La pintoresca cosmética oriental

Lejos de cepillos faciales o cremas exfoliantes normales, en Japón lo que triunfan son productos de lo más curiosos en versión 'low cost'.

Las lentillas se convierten en objetos de fantasía.
Las lentillas se convierten en objetos de fantasía.
María José Pérez

05 de agosto 2014 - 01:00

Es habitual oír que las famosas envuelven sus rostros en baños de oro, dejan sus melenas en caviar para darle brillo o hidratan su piel con cremas a base de veneno de serpiente o similares para huir de las arrugas. Tratamientos de belleza cuanto menos curiosos (y normalmente caros) para mantener el físico y la imagen que les da de comer. Pero las niponas llevan ya años de ventaja en lo que a cuidado facial se refiere y, además, en versión low cost.

Aunque a Occidente hayan llegado marcas de lujo como Shiseido, Shu Uemura o Kanebo, existe todo un universo de productos cosméticos que todavía no se ha asentado en Europa pero que causa auténtico furor en Japón ¿Los motivos? Tanto la utilidad como el precio irrisorio al que se venden estos artículos en cualquier droguería.

Quizá el más común y que sí es relativamente habitual encontrar son las sombras de ojos adhesivas, perfectas para aquellas poco mañosas con los pinceles: simplemente se coloca la pegatina sobre el párpado y, al retirarla, el maquillaje quedará sobre la piel. Pero si se habla de adhesivos para ojos, lo más curioso son las pegatinas de párpados, ideadas por las jóvenes japonesas para hacer parecer su ojo más grande. Se pegan en el centro del párpado móvil con el ojo cerrado para que, al abrirlo, se forme ese pequeño pliegue que tanto desean; algo que también pueden conseguir aplicando directamente pegamento facial y ayudándose de unas pequeñas pinzas que vienen en el kit de venta.

La 'occidentalización' de sus ojos, haciéndolos más redondos y grandes, es una de sus obsesiones, de ahí que también sean muy populares las lentillas para agrandar el iris e incluso los 'dibuja ojeras'. A pesar de que medio planeta busca cosméticos para borrar esas manchas oscuras bajo los ojos y disimular las bolsas, las niponas compran productos que simulan esas redondeces (eso sí, suaves e iluminadas) a ras de las pestañas, para hacer menos rasgada su mirada: es la tendencia Aegyo Sal y el producto, el tears tank.

La otra gran preocupación de las japonesas es mantener su piel joven, tanto con cremas y tratamientos como con ejercicios y, por supuesto, sin pasar por el quirófano. Por eso las máscaras y artilugios para ayudar a ejercitar los músculos de la cara son uno de los must have en cualquier tocador femenino. Consisten en mascarillas con enganches que cubren parcial o totalmente el rostro y que ayudan a que la piel absorba mejor los productos, evitando al mismo tiempo la flacidez. Además, gracias a sus formas y sistemas de presión, realizando determinados movimientos, hace que se reduzcan arrugas y líneas de expresión y se moldeen los contornos del rostro, de la boca o incluso de la nariz.

Gracias a las costumbres niponas la cosmética nunca había sido tan pintoresca, divertida y barata.

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