La crónica del sábado de Feria: La 'penúltima' entre globos de colores
Concluye la Feria del Caballo con calor y mucho público en el Hontoria
Los éxitos en 'Spotify' siguen ganándole la partida al estilo flamenco en las horas de tarde
Calor y ambiente en el último día de la Feria de Jerez
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Irene y Ángel ya están listos para ir a la Feria. Ella, de siete años, quiere volver a llevar al Hontoria un traje de flamenca turquesa con lunares blancos porque sabe de sobra que es el último día de la Feria. Él, de cuatro, va con su camisa de tonos azulados remangada y pantalón beige claro. Eso sí, se empecina en llevar algún detalle flamenco. No queda más remedio que recurrir a un pañuelo blanco de lunares azules para anudárselo al cuello como si fuera a una romería. Y en cierto modo, la Feria lo es, con sus ‘rituales’ y ‘peregrinaciones’.
Son las dos de la tarde y aprieta el calor. A esa hora, la Peña Los 20, situada en el Paseo de las Palmeras, se afana por abrir. Horas antes ha tenido un percance con su fachada. Las columnas que adornan su entrada se han caído, llevándose las lonas que servían de toldo en la terraza para refugiarse del calor. Nada grave que no tenga solución. A la hora del almuerzo, la caseta ya está como si nada hubiera pasado.
Es otra jornada calurosa en el recinto ferial. Caballistas y carruajes pasean mientras el grueso de personas que a esa hora acuden al parque ferial buscan sus respectivas casetas. En una de ellas, los dos pequeños aguantan estoicamente las algo más de dos horas de comida de sus padres junto a un grupo de compañeros de trabajo y, sin embargo, amigos.
A pesar de que aún es pronto para que empiece la hora canalla, ya se ve algún que otro grupo de despedidas de soltero y soltera. En una de ellas, el novio es bien reconocible: es el que lleva un traje de flamenca estilo Marisol. Las ideas que tienen los buenos amigos para divertirse días antes de la gran boda. Muchos grupos, tanto de Jerez como de otras localidades de la provincia y de fuera de ella aprovechan la fiesta jerezana por excelencia para pasar en ella la última ‘juerga’ de soltería. Por ahora, no es un fenómeno preocupante de cara a poner en peligro la idiosincrasia de la fiesta, pero habrá que estar atento a su evolución, ya que en otras ciudades se ha convertido en un verdadero problema de orden turístico.
Mientras apuran sus últimas croquetas y prueban algún que otro dulce, Irene y Ángel ya empiezan a advertir que ellos no han ido a la Feria para estar en una caseta. Es una máxima que conocen, y bien, todos los padres con hijos que aún no tienen edad para dejarles libres junto a sus amigos por el parque González Hontoria. El paso por la zona de cacharritos es más que obligatoria. Y no vale con cumplir el expediente de manera rápida. Hay padres que temen más una hora en los cacharritos que una ‘conviá’ con vino fino y gambas en cualquier caseta de la Feria.
Aunque el calor siga apretando y caminar por el albero sea casi de valientes, los dos pequeños caminan anunciando en todo lo que quieren montarse una vez lleguen a la bien llamada calle del infierno en otros lares feriantes. Hay levante y el polverío se nota, aunque se mengüe el problema con el paso continuado de los vehículos cisterna del servicio de limpieza para echar agua y asentar el albero, con la incomodidad irremediable de algún que otro charco y, por consiguiente, barro.
Por el camino, en las casetas se dan las últimas comidas y comienzan los primeros bailes. Sobre las cuatro y media de la tarde, la música de sevillanas, bulería y toques flamenco gana por mayoría. Pero en la principal avenida de la Feria hay casetas que ya han empezado a ‘pinchar’ a Marc Anthony o Sebastián Yatra, por citar algunos. La ordenanza municipal establece que, hasta las doce de la noche, no puede haber nada de música que no sea de estilo flamenco. En cambio, es media tarde y ya suenan una jornada más en el Hontoria los éxitos más buscados en ‘Spotify’, que no son las letras de Cantores de Híspalis o Ecos del Rocío, precisamente. Doctores tiene la Iglesia y técnicos el Ayuntamiento para controlar estas prácticas que continúan produciéndose pese a los anuncios continuos de sanciones y posibles cierres que hacen desde Fiestas.
Pero Irene y Ángel son ajenos a toda esa problemática, que ni conocen ni les importa. Ellos ya están en los cacharritos y comienza la ‘pesadilla’ para el bolsillo de sus padres. A cuatro euros el más barato. Por suerte, aún son pequeños porque hay atracciones cuyo precio es muy superior. Ahí comienza la otra romería feriante: de los rápidos del ‘Flumeride’ a las colchonetas del Super Mario, del tradicional ‘Scalextric' a los coches de choques, sin olvidar el gusano ‘Tokito’ y los rápidos de la Jungla Encantada. No faltan tampoco las tómbolas ni la pesca de patitos, todo un clásico. Resulta difícil convencerles para regresar a las entrañas del Hontoria, pero ya faltan manos para llevar tantos globos de colores que regalan en algunas atracciones como juguetes de a euro.
En el ferial, hace ya dos horas que los caballos y carruajes han dado su último paseo para que la gran marabunta invada las calles de la Feria. Las actuaciones de orquestas se suceden y, cada vez, es más difícil oír ese estilo flamenco que teóricamente sigue siendo a esa hora el obligatorio. La batalla del purismo o de la esencia, según guste, sigue más que perdida.
Es hora de buscar otra caseta para tomar la 'penúltima', porque nunca debe decirse la última antes de despedirse de la Feria hasta 2025. La noche es joven, pero no tanto para Irene y Ángel, que ya dan muestras de cansancio. La mayor quiere ver, además, Eurovisión, pero a buen seguro no llegará despierta a la actuación de los españoles de Nebulossa.
La Feria acabará de madrugada y el domingo tocará empezar a desmontar esta ciudad efímera, aunque este haya un epílogo con los cacharritos en el llamado este año ‘Día del nieto’, un día más de ‘infierno’ para las esquilmadas carteras a estas alturas de mes.
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