Cuál de los tres hijos se parece más a Gracia de Mónaco, el príncipe Alberto responde
Entrevista con el príncipe soberano
Hace 40 años fallecía por las secuelas de un accidente de tráfico la princesa Gracia, Grace Kelly, que dejó su fulgurante carrera en Hollywood por ser la esposa de Rainiero
Realeza y Hollywood, en la Feria de Abril Cuando Grace Kelly se vistió de flamenca en Sevilla
Casa soberana La 'maldición' que no ha abandonado a los Grimaldi
Hace 40 años el principado de Mónaco se vestía de luto y con él, la conmoción en medio planeta por la popularidad de la princesa Gracia, Grace Kelly, estrella decine que en 1956 dejó su labor en los platós para centrarse en su labor junto a su marido, el príncipe Rainiero. Gracia murió el 14 de septiembre de 1982, un día después de que el Rover P6 que conducía se despeñara en una sinuosa carretera de la Costa Azul francesa. Su hijo, el príncipe Alberto II, se confiesa en una entrevista exclusiva con Efe.
“Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero la pena sigue ahí, en el fondo del corazón”, cuenta el soberano de la dinastía Grimaldi. Alberto II recibe en el Bureau d’Apparat, uno de sus principales despachos del palais Princier, construcción medieval que corona este glamuroso micro Estado de unos 38.000 habitantes y apenas un rocoso palmo situado en el corazón de la Costa Azul.
Entre varios Cézanne, Monet, Warhol y Picasso que cuelgan de las paredes y una mesa atiborrada de periódicos de todo el mundo, el príncipe ha traído para la ocasión fotos de su madre procedentes de su colección privada. Esboza una franca sonrisa y saluda en español, como gesto de cortesía. Para romper el hielo, habla un poco de deporte, una de sus grandes aficiones, antes de sumergirse, con cierto pudor, en el doloroso recuerdo de una madre “protectora y confidente” que desapareció cuando él era aún un joven de 24 años.
Grace Kelly, musa de Alfred Hitchcock, icono de la elegancia y ganadora de un Óscar, abandonó una brillante carrera para casarse a los 27 con Rainiero III y convertirse en princesa de Mónaco. El cuento de hadas acabó en una carretera de la Turbie mientras iba acompañada de su hija menor Estefanía. La princesa tenía 52 años.
–¿Cómo recuerda usted este triste aniversario?
–No hace falta el aniversario para pensar en nuestra madre. No todos los días, pero sí muy frecuentemente pensamos en ella a lo largo del año. Hay momentos -sucede con mi padre también- en los que pienso que están aquí en algún lado, que los vamos a ver en un camino, una calle, en un pasillo del palacio. La presencia es todavía muy real entre nosotros. Es cierto que 40 años representa un aniversario importante, hace tiempo que mi madre murió. Mi padre más recientemente (2005). Pero creo que el recuerdo está presente, muy vivo también para mis dos hermanas (Carolina y Estefanía) y para todos los que la conocieron. Mi madre también vive a través de diferentes exposiciones que hemos organizado. La Fundación Princesa Grace también preserva ese legado con premios a artistas.
–Suponemos que la muerte provocó una herida perenne, ¿cómo está ahora esa herida?
–Dicen que el tiempo cura todas las heridas, yo pienso en ella, pensamos en ella con mucha frecuencia. Pero hace cuatro décadas que desapareció y su recuerdo está todavía muy presente y la pena sigue ahí, en el fondo del corazón. El paso del tiempo, las actividades del día a día, la vida misma tienen que seguir. Evocamos esa fecha con diferentes conmemoraciones para su recuerdo. Es algo muy importante, pero todavía más importante es lo que nos dejó no solo como herencia material y de comportamiento a sus hijos, sino, y espero hablar también en nombre de mis hermanas, lo que nos dejó de su papel de madre, de confidente y de consejera también.
–¿Qué tipos de consejos le dio?
–La paciencia, saber escuchar a los demás, ser generoso, considerar a los demás, una cierta sociabilidad. Y sobre todo, la solidaridad, la generosidad que demostró a través de ciertas acciones caritativas.
–Sorprende que su madre, habiendo sido una estrella de Hollywood, mostrase esa humanidad, sin ninguna egolatría.
–Ella tenía lo que llamamos la inteligencia del corazón, era algo que le salía naturalmente, una cualidad a veces olvidada, sabía cómo mostrarse a los demás y mostrar un poco de humanismo. Es eso lo que marcó a la gente, es lo que marcó a todos los que la conocieron.
–¿Qué gestos recuerda con más afecto de parte de su madre?
–Estaba siempre presente. Cuando éramos niños para curarnos si nos raspábamos la rodilla y más tarde siempre estaba disponible para escucharnos, si teníamos un problema, para aconsejarnos. Siempre fue muy atenta a todas nuestras etapas de la infancia y la adolescencia.
–De los tres hijos de su madre ¿cuál se parece más a ella ?
–Me pone en apuros con esa pregunta. Me han dicho que yo era el más parecido a su forma de ser, pero creo que en cada hijo hay una cualidad del padre y de la madre. No me corresponde a mí hacer conjeturas.
–¿Qué recuerdo tiene de aquel fatídico 13 de septiembre del accidente?
–La última vez que la vi fue cuando entró en mi cuarto antes de salir de nuestra propiedad de Mont Agel, de donde se fue con mi hermana. Fue media hora antes de la desgraciada noticia del accidente.
También te puede interesar
Lo último