Poderoso amor y gloria de María del Mar Moreno
La clausura del 29 Festival de Jerez lo ha protagonizado la bailaora María del Mar Moreno, rodeada de un elenco de primer nivel para encumbrar un espectáculo ambicioso y lleno de contrastes, desde el flamenco a la lírica
'Amor y Gloria' de la Compañía de María del Mar Moreno en el Festival de Jerez 2025
Estela Alonso, la unión sorprendente de dos mundos'Amor y Gloria' de la Compañía de María del Mar Moreno en el Festival de Jerez 2025

Para despedir el Festival de Jerez es ya casi una tradición contar con María del Mar Moreno, una de las máximas exponentes del baile flamenco en su tierra y fuera de ella. De todas las clausuras protagonizadas por la bailaora jerezana, este espectáculo ha sido el que mejor ha encajado con la idea de clausurar un festival a lo grande, y es que María del Mar Moreno no ha escatimado en rodearse de un elenco de altura y de llevar a cabo una propuesta repleta de números, que han ido desde el flamenco más tradicional a la lírica pasando por momentos de gran teatralidad. Si algo han tenido en común todas las partes de este todo, ha sido sin duda la energía subyacente de Amor y gloria, una energía que emanaba poder y valentía, con el protagonismo de artistas que se han puesto al frente del espectáculo inculcando fuerza y reivindicación, especialmente destacable por celebrarse esta clausura en el 8M, Día internacional de la mujer.
El espectáculo, construido a modo de gala flamenca por la cantidad de números que ha llevado a escena, se abría con una ronda de bulerías, siendo este principio lo más clásico visto en la noche. A partir de esta apertura comenzaban a sucederse números que inesperadamente han ido causando sorpresa y expectación, con mensajes de enorme calado y muy pertinentes en la sociedad actual. María del Mar Moreno volvía a aparecer sobre las tablas del Villamarta rodeada de mujeres con máscaras que, ocultas bajo el anonimato, increpaban a la artista poniéndole una zancadilla en su trayectoria. “¿Artista vas a ser?”, decían. Estas voces podrían ser tantas cosas, desde aquellas personas que no nos quieren bien y se empeñan en hacernos pequeñas a los miedos que cada una tiene en su cabeza. En la era del click bait y el trending topic, también podrían ser esas habladurías que se extienden como la pólvora por redes, el linchamiento digital y la cultura de la cancelación. Sea como fuere, María del Mar Moreno les planta cara y parece seguir su camino. A partir de este momento, cada artista invitada comienza su propia reivindicación.
Una gran Ana Salazar -qué bien recita, da gusto escucharla con ese aplomo y esa voz contundente pero aterciopelada- inicia un estupendo monólogo con una temática hasta ahora nunca tratada en los espectáculos del festival, en el que se posiciona como una mujer soltera que dialoga con la sociedad y el qué dirán mientras que baila con un maniquí enchaquetado con una máscara fantasmal. “La gente se casa y tiene casas”, dice Ana Salazar. Con transparencia y demostrando una gran vulnerabilidad, se abre en canal con el público compartiendo los miedos que la corroen, como ser una solterona o llegar a la vejez. Una vez más, parece que se libera de estos miedos y continúa su camino. “Quiero estar serena”, reivindicaba al final. En eso coincide con Patañjali y sus aforismos fundacionales del yoga.
Rosario Toledo -qué gran intérprete y cuánta gracia desprende- sale a escena colgada de una percha y haciendo alarde de una contradicción eterna. “¿Estoy bien o cansada de la vida?”, se pregunta la artista, que aparece presumiendo de bienestar y termina reconociendo que querría irse un ratito, aunque los escenarios la hagan crecer. Por suerte, se desprende también de la máscara y de su percha. Pastora Galván en su momento protagónico sale ataviada con bata de lunares y delantal (buen guiño, por cierto, a todas las mujeres que con sus delantales por bandera han salido adelante con más penurias que desahogos), para terminar quitándoselo de encima, y ya solo con una combinación rosa, iniciar un baile lleno de bravura, retirándose de la cara un maquillaje ficticio al puro estilo Demi Moore en La sustancia. Todas ellas se desnudan física y emocionalmente buscando quitarse ataduras, miedos y complejos, caminando firmes hacia su propia vida.
Otra gran aportación sorpresiva de la noche ha sido la voz lírica de la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera. Para los que pasamos nuestra infancia en los tempranos 90 ha sido maravilloso reconocer la música y el canto de L'amour est un oiseau rebelle (El amor es un pájaro rebelde), banda sonora de una escena icónica de la película Los aristogatos, y que por supuesto es la Habanera perteneciente a la ópera Carmen, de Bizet, de la que se cumplen ahora 150 años de su creación.
Este Amor y gloria nos deja un cancionero que da gusto escuchar, como ese “El día que nací yo qué planeta reinaría, por donde quiera que voy, ¿qué mala estrella me guía?”, canción de Imperio Argentina versionada recientemente y con gran maestría por Rodrigo Cuevas; o algunas letrillas presentes en el último disco del guitarrista Yerai Cortés. Amor y gloria ha contado con el cante veterano de Antonio Malena, las voces flamencas de Saira Malena y una enorme May Fernández. Las guitarras de Manuel Valencia y Javier Patino, el chello de Sofía Torres, la percusión de Manuel Muñoz y las palmas de Javier Peña y Juan Mateos han completado la propuesta. Una clausura llena de talento que deja buen sabor de boca y el impulso necesario para seguir pregonando por mucho más aquello de ole con ole y ole.
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