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Timothée Chalamet: "Soy un humilde discípulo de la Iglesia de Bob Dylan"

Entrevista

l El intérprete neoyorquino es Bob Dylan en la película ‘Un completo desconocido’, que llegará a España en Navidad l Su interpretación también abarca el canto de su personaje 

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Francisco Andrés Gallardo

16 de noviembre 2024 - 10:03

Timothée Chalamet se convierte en Bob Dylan en la película Un completo desconocido, que se estrrena en nuestro país el 25 de diciembre. Desde el Manhattan Theatre Club, con Zane Lowe para Apple Music, el actor neoyorquino desgrana cómo ha sido ponerse en la piel del Nobel cantautor.

Pregunta. –¿Ha asumido que ha sido Bob Dylan durante un puñado de meses? 

Respuesta.–La experiencia que he tenido ha sido digna y enriquecedora. He bromeado sobre ello con los amigos. No sólo porque ha sido la mejor experiencia que he tenido como actor o la experiencia más gratificante, sino que es un más que digno productor final y es una de las experiencias más desafiantes que han salido tan bien. Cuando me propusieron este proyecto sobre 2018, y acababa de hacer Call Me by Your Name, yo sabía que Dylan era venerado y lo que suponía interpretarlo. Hice una película sobre Enrique V, El Rey. Pensé que era una ventaja para mí no haber crecido en Inglaterra. Y mi ventaja con Dylan era hacerlo tiempo después, para palpar cómo de profunda era su veneración. Estoy contento de haber tardado cinco o seis años, porque ahora estoy muy metido en esa Iglesia de Bob. Y así lo siento. Soy un humilde discípulo y siento que tengo esta oportunidad de ser una especie de puente hacia su música.

P.–¿Qué le ha marcado más?

R.–Estaba viendo el otro día una famosa entrevista con Ed Bradley, en 2004, y Bob ahí dice que su conexión con su sentido del destino era frágil. Me gusta que usara esa palabra, porque siempre sentí que mi conexión con Bob era frágil. Sentí que llegué a su música en un momento cultural cuando poca gente a mi alrededor llegaba a Dylan. Me sentí muy conectado a él. Tuve que aprender lo famoso que era en los años 60 y 70. En el rodaje tuve que protegerme ferozmente para ser honesto con el personaje.

P.–¿Siente parecido de su éxito juvenil con el del cantante?

R.–Puedo percibir cosas por las que él pasó. Bob quería ser una estrella del rock como Buddy Holly, Little Richard, Elvis Presley. Y cuando yo quería ser un gran actor de cine me fijaba en las estrellas de ese momento. Si me presentaba a una audición para El corredor del laberinto o Divergente, cosas de ese tipo que estaban de moda cuando yo empezaba, la respuesta era: “Oh, no tienes el cuerpo adecuado”. Tuve un agente que me llamó y me dijo: “Tienes que engordar”.Pero entonces encontré mi camino en esas películas muy personalizadas. Y para Bob Dylan eso le pasó con la música folk. Él no podía mantener una banda de rock porque todos sus fichajes eran contratados por otros que tenían más dinero, literalmente, en Minnesota. Así que yo lo viví encontrando películas como Call Me by Your Name, Beautiful Boy o Mujercitas. Películas de menor presupuesto, pero muy... no sé cómo decirlo, agradables. Ahí es donde encontré mi ritmo, mi confianza, mi flujo.

P.–¿Cómo es situarte en un escenario musical?

R.–Ha sido el reto más singular que he asumido. Pero lo que más confianza me ha dado ha sido hacer toda la música en directo. Quizá fue lo menos desafiante como actor, porque la música existe y las interpretaciones también.

P.–Y el reto de que Bob está vivo, hay comparaciones, él puede hablar de su trabajo...

R.–Uno de mis primeros mentores, cuando estaba asumiendo este papel, me dijo: “no te preocupes por ser Bob Dylan porque la gente puede ir a verle en otra parte”. No se trataba sólo de mí interpretando al cantautor, sino de Edward Norton como Pete Seeger, Mónica Barbaro interpretando a Joan Baez y Boyd Holbrook como Johnny Cash en ese omento de los 60 en el que la cultura americana era un caleidoscopio. Eso fue el principio: música personalizada, cosas con intención, con poesía, todo empezó ahí y se refleja en la película. Hicimos pregrabados de la música y es difícil conseguir ese sonido con guitarras que se caen a pedazos, como realmente fue. También descubrí que en mi voz tenía un barítono, todo sonaba limpio y había que darle un sentido verosímil.

P.–¿Cómo ha sido ser protagonista pero también productor?

R.–Es una gran pregunta: no puedes entrometerte como productor en el rodaje. Un director como James Mangold tiene que tener su visión singular. He tenido el privilegio de trabajar casi exclusivamente con autores. Ser actor es, en el fondo, ser humanista. Acabo de proponerle un proyecto a Alfonso Cuarón, pero si yo debo producir algo que él dirige no entraría en su trabajo.

P.–¿Cuántas canciones de Dylan se tuvo que aprender?

R.–Unas trece o así, pero en total, probablemente podría tocar 30. Todo lo preparé con Tim Monich, mi entrenador de interpretación. He trabajado con él durante años. 

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