"La fusión está en uno mismo, no en los elementos que incorpora"
Cuarto de cabales santiago lara (Guitarrista)
"Si los guitarristas no nos tiramos a la piscina y no buscamos afinaciones nuevas, esto no evolucionará"
Más maduro, más sensato y con mayor responsabilidad si cabe, Santiago Lara retorna al Festival de Jerez para sacar el mayor jugo posible a su impecable guitarra. Su propuesta, a modo de trío, invita a explorar sonidos que van más allá de su estilo.
—Usted representa este año a la guitarra, porque apenas hay participación de los solistas. ¿Supone una mayor responsabilidad?
—Puede ser porque hay muchos aficionados a la guitarra. Espero que vaya mucha gente a verme y que le guste el concierto, pero bueno, tampoco me quiero meter presión. Es una pena que no haya más guitarras, pero con la crisis ya se sabe, en las programaciones la guitarra es lo primero que se va al traste.
—¿Siguen estando mal mirados los guitarristas entonces?
—Yo siempre digo que los guitarristas somos el patito feo, siempre se recorta por esa parte. Aparte, los guitarristas que queremos ser solistas tenemos ese problema, que cuando hay un hueco para ese solista lo ocupa una máxima figura, ya sea Paco de Lucía, Tomatito, Vicente Amigo...Entonces claro, nos cuesta mucho trabajo entrar en las programaciones.
—Desde que actuó en la Bienal hace unos meses no ha vuelto a tocar solo, ¿tiene ganas?
—Está claro porque es algo que vengo persiguiendo desde que empecé, lo que pasa es que ahora mismo es casi imposible dedicarse a la guitarra solista. Ganas siempre tengo, lo que pasa es que como distan mucho los conciertos te tienes que pegar una pechá de estudiar enorme. Pero bueno, como me gusta....
—Porque ¿cuántas horas le echa uno al día a la guitarra?
—Bastantes horas, sobre todo conforme se va acercando el espectáculo. Evidentemente, la guitarra siempre requiere estudio, pero si tocas solo mucho más, ya que cualquier fallo te deja al descubierto. Las siete u ocho horas al día no te las quita nadie, al menos los dos meses antes.
—¿Cuesta mucho cambiar el chip porque no es lo mismo tocar para baile en la Compañía de Mercedes Ruiz que hacerlo en solitario?
—Sí que cuesta, lo que pasa es que en mi caso tengo la suerte de que la música de la Compañía de Mercedes es mía y eso me ayuda a quitarme el gusanillo. Ahí tengo bastante peso, porque lo busco y porque además me gusta complicarme la vida para que cuando me salgan cosas solo esté preparado. Cuesta cambiar el chip y volver a sentirte el centro de las miradas.
—Es que ponerse solo delante del público....
—Impone, y más a un guitarrista. Yo en este concierto, no obstante, solo, solo no voy a estar mucho tiempo porque somos un trío pero siempre impone. Y eso que yo, desde que tenía catorce o quince años, me he puesto delante del público. Hubo un tiempo en el que me daba respeto y pánico subirme a un escenario, ahora estoy más tranquilo. Es la responsabilidad de cada artista y en mi caso me considero una persona honesta. Sé que el público ha pagado una entrada e intento hacerlo lo más perfecto posible. Eso es lo que te da la inseguridad a veces.
—El disco nuevo, ¿qué tal va?
—Pues está parado, como todo con la crisis (risas). Los temas están terminados, la guitarra está grabada, lo único que falta es terminar la producción, percusiones y todo eso. Pretendo hacerlo en el estudio que David Lagos ha montado en su casa, aunque no sé cuándo lo acabaré, no tengo mucha prisa porque ahora mismo la cosa está muy parada. Es bueno hacerlo para que la gente conozca tu nuevo trabajo y para buscar galas.
—¿Va a ser muy diferente a El Sendero de lo imposible?
—Creo que sí, al menos eso estoy persiguiendo en el sentido de buscar nuevos contenidos. Ahora está todo más rebuscado. Si antes me pegaba seis días en crear una falseta ahora me pego un mes. Eso sí, va a requerir que se escuche seis o siete veces para empezar a encontrarle sentido y digerirlo. A mí no me gusta hacer algo por hacerlo, y cuando una falseta no me dice nada, la desecho.
