Volver a Israel Galván, ‘que veinte años no es nada’
El bailaor sevillano regresa al Villamarta con la reposición de un clásico de su repertorio, La edad de oro, obra estrenada en el Festival en 2005 que ahora cuenta con la voz de María Marín y la guitarra de Rafael Rodríguez
Israel Galván Company 'La Edad de Oro. 20º Aniversario' en el Festival de Jerez

Hace 20 años que el bailaor sevillano presentó el estreno absoluto de La edad de oro en el Villamarta. Galván sorprendió con un espectáculo que en aquel momento llamó la atención a la crítica por devolver al baile un espectáculo de simpleza formal y con un gran protagonismo de la guitarra y el cante. El cante alante, como se suele decir. No se trataba de acompañar al bailaor, sino de otorgar un lugar destacado al elenco sin nada que esconder. En aquella primera función de 2005 estuvieron con Galván Fernando Terremoto y Alfredo Lagos, lo que daría como resultado un espectáculo muy distinto a todos los remakes que el propio Galván ha hecho de su obra, y para los que ha contado, entre otros, con David Lagos y Juan Requena.
Resulta difícil saber si La edad de oro vista hoy tiene algo que ver con aquella de 20 años atrás. Como dice la habanera de María Teresa Vara, “con qué tristeza miramos un amor que se nos va”, y es que para muchos volver a esta obra puede ser un motivo de nostalgia y para otros una oportunidad de volver a los clásicos. En La edad de oro de 2025 hay un nuevo cante, el de la utrerana María Marín, y una nueva guitarra, la del sevillano Rafael Rodríguez, y sobre todo, hay un Israel Galván que sigue siendo el mismo aunque todo haya cambiado en él. Las artes vivas por definición son irrepetibles, tampoco nunca nuestros ojos como espectadores permanecen impasibles ante la vida.
Con gran acierto el festival se atreve a reponer uno de los clásicos del repertorio de Galván, algo que ojalá pueda seguir dándose con otros artistas en años venideros, aunque ya sabemos que los festivales se programan siguiendo el canon de la novedad, algo que se exige a cualquier tipo de festival, sea flamenco, literatura o cine. Muchos estrenos, muchas novedades, y poco espacio para que los artistas puedan volver con una obra a un mismo festival, para que el público pueda volver a disfrutar o descubrir por primera vez. Sería interesante ver a partir de cuántos años prescribe esta ley para considerar un espectáculo apto para su reposición.
La edad de oro sigue ofreciendo la misma estructura, es decir, una escenografía formato peña con el punto vanguardista del que inevitablemente impregna todo Galván. La edad de oro son tres artistas sobre el escenario durante todo su recorrido, con la voz de Marín -a veces demasiado lejana- y la guitarra colorida de Rodríguez, que gana presencia y sabor a medida que avanzaba el espectáculo. En 2005 Galván ya se posicionaba como un renovador del baile flamenco, y es curioso que estas designaciones no hayan perdido ni un poquito de vigencia. Israel Galván es plenamente contemporáneo en su mejor acepción artística, es decir, cuando algo dialoga con su tiempo pero trasciende a épocas y estilos para volverse clásico. En este sentido, el baile de Galván sigue causando sorpresa al mismo tiempo que desprende un aplomo, una seguridad, un ritmo propio, que son ya inconfundibles.
La sola presencia del bailaor sevillano basta para llenar las tablas y aprovecha todas las posibilidades de su cuerpo para generar un pellizco de sorpresa, lo recorre en busca de sonidos y protagoniza un zapateo por contrabajo, con los graves de sus pies envolviendo la escena. Galván juguetea con su propio baile, parece reírse del Israel artista y susurra con aire cómico unas letras imposibles de descifrar, un ASMR flamenco para suavizar el dramatismo de la vida, aligerar la carga y provocar la risa, que buena falta nos hace.
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