Las Ferias de hace un siglo (III)
En la feria de 1913, Amalia Molina cantaba en el Teatro Eslava, mientras que, a pocos pasos, en el café cantante La Primera de Jerez, lo hacía el genial Manuel Torre. De noche se abarrotaban de público los paseos del real
Tan solo tres días duró la Feria de Abril de 1913 y los tres días estuvo dando conciertos, en la suntuosa caseta del Casino Jerezano, la banda de música del Regimiento de Infantería de Álava, de guarnición en Jerez. Mientras que por el real se veían muy animados todos los paseos y el mercado ganadero inundado de animales de todas clases, con la presencia de gitanos y tratantes. A los caballistas y carruajes de lujo se le añadían entonces los coches de caballos de alquiler, llegados desde todos los pueblos de la zona, para trabajar en la feria.
Fuera del recinto ferial, los teatros anunciaban la troupe Wernoff y la cantante Amalia Molina, en el Eslava, con bastante asistencia de público, especialmente para poder ver a esta gran artista. Mientras que en El Alcázar se proyectaban las primeras películas cómicas y la gente joven podía disfrutar de una cucaña con premios en metálico y asistir a la elevación de globos y fantoches, tocando por las tardes la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja jerezana.
En el flamante cine Salón Jerez, primera sala permanente que tuvo el cinematógrafo en nuestra ciudad, el domingo día 27 de abril, se proyectó una película rodada en la plaza de toros de Madrid, el pasado día 10, con Juan Posada y Juan Belmonte. Y en los escaparates de una céntrica tienda se exhibían grandes fotos de los seis toros de Bohórquez Hnos., que habrían de lidiarse en nuestra plaza el martes de feria, realizadas por el fotógrafo de “El Guadalete”, Paco Rojas.
En el café cantante “La Primera de Jerez”, debutaría la pareja coreográfica “Las Trebolinas” y el genial cantaor Manuel Torre. Este café tenía en la planta baja un magnifico restaurante y en los salones altos del edificio era donde se ofrecían los espectáculos de cante y baile. En esta ocasión eran muchos los buenos aficionados al flamenco que abandonaban temprano el real de la feria para poder escuchar al mejor cantaor gitano de todos los tiempos, que contaba entonces 35 años de edad y se encontraba en la plenitud de sus mejores facultades artísticas. Puede decirse que cada noche el público abarrotaba por completo los salones del café cantante, y los que se quedaban fuera, en la calle, por falta de localidades, escuchaban al maestro y lo aplaudían como si estuvieran viéndolo, ya que por los balcones abiertos de “La Primera”, llegaba el vozarrón de Manuel hasta los oídos de sus numerosos incondicionales, apostados en las aceras de la calle Doña Blanca.
El martes, 29 de abril y el domingo uno de mayo se celebraron los dos únicos festejos taurinos organizados para la feria de aquél año. El primero fue una corrida de seis toros de Bohórquez Hermanos, de Jerez, para los espadas Francisco Martín Vázquez y Joselito el Gallo, quien se anunciaba en los carteles como José Gómez (Gallito Chico) y el segundo una novillada, con reses de Juan J. González Nandín, de Sevilla, para los novilleros José Corzo (Corcito), Manolo Navarro y Pascual Bueno. El primer día, a las ocho de la mañana, se corrió un toro de prueba, que fue lidiado y muerto a estoque por Emilio García Lasaca; y el segundo, el toro del aguardiente lo lidiaría y mataría a estoque, el día siguiente, el novillero Manuel Benítez Balboa, de San Fernando.
La entrada para estos festejos matinales costaba veinticinco céntimos, con derecho a participar en el sorteo de premios que se realizaba por la empresa. El tendido de sombra de la corrida de toros, costaba un duro y la entrada para asistir a la novillada, tres pesetas. Como curiosidad, añadimos que la empresa de la plaza de toros tenía entonces su sede en la calle Caballeros, números 5 y 7, despachando en taquillas las entradas, a partir de la ocho de la mañana.
Por cierto que esos días, la fiesta de los toros estaba de luto en nuestra ciudad, porque precisamente, coincidiendo con feria, fallecería Teodora Lara Salguero, de 27 años de edad, hija del malogrado Manuel Lara (Jerezano), fallecido a su vez el 7 de octubre del año anterior, a consecuencia de un grave percance sufrido en la plaza mejicana de Veracruz.
Por cierto que a Joselito no lo recibieron muy bien los aficionados, asistentes a la corrida de toros, obsequiándolo con música de viento, al hacer el paseíllo, luciendo un terno de color heliotropo y oro, mientras que Martín Vázquez vestía de grosella y oro. Según los cronistas de la época, la corrida fue bastante pasable y solo hubo un toro de bandera, el sexto de la suelta, llamada “Ruidoso”, número 8, que fue aplaudido y al que Joselito hizo una gran faena.
La feria de 1913, algo desanimada por las mañanas, registró grandes afluencias de público a partir de la salida de los toros, celebrándose bailes en las casetas del Casino Nacional y el Jerezano; en la primera de las cuales se bailaron valses, lanceros y rigodones y, en la segunda, bailes más populares y pasodobles, sobre todos. En las demás casetas se escuchaban algunas que otras voces, cantando flamenco; brillando por su ausencia las sevillanas que todavía no se habían desplazado de Sevilla, para colonizar la feria de Jerez.
En la zona reservada al mercado ganadero, entraron numerosas cabezas de ganado caballar, mular, asnal, vacuno, cabrío, lanar y de cerda; registrándose numerosísimos tratos a pie de feria.
En el real pudieron verse a dos personajes tan importantes como el ministro de fomento, señor Villanueva y nuestro paisano, el capitán general de la región, don Fernando Primero de Rivera, marqués de Estella.
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