—Del último Santiago Lara que vimos en el Festival hace unos años al de ahora, ¿hay mucha diferencia?
—Sí que la hay, si no la hubiera sería una mala señal, porque significaría que no he evolucionado. Conforme uno madura se va quedando con menos cosas, intentando complicarse la vida lo menos posible, expresar con menos cosas. Quizás eso es lo que destacaría de mí, la madurez con respecto a afrontar las situaciones, es decir, saber cuándo hay que tocar más rápido, cuándo se debe tocar más lento, en fin, saber leer los momentos en el escenario.
—Esto parece que va por modas. Si antes se valoraba quién hacía la escala más limpia, ahora ¿se busca más la sensibilidad?
—Depende de cada uno. Yo soy fanático de la guitarra y antes que guitarrista soy aficionado a la guitarra. Ahora es verdad que hay una corriente que a mí personalmente no me gusta mucho, por lo menos en lo que respecta a la guitarra solista, porque se opta por quedarse con menos y ya está. Pero vamos, quedarse con menos no quiere decir que no seas un guitarrista completo, o sea, que aunque te quedes con menos muestres también una solvencia técnica importante, que la guitarra te suene limpia, que seas capaz de ejecutar un trémolo o un picado. Sin correr, porque no se trata de correr, pero ahora hay una corriente peligrosa de quedarse con tres notitas peladas, y con tres notitas peladas no se han hecho discos como Tauromagia. Hay que seguir luchando por la complejidad técnica al servicio del arte.
—Ha sido un tocaor firme en su línea, al menos en sus composiciones. ¿Tiene alguna explicación?
—No, precisamente ahora con Amalgama quiero explorar otros sonidos para mi música. El contenido es el mismo, porque lo mismo podría tocarlo con dos palmeros que como lo voy a hacer, con piano y batería. Es una forma de demostrar que mi música puede sonar de otra forma, pero sin forzarlo. Como voy a tocar con músicos, la música sonará distinta. El pianista Miguel Ángel López, por ejemplo, es un pianista de jazz, y por tanto la música sonará a jazz, que unido a la guitarra producirá algo distinto. Yo es que digo que la fusión no se trata de incorporar elementos forzosamente, al contrario, debe estar en uno mismo. Yo puedo estar fusionando una misma falseta de soleá y el público no se entera. Eso lo ha hecho toda la vida Paco de Lucía, que con una seguiriya está fusionando, y la gente se cree que fusionar es meter una flauta. La fusión está en uno mismo no en los elementos que incorpora.
—De todas formas, hay gente que dice que ahora se transportan mucho los tonos y que la soleá o la seguiriya pierden la esencia. ¿Qué opina de ello?
—No estoy muy de acuerdo. Ese es un comentario purista. Depende de cómo se haga porque es una cuestión de percepción. Como estamos acostumbrados siempre a escucharlo en una tonalidad, cuando cambia choca. A lo mejor cuando pasen diez años y nos acostumbremos a escuchar esa tonalidad eso será puro. Esto es evolución. Es que si fuese así no existiría la afinación de rondeña, por ejemplo, que la inventó Ramón Montoya. Si los guitarristas no intentamos tirarnos a la piscina y buscar afinaciones y nuevas tonalidades la guitarra siempre seguirá en el mismo sitio.
—Ha tocado en solitario, para bailar y quizás la que menos ha usado es la de acompañar, ¿por qué?
—Porque no ha surgido o cuando lo ha hecho ha sido porque tenía que producir un disco como ocurrió con El Londro, David Palomar, Jesús Méndez o mi hermano José Lara. El tema de tocar para cante es que a veces está monopolizado y hay una distinción entre los guitarristas que acompañan y los que no. Hay una barrera medio invisible un poco rara, y no sé, porque a mí la verdad es que me gusta mucho el cante. Es más, desde que estoy en la Compañía con Mercedes he aprendido mucho y eso me ha enriquecido.
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