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Sara Baras, del sueño al vuelo 'entre dos aguas'

Sara Baras, sobre las tablas del Teatro Villamarta en la inauguración del Festival de Jerez. / Miguel Ángel González
Valeria Reyes Soto

24 de febrero 2024 - 01:01

Jerez/En el mismo momento en el que Sara Baras bailaba en el Villamarta recordando a su gran amigo Paco de Lucía, a 6.000 kilómetros de distancia, en el Instituto Cervantes de Nueva York, Carmen Linares, Pepe Habichuela y Rafael Riqueni interpretaban un concierto flamenco en homenaje también al genio de Algeciras. Pocos artistas en el mundo tendrán el poder de admiración y convocatoria que ha dejado Paco de Lucía. La bailaora isleña ha aprovechado el 25 aniversario de su compañía para rendir tributo al guitarrista, en la efeméride del décimo aniversario de su muerte.

Decía el maestro de Algeciras que para él, “el éxito en la vida no es el reconocimiento del público o la fama, sino la aportación de ideas a la tradición del flamenco”. Sin duda, su trascendencia ha dejado una huella indeleble. Tanto es así, que ahora mismo a ambos lados del Atlántico se reivindica la memoria de Paco de Lucía con el flamenco como lenguaje universal que trasciende fronteras y tiempos.

Aquí en Jerez, en este corazón del flamenco, el festival ha contado para su inauguración con una apuesta segura como es la bailaora Sara Baras, que a su vez ha tomado al célebre guitarrista como punto de partida para la creación del espectáculo. Caballo ganador para abrir un festival que, entre la expiración del invierno y los albores de la primavera, trae a la ciudad una rica panorámica de la escena flamenca actual, con especial foco en el baile, el que ha sido su sello distintivo.

Vuela, estrenado en el Teatro Real de Madrid a principios de febrero, es un espectáculo que bebe de la amistad, la admiración y el cariño que se profesaban ambos artistas, y es que los dos son máximos exponentes de la internacionalización del flamenco. Internacionales y exigentes a partes iguales. Paco de Lucía creó en 1973 Entre dos aguas, una rumba que surgió de manera improvisada y que sería luego impulsada por Jesús Quintero al ver en ella todo su potencial. Tanto es así, que se ha convertido en la banda sonora de Andalucía. No hay documental, programa o puesta de sol en Cádiz que escape de llevar de fondo estos acordes. Y si el revolucionario guitarrista fue quien abrió las puertas del flamenco hacia el mundo, Sara Baras lleva 30 años siendo una gran embajadora del flamenco. Los teatros más importantes a nivel mundial se han rendido a sus pies.

Decía Paco de Lucía que el flamenco necesitaba de una comunicación muy rápida, que pronto debía oírse un ole entre el público para uno respirar tranquilo. Sara Baras ha conseguido esta noche ovaciones a los pocos minutos de aparecer en el escenario y hasta tres aplausos por bulerías, de esos que gustan tanto por Jerez, antes del final y definitivo.

El espectáculo Vuela está concebido como un viaje coreográfico articulado en 15 piezas y cuatro palabras: madera, mar, muerte y vuelo. Cuatro actos que han servido para que Sara Baras demuestre, una vez más, que su zapateado y sus giros infinitos siguen en plena forma. El músico y compositor gaditano Keko Baldomero ha sido el encargado de realizar la música y las adaptaciones, siempre conservando el mestizaje propio de Paco de Lucía, la convivencia de estilos que llevó por bandera. En el cante, el espectáculo ha estado arropado por Matías López ‘El Mati’ y May Fernández.

Vuela se abre con la parte dedicada a la madera, en alusión a las raíces. Un zapateado inicial y el uso de los bastones flamencos en la rondeña hacen que el espectáculo llame a tierra. Los paisajes que tanto conmovieron a Paco de Lucía desde La Bajadilla, su barrio natal, han estado presentes en Vuela a través de las piezas dedicadas al mar. Un cuadro con pájaros negros y un vestido con estampados de atunes realizados por el pintor jerezano Fernando Quirós conforman la escena, a la que luego se suman las batas turquesas del cuerpo de baile. El sonido del mar suena de fondo y la música en off aumenta esta sensación de distorsión marina. Los mantones esta vez se convierten en redes de pescadores. Todo ello para recordarnos, quizás, que Paco de Lucía creía que el que nacía junto al mar es más soñador y tiene un mayor sentido de la libertad. Diego Villegas y su armónica nos hacen nadar mar adentro, justo después de sonar La Barrosa, alegría escrita por Paco de Lucía en 1987 y dedicada a la playa de Chiclana.

Un incensario baja a escena y envuelve con este olor tan de Cuaresma el patio de butacas. La simbología del incienso sirve para adentrarnos en las piezas sobre la muerte, con una coreografía que a ratos parece mecida, y que termina con una saeta de May Fernández. Y por fin llega la parte del vuelo, y es aquí donde Sara Baras disfruta más. Recuerda que el maestro la acompaña y que eso la hace volar. En esta parte hay tangos y un fandango, para rematar con una bulería.

Es al final del espectáculo cuando Sara Baras recuerda por qué es una best seller del flamenco. Micrófono en mano reconoce el trabajo de su equipo (con mención especial a la jerezana Marta de Troya y al pintor Fernando Quirós). Presenta a la compañía como una estrella de la música presenta a su banda al final de un concierto, pero también sabe comunicarse con el público más allá de su baile, y agradece el apoyo al flamenco, de los que están hoy en el teatro y de cualquier persona amante de este arte. “Hace 25 años estrené en el Festival de Jerez Sueños y ahora regreso con Vuela”, explica la bailaora, que también rememora a artistas como Manuel Morao, Juan Moneo Lara ‘El Torta’ o Antonio El Pipa. En la bulería de fin de fiesta descubrimos una nueva y cómica faceta del instrumentalista Diego Villegas, que deja los vientos por el baile y se marca una pataíta de aire sanluqueño que deja un regusto divertido y tierno.

Sara Baras ha demostrado a lo largo de estos 25 años ser una trabajadora incansable, de disciplina y riguroso talento. La bailaora le tiene miedo a la apatía y a la falta de emoción, pero con este espectáculo ha dejado que sean la tierra, sus referentes y amigos la piedra angular de su baile. En un momento, Sara mira al cielo pareciendo invocar a Camarón y a Paco de Lucía, artistas que la nutren de ese aire y esos sueños que la hacen volar.

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