Perdido en su propio laberinto
La crítica
Marco Flores expone 'Laberíntica' en Villamarta
Entrar en un laberinto es entrar en un lugar de riesgo, es llegar a una situación en la que volver atrás resulta imposible, es atresar un proceso angustioso, tortuoso en el que no siempre todo es lo que parece. Marco Flores se introduce de lleno en él para mostrarnos el valor de las relaciones humanas. Es un laberinto manierista, donde no tiene cabida el color y en el que la luz se somete a la oscuridad durante toda la obra.
Esas sensaciones de abstracción, tristeza y de pesadumbre te absorben hasta el punto de caer en el aburrimiento, en un espectáculo repetitivo que parece no tener fin y que se hace interminable. Las dos únicas salidas que el espectador encuentra son muy distantes en el tiempo pero al menos le sirven para saborear el talento de un bailaor que cuando se pone a bailar es punto y aparte. Son dos momentos, pero lo suficientemente dulces como para salir de la monotonía aunque sólo esa por un instante.
Fue lo mejor de la noche, ese baile por tarantos, con el cante monumental de Mercedes Cortés, en el que Marco se para, levanta los brazos, y merodea con empaque entre las tres féminas que componen el atrás cantaor bajo los sones de una Antonia Jiménez, creativa a más no poder. Eso y el baile por bulerías, tras una introducción preciosa de jaleos extremeños, en el que su muñeca no para de girar al son de sus pies, todo de una manera uniforme, con sentido, y con un arte que no se puede aguantar. El público así lo supo entender, siendo ambos momentos los más aplaudidos de toda la noche.
En todo lo demás nos topamos constantemente con un horror vacui, con una escena saturada que termina por empachar. Está bien introducir coreografías colectivas, muchas de ellas, como la del Péndulo o la de la petenera (con Marco y José Maldonado), muy conseguidas y elaboradas, pero no abusar de ellas hasta la saciedad.
Es una imagen muy distinta a la de su último 'De flamencas', lleno de viveza, ritmo y actividad. Menos mal que las voces de Inma Rivero, perfecta en los aires mineros, Fabiola Pérez, magistral en las tonás y el último macho por seguiriyas acordándose de Tío Juanichi, y Mercedes Cortés, por tangos y levante, permiten a veces evadirte de esa ansiedad. Eso y la delicada manera de engarzar pasaje con pasaje en el aspecto musical, quizás otro de los detalles a destacar.
Baile
Laberíntica
Dirección artística, coreografía y producción: Marco Flores. Dirección estética y coreografía: Juan Carlos Lérida. Colaboración en la dirección artística: Olga Pericet. Coreografía del péndulo: Olga Pericet y Marco Flores. Coreografía especial en Romance de la infanta vengada: Olga Pericet y Daniel Doña. Dirección musical: Marco Flores. Música original: Antonia Jiménez, Jesús Nuñez, Paco Cruz, Pablo Suárez, Jesús Torres, Quique Terrón. Bailarines: Marco Flores, José Maldonado, Jonathan Miró, José Manuel Álvarez, Rubén Puertas. Percusión: Quique Terrón. Guitarras: Antonia Jiménez, Jesús Núñez. Cante: Mercedes Cortés, Inma Rivero y Fabiola Pérez. Vestuario: Yaiza Pinillos. Producción: Marco Flores. Fecha: 02 de marzo 2014. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.
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