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El punto de fuga del baile

La crítica · Baile

El Villamarta aclama la interesante propuesta conceptual del artista gaditano.

El Villamarta aclama la interesante propuesta conceptual de Eduardo Guerrero. Vídeo: M.A. González
Fran Pereira · Video: Miguel Ángel González

11 de marzo 2017 - 07:05

Eduardo Guerrero ha sido siempre, al menos desde que apareció por primera vez en el Festival de la mano de Eva Yerbabuena, un bailaor peculiar. Su estilizada figura y su manera de concebir la danza lo han diferenciado notablemente del resto. Ayer, en su estreno en solitario en el Villamarta, no sólo se reivindicó como un artista en plena efervescencia sino que presentó credenciales para llegar a ser un icono del baile actual. Personalidad tiene, condiciones también y sólo le faltaba un espectáculo como 'Guerrero', donde expone su lenguaje y una estética bailaora que no está al alcance de cualquiera.

Su propuesta fue casi redonda, y digo casi porque el inicio se hizo eterno, con tres repetitivas saetas, aunque sonasen distintas en las voces de sus invitadas, que en algún instante llegaron a aburrir. Prescindiendo de eso, el gaditano exhibió su planteamiento de una manera bizarra, en la que desarrolla un trabajo coreográfico impresionante (con un concepto diferente) y donde por encima de todo baila y baila hasta la extenuación.

Eduardo persigue un esquema arriesgado, una propuesta dancística que por momentos se acerca al mítico decálogo de Vicente Escudero y que en otras ocasiones lo desprecia. Así, muchos de los preceptos que defendía el artista castellano se aprecian en 'Guerrero', desde el baile asentado y pastueño, la armonía de pies y cabeza, las caderas quietas o esos giros de muñecas de dentro a fuera con los dedos juntos.

En cambio, parece descartar otros, por ejemplo, al enfrentarse a la que llaman patética sobriedad masculina, que combate bailando por tangos, con falda y de forma claramente femenina, en un gesto más hacia la protagonista de su espectáculo, la mujer.

Su idioma tampoco entiende de clichés ni cánones clásicos como el de la indumentaria, pues lo mismo baila en camiseta de tirantas, que con el torso desnudo. No obstante, dentro de su anarquía dancística hay un estudio casi matemático del movimiento, gracias también a ese poderío físico que ostenta y que se sustenta en un manejo de los pies abrumador (la carretilla que ejecuta en la zambra, con más de una hora de espectáculo, es brutal).

Sin perder nunca su raíz, nos envuelve en un clima de misterio. Uno no sabe qué va a venir después. Es más, en ocasiones parece como un equilibrista que complica más y más su número sin tener miedo al fracaso. Quizás por ello, porque cree firmemente en lo que hace, el gaditano se vuelve renacentista, su baile es a veces una especie de David de Miguel Ángel, equilibrado y proporcionado. Con un trabajo corporal muy preciso, su sentido de la técnica es llevado hasta límites insospechados, tanto que a veces parece un milagro que con sus envergadura pueda llegar a moverse tan bien.

Musicalmente hablando, ha hilado un montaje de muchísima varidad (malagueña, rondeña, verdiales, seguiriya, polo, alegrías, serranas, tangos...) con el que demuestra también que para hacer las cosas bien sólo hacen falta unas buenas guitarras y tres buenas voces. Ni percusión, ni otros elementos musicales. Javier Ibáñez, tremendo en la nana que interpreta Sandra Zarzana (cuyo cante crece, y para mejor, cada día) y Juan José Alba han creado una banda sonora consistente, que se completa con dos elementos más, Anabel Rivera (portentosa en la zambra 'Soleá de mis pesares') y la flamenquísima Samara Montañez (valiente por seguiriyas y toda la noche). No debemos olvidar tampoco el buen trabajo de iluminación, muy cuidado.

Guerrero salió vencedor de este difícil combate con un Villamarta rendido a sus pies y aplaudiendo como no habíamos visto en todo el Festival.

Baile

'Guerrero'

Baile: Eduardo Guerrero. Guitarra: Javier Ibáñez y Juan José Alba. Artistas invitadas (cante): Anabel Rivera, Sandra Zarzana, Samara Montañez. Idea original y coreografía: Eduardo Guerrero. Dirección musical: Javier Ibáñez y Juan José Alba. Diseño de iluminación: Antonio Valiente. Diseño de vestuario: Taller Torres Cosano. Zapatos: Begoña Cervera. Diseño de producción: Clara Castro. Día: 10 de marzo. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.

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