Mujeres flamencasSin ellas, el flamenco no sería lo que es

Grandes del Flamenco

En este desconocido trío de simpáticas mujeres flamencas de finales del siglo XIX quiere representar el autor a todas las mujeres que han sido o son alguien en el arte del cante, el baile y la guitarra. Archivo Cátedra de Flamencologia

Mujeres flamencasSin ellas, el flamenco no sería lo que es
Mujeres flamencasSin ellas, el flamenco no sería lo que es

08 de marzo 2009 - 01:00

HOY, domingo, es el Día Internacional de la Mujer y son muchas las mujeres que figuran por derecho propio en la historia del flamenco. Incluso podemos decir que hoy por hoy la mayoría de quienes practican el flamenco son mujeres. Por eso, en señal de homenaje, queremos dedicarle, a unas y a otras, a las de antes y a las de ahora, este artículo recordando sus nombres y su arte. Y empezamos por las ya desaparecidas, evocando a las cantaoras Merced la Serneta, a La Serrana, a La Bocanegra, a La Rubia de Málaga, a Conchita la Peñaranda, a Soleá la de Juanero, y a la Rubia de Cádiz, a La Juanaca, Antonia la Lora, La Loca Mateo, Dolores y Trinidad las Parralas, La Macaca, La Trini de Málaga, Paca Aguilera, La Agueda, La Chata de Madrid, Rita la Cantaora, etcétera, y a muchas más, cuyos nombres no cito por no hacer demasiado extensa esta larga relación; pero sin querer olvidar por nada del mundo a la gran Pastora Pavón, Niña de los Peines, a Tía Anica, y a nuestra querida Paquera, ya evocadas en esta misma página. Y entre las actuales, Carmen Linares, La Macanita y mi admirada María Vargas, sanluqueña de pro, a la que el próximo día 21 su pueblo le dedicará una calle.

Algunas de Jerez, otras de Sevilla, de Málaga o Cádiz y, casi todas, mujeres bellísimas, como Pepa de Oro, hija del célebre matador de toros Paco de Oro, que decían que cantaba por milongas que quitaba la cabeza. O La Bilbá, trianera de voz clara y fácil, al decir de Fernando el de Triana, que partía el alma, escuchándola cantar por soleares. El cante, parece ser, más preferido por las mujeres cantaoras de finales del XIX y principios del siglo XX. Por algo la soleá, tiene nombre de mujer. Tal vez, porque sea el cante más femenino de todos. "Soledad sabe una copla / que tiene su mismo nombre / Soledad", que diría Pemán. Y ahí estaba La Fernanda de Utrera, que era la soleá en persona.

¿Y qué decir de las grandes bailaoras de antaño? Aquellas mujeres que hicieron las delicias de los viejos aficionados, en las mismas épocas; las que puede decirse que casi inventaron el baile flamenco; ese que tanto ha evolucionado -unas veces, para bien, y otras para mal- hasta llegar a nuestros días; empezando por dos jerezanas de máxima categoría como fueron Juana la Macarrona y La Malena, y otras dos más de esta tierra, hermanas por más señas, llamadas Juana y Fernanda Antúnez, y continuando por Pepa la Buena Moza, Rosarito la Honrá, su sobrina La Melliza, La Pitraca, La Chorrúa, La Camisona, La Tanguera, Carmen Rota, y su paisana La Roteña, La Gabriela, madre de los Gallos, las jerezanas Mariquita Malvido y La Sordita, que no tenía nada de sorda, la graciosa Carbonera, Carmelita Borbolla, Antonia la Coquinera, La Cuenca, Rita Ortega, Rosarito Robles, Mariquita la Bonita, etcétera. Y pare usted de contar.

Pero tampoco podemos olvidar a otras bailaoras más o menos del mismo tiempo, que fueron las creadoras de la alta escuela del baile flamenco. Sus nombres: Antonia Mercé la Argentina, Pastora Imperio, La Argentinita, su hermana la gran Pilar, Carmen Amaya, Trini Borrull, Trini España, Manuela Vargas, etcétera. Y así llegaríamos hasta nuestros días. Pudiendo aún gozar de la maestría de grandes señoras del mejor baile, como son mis adoradas Matilde Coral, Merche Esmeralda y Angelita Gómez.

Sin olvidarnos de las maestras que enseñan, como Ana María López, Rafaela Carrasco, Ángeles Gabaldón, La Truco, Irene Carrasco, Inmaculada Aguilar, Alicia Márquez, Pilar Ogalla, y otras, todavía en activo, actúen o no este año, en nuestro Festival de Jerez, como Sara Baras, Eva la Yerbabuena, Isabel Bayón, Aída Gómez, Carmen Cortés, María José Franco, La Moneta, Macarena de Jerez, María Pagés, Celia Morales y Rocío Márquez, Rosario Toledo, Rocío Molina, Concha Vargas, Pastora Galván, Eva de Rubichi, Soraya Clavijo y la exquisita Mercedes Ruiz, entre otras muchísimas mujeres, bailaoras y cantaoras; incluyendo esas novísimas guitarristas, llamadas Laura González y Antonia Jiménez -no se si habrá alguna otra más, porque quisiera incluirlas a todas- y a la genial Reina Gitana, de Jerez, la única mujer pianista flamenca. Sin olvidarnos, nunca, nunca, de esas famosísimas mujeres de la peña flamenca Tío José de Paula, que son la flor y la nata de la gitanería jerezana.

A todas ellas y a otras numerosísimas que sé que existen, que no cito por no ocupar más espacio; que cantan o bailan muy bien; o enseñan a otras lo que ellas glorificaron con su arte; a todas, cuyos nombres no ignoro, porque están en la mente y en el recuerdo de nuestro arte, quiero rendir, hoy, día internacional de la mujer, mi más sincero homenaje de admiración y de respeto. Sin ellas, el flamenco no sería lo que es.

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