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Zambombas en Jerez este domingo día 22

Que viene la jaca Paca

Feria del Caballo 2022

El calor y el chef José Andrés se convierten en protagonistas de una jornada con mucho público

El paseo de caballos, menos vistoso que otros años

Imágenes del viernes de Feria

Dos jóvenes, sentadas en el albero viendo pasar un enganche. / Miguel Ángel González
F.P.

13 de mayo 2022 - 22:21

Este año sólo voy a venir un día” y “este es el último día que vengo”. Quizás sean las dos mentiras más grandes que se pueden decir en Feria. Simple y llanamente porque nadie las cumple.

Me contó el otro día un amigo que su padre se había pegado los últimos meses diciendo esta misma frase, pero hete aquí que “no hay quien lo saque de la Feria, no veas la que se está pegando”.

Es verdad que a cierta edad a uno le cuesta arrancar y después de una resaca de las buenas (o no tan buena porque reconozco que hoy por hoy uno no está para muchos trotes, y menos después de la pandemia), ponerte otra vez en marcha, no es fácil. Es entonces cuando suena el teléfono. ‘¿Qué no vas a venir? Si llevamos dos años sin Feria... Anda, te espero a las tres’.

Es verdad que eso de dos años sin Feria empieza a sonar a tópico, pero claro, uno no se puede negar. Lo cierto es que al final, acabas animándote y aceptando la propuesta, porque al fin y al cabo, son dos años sin Feria....

Además, un Viernes de Feria es un Viernes de Feria. Se acerca el final sí, e incluso para muchos es el último día. “Yo mañana no vengo ya”. Y claro, hay que aprovechar, aunque lo mismo mañana....

Se apetece algo fresquito porque el calor es insoportable. Yo diría que es el día más tórrido de toda la Feria. Pero como diría Ancelotti ‘estamos donde queremos estar’.

Un viernes es también sinónimo de paseo de caballos, de buenas jacas. Es o más bien era. Puede sonar a ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’, pero en este caso es así. Sólo la Unidad Especial de Caballería de la Policía Nacional engrandeció este viernes el Hontoria. La realidad es la que es, y el paseo de caballos de mi Feria deja mucho que desear. Ha descendido en número de jinetes y enganches. Recuerdo aquellos viernes y sábados en los que cruzar de un lado a otro del Real era complicado por la cantidad de personas que montaban. Y ahora...

Ni siquiera los enganches, antaño un emblema del paseo de caballos de la Feria, desfilan como antes. Me lo confirma Juan Manuel León, cochero que lleva más de 15 años participando en el Concurso de Enganches de Sementales. “Antes había más y mejores enganches, deberían apostar más por esto que es nuestro patrimonio y ayudarnos”.

Aquellos carruajes de seis a la larga o de potencia real ni aparecen, cuando no hace mucho solían hacerse notar justo el mismo día, como el de ayer, en el que se celebra el citado Concurso de Enganches en Sementales. Tampoco ayuda la presencia de tantos coches de alquiler, no por nada porque al fin y al cabo es el modo de vida de muchas personas, pero claro, si van a desfilar, lo mínimo es que cuiden el vestuario y sus caballos, no que algunos presentan, como aquella jaca Paca, un aspecto famélico o tienen una edad ya avanzada. Detalles estos, que quizás para muchos pasen desapercibidos, pero para otros hacen que la Feria del Caballo (en lo que al paseo se refiere) haya perdido calidad y elegancia.

Sólo algunos de cuarta a la calesera y a la media potencia, además de otros a la inglesa, se aprecian por el González Hontoria, eso sí, preciosos y cuidando al más mínimo detalle la guarnición y los arreos. Que no va a ser todo malo, hombre, y si te paras y te fijas un poquito en el paseo, encuentras jacas extraordinarias y a jinetes y amazonas con porte y hechuras que devuelven a Jerez a su sitio. -

De Jerez y su sitio sabe bien el chef José Andrés, que de tonto no tiene un pelo. El popular cocinero español disfrutó de un buen enganche y se lo pasó en grande por la Feria, escenario elegido para grabar uno de los capítulos de la serie que produce para el canal Discovery Channel y que se emitirá en Estados Unidos. Un privilegio y un escaparate para Jerez, que bien saben desde Jerez Film Office, que miman con mesura estas cositas.

El calor obliga al personal a resguardarse, a buscar la sombra en las casetas y a refrescarse con una buena copa de vino, de rebujito o un trago helado de Croft Twist, muy de moda en la Feria. Es a eso de las siete, cuando va cayendo el sol, cuando el personal empieza moverse. Coincide con el ‘abordaje’ de varios autobuses cargados de jóvenes que acceden al Real, por el Paseo de las Palmeras, con una sonrisa de oreja a oreja. Me temo que la noche va a ser larga.

Esto se anima y el ambiente se eleva. Es el momento de escuchar musiquita. Rumbas, sevillanas y por supuesto bulerías de la tierra, porque el soniquete, en Jerez, nunca falla. Bueno, si se puede porque la desigualdad sonora que existe en muchas casetas hace que algunos queden en inferioridad conforme a otras y claro así es difícil ambientarse. A ver si de una vez se arregla esto, señores, o todos o ninguna.

Con tanto jaleo y también con ese resquemor que aún da la pandemia, es mejor salir a tomar aire. Con decirte que una amiga mía, a la que le encanta abrir y cerrar la Feria cada año como si fuera la última, ha caído por Covid y así muchos otros. Es momento de mirar hacia fuera. Las copitas ya se notan.

¿Habrá que comer para seguir, no? Y ahora llega lo peor, elegir dónde vamos, más aún si te plantas en la Feria con un grupo nutrido de gente, en el que cada uno aporta una idea. Que sí aquí hay mucha gente, que si aquí no se come bien, que si aquí te pegan sablazos...

Al final acabas dando banzados de un lado para otro hasta encontrar el supuesto sitio idóneo. Por el camino, el personal lleva ya la corbata desabrochada, la camisa abierta y por fuera y el pelo con una mijita de albero. Hay de todo, cuesta trabajo hasta andar, porque ya se sabe, un Viernes de Feria es un Viernes de Feria. Hasta los guiris lo saben, los que van con cámara en mano buscando alguna captura imborrable y los que, con la idea de pasar desapercibidos, alquilan o no sé dónde buscan un traje de corto que ni en las películas de hace cincuenta años. Cosas de la Feria.

Buscando y buscando, por fin llego a la caseta. Una silla es como una buena ducha, y a seguir. El problema es que la moda esta del microfonito en algunas casetas para anunciar los platos, como si fuera una tómbola o un bingo, no veas...

Vamos a por la última. En la Buena Gente no se cabe, como todos los días. El Manteka ya ha agotado el catálogo de camisetas de la ‘Tienda de los artistas’, que si Niño Jero, que si Morao, que si El Torta, que si Manuel Moneo, Fernando de la Morena....Pero ahí sigue dando gloria a todo el que llega a su casa.

Ya es de noche, y la maravillosa iluminación de nuestra Feria luce como nunca. “Cada día está más bonita, ¿verdad?”, le comenta un compadre a otro, mientras pasean abrazados por el Real un poquito perjudicados.

La noche es joven, que diría aquel, pero ya no puedo más. Hay que aprovechar el último arreón, y que mejor colofón que unos camellitos. La luz, el gas, la leche, la fruta y los camellos, que también han subido este año. Dos euritos sí, pero es tradición. ¡Qué viva la Feria! Y que conste, este es el último día que vengo.

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