Tan cercanas, tan distantes
La crítica
La muestra jerezana se abre con una gala cargada de destellos en Villamarta
La XVII edición del Festival de Jerez alzó el telón con una gala inaugural que cumplió con las expectativas artísticas creadas pero que resultó excesivamente farragosa en cuanto a la duración, pues hoy en día no todo el mundo es capaz de soportar dos horas y media de espectáculo.
El recorrido planteado por Francisco López y el propio Festival, pues no hay que olvidar que la propuesta tiene el copyright de la muestra jerezana, cayó, por momentos, en la monotonía, y aunque lógicamente había que dar su sitio a cada uno de los grandes artistas que componían el elenco del programa, en más de una ocasión sobraron detalles, que aportaron poco y alargaron el desarrollo innecesariamente.
Aún así, hubo tiempo para regocijarse con cinco maneras de concebir el baile, el cante e incluso la guitarra, porque ninguno de los artistas que ayer se subieron a las tablas de Villamarta tienen puntos en común.
Quizás el mayor acierto del montaje estuvo al final, pues en plena parsimonia y con muchos mirando insistentemente el reloj tras el extenso número protagonizado por Mercedes Ruiz (en esta ocasión con un registro diferente al habitual) y Blanca del Rey, el público despertó del letargo con las bulerías de Santiago Lara (En-Balao).
Fue el preámbulo de unas cantiñas con todo el grupo donde el arte salpicó una y otra vez al patio de butacas de Villamarta. Con una escenografía que nos recordaba a aquella mítica película de Saura, Flamenco, con tonos ocres de fondo, la gente enloqueció con los desplantes de Laura Rozalén y su trianera manera de 'arremangarse', con el manejo del mantón de Olga Pericet, cuya fuerza emana de yo no sé dónde, o la escobilla que a dúo protagonizaron Mercedes Ruiz y Marcos Flores, sin duda de lo más original de la noche.
Pero si hubo un detalle en esta velada de estreno fue la sustancial diferenciación en la forma de manejar la bata de cola. Primero en la seguiriya de Mercedes, impecable y temperamental, luego en los abandolaos de Olga Pericet, que aparte de evidenciar la riqueza cultural andaluza, endulzó su baile con esa sutileza tan propia; y por supuesto con Blanca del Rey, al enfilar las alegrías de Córdoba con esa gracia de antaño. Tan cercanas y tan distintas pero dignas de un gran manual.
La veterana bailaora, que volvía de forma momentánea, obsequió también al público con una lección magistral de dominio del mantón, al interpretar su mítica 'soleá del mantón', un instante que nos retrotrajo a los tablaos de aquel Madrid de hace años.
Tampoco hay que olvidar el virtuosismo de Marco Flores, espectacular en el paso a dos con Olga Pericet homenajeando a las grandes parejas del flamenco, y exquisito en soleá previa a la petenera, que hacía tiempo que no sonaba en Villamarta.
Cierto es que el baile acaparó gran parte del protagonismo, pero no sería justo olvidarnos del aplastante atrás de la gala, cuyo éxtasis se produjo al ejecutar una tanda de fandangos. Londro encendió la mecha por naturales, Lavi avivó la llama con El Gloria y Miguel Ortega remató la faena con una exhibición de garganta y sabiduría cantaora al meterse por Huelva.
Posiblemente pudo ser más corta, más dinámica y un poco más continuista, pero a decir verdad, unir en un escenario a monstruos como los que ayer desfilaron por Villamarta vale la pena, por muchos peros que se le quieran poner.
Gala Inaugural. Las cinco estaciones
Baile: Blanca del Rey, Marco Flores, Olga Pericet, Laura Rozalén y Mercedes Ruiz. Cante: Londro, Miguel Lavi y Miguel Ortega. Guitarras:Paco Serrano, Santiago Lara y Antonia Jiménez. Violonchelo: Débora de la Fuente. Percusión: Rafael Gacía Fontaiña. Soprano: Inmaculada Salmoral. Libreto, iluminación y dirección de escena: Francisco López.
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