Baile bueno en cortas dosis

Muy natural, muy flamenco. Así se presentó en la tarde de ayer el bailaor Francisco Hidalgo en el ciclo ‘Baile con Ellos’, con un espectáculo sencillo de seguir y en el que la danza más flamenca toma el protagonismo absoluto. Con buenas maneras y con un ritmo más que destacable, se desarrolla ‘Ver, oír y bailar’ que cuenta con la colaboración especial de Anabel Moreno.

Uno de los grandes aciertos de Francisco es su equipo de cante ya que cuenta con dos voces de larga trayectoria que crean una atmósfera musical excepcional. Están atentos a cada movimiento del bailaor y ejecutan los cantes con soltura y transmisión. Tanto Jesús Corbacho como Juan de Mairena consiguen hacer de la obra un todo atractivo, en el que predomina la calidad de todo lo que del escenario sale.

Por poner un pero, echamos en falta más presencia luminosa que cause más impacto en determinados bailes para que la intensidad marque el instante. En el momento de las cantiñas, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que cuando el arte brilla y hace acto de presencia no deja indiferente a nadie. Por eso, aunque durante el transcurso de la gala no haya un aluvión de aplausos, al finalizar sí que suena una gran ovación.

No utiliza decorado. Lo único más llamativo son los claveles (al menos es la flor que nos parece en la distancia) que caen del cielo y que los cantaores, palmero y guitarrista se colocan en la solapa. También utilizan sombreros para rememorar estampas de un ayer no olvidado.

Una hora justa de duración bien aprovechada. Más de diez estilos distintos de cantes suenan en la tarde de Hidalgo. Son pequeñas dosis de buen baile bien hilvanados que nos mantienen en continua atención.

Lo primero que suenan son bulerías con el recuerdo a La Paquera de Jerez en ese alarido que popularizó la Reina de este estilo. Siguieron acordándose de La Perla y Manolo Caracol, entre otros, para que el protagonista fuera mostrando su gran equilibrio entre lo clásico y lo actual. Más de lo primero que de lo segundo, sí que es cierto.

A esas bulerías con las que se inicia le suma algunos romances que sirven para dar paso a la soleá. Sale justo después Anabel, de blanco y mantón de flecos, con su estampa elegante invitando a su vez a Francisco a compartir el momento dedicado a la vidalita, a la milonga y a los tangos. La oscuridad vuelve a tomar la escena y Corbacho se entona con el ‘Pregón del Camaronero’, para seguir por cantiñas acabadas en bulerías de Cádiz. Es entonces cuando ocurre lo mejor de la tarde.

Vuelve a salir Jesús para entonarse por fandangos del Carbonerillo, siguiendo tanto Francisco como Anabel por taranto. Antes de llegar al final y sin apenas habernos dado cuenta de que ha pasado una hora, Juan de Mairena resuelve la tarde por seguiriyas.

Para que todo fluyera como lo hizo tuvo que estar ahí la guitarra de Francisco Almarcha y las palmas de Roberto Jaén. Francisco acierta en la presentación en Jerez de ‘Ver, oír y bailar’ porque demuestra sus grandes aptitudes sin complicarse en exceso.