Sitio a las gitanas canasteras
La crisis no resta imaginación a las diseñadoras en la elaboración de tendencias, aunque han tenido que ajustar precios para no perder ventas · A partir de 400 euros es posible encontrar vestidos de calidad
Vale. Estamos en crisis, pero la mayoría de las tiendas de trajes de flamenca están estos días que echan humo. Buena parte sus propietarias reconoce que ello ha sido a base de mantener e incluso bajar un poco los precios, pero las mujeres vestidas de gitana volverán a ‘tomar’ durante estos días el parque González Hontoria. Quizás repitan traje de otros años, quizás le han hecho algún arreglo o le han cambiado cualquier detalle para darle un aire distinto, quizás se han llevado meses ahorrando para darse el capricho, y tampoco faltará alguna ‘pudiente’, que incluso se permitirá lucir más de uno en diferentes días.
Si el traje de flamenca es el único vestido regional sometido a las modas, este año parece que los vientos soplan de forma casi unánime en la misma dirección: una vuelta a las esencias. La inspiración de los diseñadores este año ha sido la figura de la gitana canastera, una canastera que no dejará en absoluto de tener ‘glamour’ y que incluso aporta una mayor comodidad a la hora de lucirse. De todo ello hablan algunas de las diseñadoras más conocidas de la ciudad.
Macarena Beato, continuadora del sello de su recordada madre, Faly, en la tienda ‘De la Feria al Rocío’, explica que “se siguen llevando los vestidos canasteros, pero con volumen”. Pero, ¿qué es un vestido ‘canastero’? “Son unos trajes -explica- donde los volantes tienen las capas unidas unas con otras”. Ella concretamente ha optado por “poner varios volantes canasteros uno encima de otro para darle un mayor volumen al vestido”. También dice que “se lleva muchos volantes pequeñitos”.
Eso sí, en el caso de que haga calor, como parecen indicar las previsiones meteorológicas, habrá que hacerse a la idea de soportarlo mal que bien, porque la moda este año dicta que las mangas deben ser largas. “Yo al menos -asegura Macarena- para esta Feria no he vendido ningún vestido sin mangas”.
Pero lo que ‘abriga’ por una parte puede descargarse por otra ya que están de última los flecos pegados directamente en el escote, flecos largos, eso sí, lo que evita tener que llevar mantoncillo, una comodidad añadida.
En cuanto a los colores, nadie puede con los clásicos rojo y negro -este último generalmente combinado con otro-, “pero también están tomando fuerza -dice la diseñadora- el beige en sustitución del blanco”. En su establecimiento este año el color estrella es el azul pavo.
Siempre en busca de la comodidad, las telas más solicitadas, según esta diseñadora son la batista, el plumetti, la gasa, la organza de cristal y la gasa. “tejidos con mucha caída -dice- que ayuden a dar volumen pero que no pesen”. Estas telas, por lo general, serán lisas o con lunares pequeños, al menos en ‘De la Feria al Rocío’.
En cuanto a los complementos, se llevan “aros grandes o piñones antiguos y una flor grande arriba. Lo que ha caído es la peina y veremos más peinecillos. Tampoco collares ni pulseras”. A la hora de abordar el delicado asunto de los precios, dice que “yo los he mantenido prácticamente igual que el año pasado, entre setecientos y mil euros” y reconoce que “en cuanto a las ventas, no me puedo quejar”.
Isabel González, de la tienda ‘Flamenka’, coincide con Macarena Beato en que “se llevan los trajes canasteros y con menos vuelo. El talle ha subido y las mangas largas son las que están más de moda”. También destaca la tendencia de “muchos volantes muy pequeñitos y con más caída”, a lo que hay que sumar “una explosión de encajes”. En cuanto a los colores, apuesta por “los tierra, rosa, beige, camel, generalmente lisos”.
Sus precios oscilan de los cuatrocientos a los setecientos euros y reconoce que “hace dos años los teníamos a novecientos, pero al menos las ventas se han mantenido”.
La misma tendencia canastera ha llegado a la tienda ‘De Gitana’, donde María José Caballero destaca la moda de “un volante grande, muchos cortos y la manga larga, con tonos pasteles, maquillaje y empolvados, aparte de los clásicos como el negro y el rojo. Generalmente son telas lisas o con lunares y se ven menos las estampadas”. Como complemento, propone los mantoncillos de crochet.
Los precios de sus vestidos están entre los quinientos y los seiscientos euros, “un poquito más bajos que el año pasado y también lo hemos notado en las ventas, que no han estado al nivel de 2011”.
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