Lo que pudo ser y no fue
La crítica
El espectáculo de Anabel Moreno y Raquela Ortega tuvo lugar en la madrugada del sábado en Sala Compañía.
Si en una actuación de baile destacan más los cantaores y guitarristas que las propias bailaoras quiere decir que algo falla. Eso fue lo percibido en el espectáculo de Anabel Moreno y Raquela Ortega que tuvo lugar en la madrugada del sábado en Sala Compañía. La hora y cuarto de recital no tuvo momentos especiales. A pesar de no llegar a la mediocridad la noche estuvo carente de sincronización y perfeccionismo.
A medida que va pasando el Festival es imposible no caer en comparaciones. Y de lo que hasta el momento estamos viendo en esta muestra, lo de Anabel Moreno y Raquela Ortega no llega al nivel requerido. Quizás con un poco más de ensayo hubieran conseguido llegar a ese punto donde las palmas, el cante, el toque y el baile terminan al unísino.
No todo estuvo mal. Por taranta, las dos bailaoras comenzaron a derrochar elegancia y donaire, compatible con la falta de compenetración. Las dos esbeltas mujeres se pasearon durante un largo rato mostrando las cualidades que disponían, entre ellas la fuerza y el empaque de bailaora. A mitad de esa taranta una de ellas, Raquela Ortega, abandonó el escenario para dejar a su compañera que se luciera en solitario por tangos. Minutos después volvió a las tablas para acabar junto a su compañera del mismo modo como empezaron.
Para dar respiro a las bailaoras, los guitarristas se adelantaron para cubrir ese tiempo entre baile y baile. Tanto Felipe Maya como Pino Losada jugaron un papel importante en la actuación. El primero deleitó al público con una rondeña bien estructurada y de enorme musicalidad. Demostró el guitarrista una gran capacidad y velocidad en sus dedos. Fue uno de los momentos que más gustó. También Pino Losada intervino para unirse a Maya por bulerías. Los dos cosecharon una gran ovación que, en cierto modo, perjudicó al protagonismo de las bailaoras.
Tras ellos, sonó de fondo la zambra caracolera de 'La Salvaora' en la voz de David Vázquez. Fue en ese momento cuando salió a escena, esta vez en solitario, Anabel Moreno. Un momento en el que brillaron los ecos de David y de Juañares, que prosiguió el número con 'la Niña de Fuego'.
Ya había ganas de disfrutar de Juañares en Jerez. No hubo demasiado entendimiento entre bailaora y el resto del grupo, a veces descompasados. Esas zambras fueron el inicio de una soleá mejor rematada, al igual que el romance que Juañares le dedicó a Anabel sin que ésta sacara jugo.
Antes de que tocara el turno a la otra bailaora de la noche, ambos cantaores se situaron en el centro del tablao para cantar por tonás y martinetes. Sin más dilación, Raquela Ortega se plantó en el escenario con una bata de cola roja que hizo sacar el lado más artístico de la joven. Por alegrías y ahora sí, al son de los cantaores, llevó a cabo un número más planificado y trabajado de los que habíamos presenciado hasta el momento. Juañares terminó con el 'te estoy queriendo tanto que...' de Bambino demostrando la musicalidad de su voz y aportando algo de color al espectáculo.
Baile
Anabel Moreno y Raquela Ortega
Baile: Anabel Moreno y Raquela Ortega. Gante: Juañares y David Vázquez. Guitarra: Felipe Maya y Pino Losada. Día: 1 de marzo. Aforo: 3/4 de entrada. Lugar: Sala Compañía.
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