Las Ferias de hace un siglo (II)

En 1912 el alcalde Julio González Hontoria presidió las dos corridas de feria, con toros de Urcola y de Saltillo, para los diestros Ricardo Torres ‘Bombita’ y Vicente Pastor, en sendos mano a mano

Juan De La Plata

10 de mayo 2011 - 07:13

La feria de 1912 se celebró con algunos chubascos, lo que no impidió que el público acudiese masivamente a los paseos del real y a las dos corridas de toros, celebradas los dos primeros días de feria, el 28 y el 29 de abril, con ganado de Urcola, la primera tarde y de Saltillo, la segunda. Curiosamente, el cartel de los lidiadores sería el mismo, para ambos festejos: un mano a mano entre Ricardo Torres “Bombita” y el llamado “Niño de la Blusa”, Vicente Pastor., quienes llenaron los tendidos y cortaron alguna que otra oreja, aunque sin cubrir las expectativas de los aficionados que, en las dos tardes, salieron bastante descontentos de los festejos.

Como era costumbre, en ambos días de corrida, se lidiaron a las nueve de la mañana los consabidos toros de prueba, dirigiendo la lidia el novillero local Cocherito de Jerez, el que no pudo impedir que, en el festejo matinal del primer día, al que acudieron unos cuatro mil aficionados, el toro llegara a empitonar a uno de los jóvenes que se lanzaron al ruedo para dar algunos pases. Se llamaba éste José Fernández (a) El Gallego, quien resultó cogido horriblemente y tuvo que ser curado de urgencia en la misma enfermería de la plaza, asistido por el cuadro médico de la misma, integrado por los doctores Arránz, Puya y Alvarez Antón, auxiliados por el practicante señor González Asencio. El citado joven ingresaría en el Hospital de Santa Isabel, en grave estado, después de que en la misma plaza le fueran administrados los últimos sacramentos por el cura de San Pedro..

Se da la curiosa circunstancia de que la presidencia de las dos corridas de toros, la ostentó el propio alcalde, don Julio González Hontoria, asistido de dos ediles y el secretario del ayuntamiento, señor Ríos Flores.

La extraordinaria importancia agrícola que ya tenía nuestra feria, hizo que al mercado ganadero de las mañanas acudieran numerosos visitantes, todos los días; efectuándose cada jornada la entrada de unas trescientas cabezas de ganado y numerosas transacciones. El centro de la ciudad registró, cada mañana, bien temprano, una diana floreada, a cargo de la llamada Banda Jerezana.

Una de las tardes se celebró en el real del Parque González Hontoria la acostumbrada batallas de flores, en la que participaron unos trescientos vehículos, entregándose premios en metálico a los mejor exornados; quedando desierto el primero de mil pesetas y conquistando el segundo de quinientas pesetas el carruaje presentado por doña Carolina Pemartín, viuda de Sánchez Romate, cuyo vehículo figuraba una hermosísima pandereta.

La batalla de flores, serpentina y papelillos de colores se desarrollaría sin incidentes, entre los ocupantes de las carrozas y el público situado en las aceras y las tribunas, instaladas al efecto. Por la noche, en las casetas más importantes actuarían distintos cuadros flamencos, con participación de artistas locales.

Desde Sevilla, los trenes expreso y mixto llegaban atestados de visitantes, para conocer la feria en sus últimas jornadas; dándose la circunstancia de que cada noche del fin de semana no se podía dar ni un paso por los paseos del real, totalmente atestados de público.

Como el centro de la ciudad también lucía alumbrado extraordinario, muchos jerezanos y forasteros optaron cada noche por acudir al Teatro Eslava, para presenciar el debut de la transformista Petit Alexandri, conocer a la pareja de baile Hermanas Isaura y, sobre todo, admirar, una vez más, a la famosísima cupletista La Chelito. El cinematógrafo, como espectáculo de moda, completaba la programación teatral. Los días que no hubo corridas, que fueron el tercero y el cuarto de feria, el real registraría mayor afluencia de público.

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