reforzamiento de la ciberseguridad del CNI, el presidente del Gobierno pretende vender a la opinión pública y especialmente a sus socios que este programa no es exclusivamente un dinero destinado a balas de cañón, sino que es tecnología y empleo, que no deja de ser cierto. Pero en el paquete también se incluyen obuses autopropulsados, buques de asalto anfibios o cazas de sexta generación. Un programa de rearme no es un mundo de mariposas de colores. Creer lo contrario es tan infantil que asusta.

Para el Gobierno, navegar por esos meandros conceptuales y ensayar el contorsionismo para ordeñar partidas económicas es un ejercicio político obligado para salir del laberinto cuando aprietan los tuyos, los de fuera y los de enfrente. Pero está muy lejos de ser una solución ideal. Se va a enfrentar a la crítica de todos los partidos, al ruido mediático, la incomprensión social y posiblemente a la calle, que se calentará y con los partidos coaligados tras la pancarta. Así es difícil construir una nueva concepción de la responsabilidad de España adaptada al entorno global y a la realpolitik, siempre tan tozuda. Y con tropezones como los de esta semana es complicado trasladar a la opinión pública la idea de un Gobierno estable y engrasado para aguantar hasta 2027.

BREVERÍAS

Los inventos siempre acaban mal

El chiringuito electoral de Alvise Pérez, eso que llama Se Acabó La Fiesta (SALF), es justo el paradigma de este tiempo, cuando cuesta distinguir entre lo trágico y lo cómico. Tragicómico es que sólo con una cuenta de Telegram poblada de seguidores y avalado exclusivamente con la única trayectoria de agitador ultra a la contra de todo y sin mayores anclajes ideológicos o intelectuales –del liberalismo, a las posiciones conservadoras para devenir ultra– o cívicos que sus diatribas contra la corrupción y el sistema obtuviera tres escaños en el Parlamento Europeo. Es la grandeza de la democracia, se supone. Alvise, perseguido por la justicia en media docena de causas y delitos relacionados con la misma corrupción que él criticaba, ha añadido cuarto y mitad a su farsa. Insinúa que sus otros dos conmilitones se han podido vender a un de armamento a cambio de votar a favor del rearme europeo, mientras él votaba en contra. Quizás les han dejado una maleta con un millón de euros en la mesa de un restaurante, sugiere Alvise. Los dos desconocidos parlamentarios europeos, por nombre Nora Junco y Diego Solier, están integrados en el grupo europeo Conservadores y Reformistas que lidera la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Alvise no pudo entrar por estar investigado por la justicia. En un ataque de ira o cualquiera sabe por qué, el líder de SALF exhorta a sus seguidores a pedirles explicaciones a los otros dos parlamentarios. Yerra Alvise. Las explicaciones deberían pedírselas sus votantes a sí mismos. Cuando se vota con los intestinos ocurren estas cosas. ¿Qué explicaciones van a exigir los responsables de esta comedieta? Cada votante tiene lo que se merece con su voto aunque lo padezcamos todos.

Puente se equivoca

El ministro de Fomento, Óscar Puente, se equivoca al retirar las ayudas al transporte público a los menores de 14 años en Andalucía porque la Junta no mencionó que la financiación procedía del ministerio, igual que la Junta peca de un acto de deslealtad institucional absurda. Pero perjudicar a los ciudadanos no es el trabajo de un ministro. Era más fácil poner en marcha el plan y denunciarlo después. Hubiera tenido más difícil el presidente de la Junta explicarlo y le hubiera quitado el argumento de si Madrid no lo paga aquí está el Gobierno andaluz para pagar lo que haga falta, una salida de libro.

¿Sobrecualificación o sobretitulación?

España es el país de la UE con más personas trabajando en sectores por debajo de su cualificación. Los datos de UGT la sitúan en un 35%. El año pasado la Fundación Conocimiento y Desarrollo la colocaba en el 36%. Es un problema cronificado que según los expertos obedece a dos causas principales. Por un lado, el empleo que se genera es, mayoritariamente, en sectores como la hostelería, servicios en general, la industria o construcción, que requieren mano de obra con menos formación. El otro motivo tiene que ver con el hecho de que aunque se incrementa cada año el número de alumnos egresados de la Universidad una buena parte cursa carreras de humanidades, que ofrecen difíciles salidas laborales. Por eso algunos expertos se preguntan si estamos ante un caso en el de sobrecualificación o de sobretitulación. UGT considera que la clave está en un tejido productivo que no absorbe esas demandas, lo que se une a que muchos de los más cualificados se han marchado a trabajar a otros países. Debate interesante que se alimenta con otro dato: el 52% de los trabajadores extranjeros en España tienen una formación superior a la requerida aunque aceptan trabajar en lo que sea para conseguir quedarse en el país.

Yo y el Papa

En las dos últimas semanas hemos asistido en España a una epidemia de fetichismo funerario. ¿Quién no se ha hecho una foto con Vargas Llosa o con el Papa? Se entiende el significado íntimo que para muchos puede tener ese retrato con personalidades de ese tipo. Pero cuando se suben a las redes se convierte en puro exhibicionismo. Como en el chiste: el Papa es el señor que vestía de blanco al lado suya. ¿Y usted no se ha hecho una foto con Francisco I? Usted no es nadie.

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