De los Álvarez Quintero a Miciano
El Rebusco
Los populares comediógrafos en Jerez
Las etiquetas vinateras del artista jerezano
Jerez/En 2015 la Filmoteca de Andalucía concluía el proceso de digitalización de una serie de documentos cinematográficos rodados en Jerez a mediados de los años ‘ 20 del siglo pasado. Estas breves filmaciones, en formato 9`5 mm., fueron localizadas por el que esto suscribe.
Una de ellas mostraba a los hermanos Álvarez Quintero agasajados por la familia Domecq en los jardines de Puerta de Rota.
Imágenes que se utilizaran como recurso en el documental ‘Sembrando sueños’, una producción de Enciende Televisión con la que se pretende homenajear a los populares autores andaluces con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Joaquín Álvarez Quintero.
Contaban ellos, ya instalados en Madrid, que a las nueve de la mañana se reunían en el despacho, cambiaban impresiones rápidamente, consultaban sus notas y Serafín comenzaba a escribir.
A la una en punto terminaban la tarea y bajaban al comedor, allí, con el resto de la familia, como aperitivo para la comida unas cañas de manzanilla, de dorada claridad, costumbre que jamás abandonaron y que les recordaba, según decían, la tierra amada de Sevilla.
Tampoco olvidaban incluir en los diálogos de sus personajes de ficción las menciones a la manzanilla y al jerez, incluso a sus marcas más emblemáticas, como al Tío Pepe: ‘Siéntate y desahoga. Vamos a bebernos esta media botella de Tío Pepe mano a mano’ (Los papiros, zarzuela, 1921).
Del éxito al olvido
Los dos hermanos nacieron en Utrera, Serafín el 26 de marzo de 1871, y Joaquín el 20 de enero de 1873. Ambos fueron dramaturgos y poetas conocidos popularmente como los hermanos Álvarez Quintero.
De su pueblo natal pasarían a vivir a Sevilla, donde vivieron bastante tiempo como empleados de Hacienda, colaborando en diversas publicaciones, e iniciando su dedicación al teatro.
Su debú como autores tuvo lugar en 1888 con ‘Esgrima y amor’ en el Teatro Cervantes de Sevilla. Este éxito los lleva a viajar a Madrid, donde, a partir de 1889, estrenan varios sainetes líricos y juguetes cómicos con gran aceptación entre el público.
Al comienzo de la Guerra Civil serían apresados en El Escorial. Serafín moriría de muerte natural en 1938, y Joaquín fallecería en 1944. Los restos de ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.
La periodista María José Solano concluía de esta manera su artículo sobre los Quintero: ‘Tras haber mantenido su inmensa popularidad durante la Monarquía, la República, la Guerra Civil y el Franquismo, con el retorno de la democracia llegarían, sin embargo, el rechazo o el consciente olvido de los Hermanos Álvarez Quintero de la mano de una nueva corriente social que, confundiendo con torpeza tradición y andalucismo bienhumorado con el régimen anterior, desterró a los Álvarez Quintero de las escuelas, las bibliotecas y casi de la memoria, tachando su talento creativo con el etiquetado de rancio, de folklórico y de culpable de pregonar una Andalucía de charanga y pandereta’.
Jerez y los Quintero
La edición sevillana del Diario ABC, de fecha 24 de abril de 1971, publicaba un amplio artículo de dos páginas escrito por el periodista jerezano Rodrigo de Molina. Lo titulaba ‘Jerez y los Quintero’.
En ese año se celebraba el centenario del nacimiento de Serafín Álvarez Quintero, y con tal motivo recordaba las dos ocasiones en las que estos famosos comediógrafos andaluces vinieron a Jerez en olor de multitudes:1928 y 1934.
Molina basaba su información en las crónicas aparecidas en El Guadalete de aquellas fechas.
Comenzaba diciendo que ‘Jerez conserva de los ilustres comediógrafos gratos recuerdos. Varias fueron las ocasiones en que estuvieron en esta ciudad, pero hay dos especialmente en que su estancia entre nosotros tuvo caracteres de popular homenaje’.
El miércoles 16 de mayo de 1928, con motivo del estreno de su comedia ‘Los mosquitos’ en el recién inaugurado Teatro Villamarta, llegaron sobre el mediodía, acompañados por su íntimo amigo don Joaquín González, y el primer actor Rafael Bardem.
A las 13:30, los Quintero, procedentes de Sevilla, aparcaron su coche en la calle Larga, frente al hotel Los Cisnes, lugar de la recepción.
Allí los esperaban buenos amigos, tales como Diego Zuleta y Queipo de Llano, Luis Coloma Madero, Juan Freyre y García de Leániz, Manuel de Luque y Dastis, José Luis Barrete y González, además de los ‘chicos de la prensa’.
A continuación, se dirigieron a las bodegas Pedro Domecq, donde les aguardaban la plana mayor de la firma, con el marqués de Domecq y vizconde de Almocadén al frente.
Nada más entrar en sus colosales instalaciones Joaquín hubo de exclamar: ‘Aquí está encerrada la sangre de los pueblos’. Tras el recorrido por las distintas dependencias, el almuerzo, en el salón de degustación, servido por el popularísimo Pepe Caballero.
A los postres andaba en danza el Carlos I cuando en el álbum de honor de la casa los Quintero estamparon su firma y esta quintilla: ‘El gusto con que se llega, se trueca en melancolía al dejar esta bodega; noble casa solariega de salud y de alegría’.
La estancia finalizaría bien entrada la tarde, con un breve descanso en los jardines de Puerta de Rota.
La recepción continuaría en el Ateneo con un vino de honor. Serafín escribió esta dedicatoria: ‘Nunca se ve más honrada de la firma de unos escritores que en el álbum de un centro de cultura’. Joaquín terminó la dedicatoria: ‘Y si en el centro de cultura hay, además del amor a ella, juventud, simpatía y buen vino la firma se ve honrada con más gusto’.
Del Ateneo a la Biblioteca, donde su conservador, Francisco Ragel ‘Martín Ferrador’ mostró interesantísimos libros y las cuarenta y ocho piezas de la entonces colección arqueológica, actualmente museo con más de ochocientas.
Esa noche el teatro Villamarta estaba de gala.
En cartelera, un estreno, Los mosquitos por la compañía de comedias de Carmen Díaz, con asistencia de sus autores: ‘A las diez y cuarto en punto de la noche se alzó el telón, y el público, en pie, tributó una larga y calurosa ovación a los Quintero, que, desde el palco de la empresa, correspondían emocionados. La genial Carmen Díaz hizo de su personaje una verdadera creación, y con ella compartieron las mieles del triunfo Rafael Bardem y todo el elenco’.
Anotemos los precios de las entradas: plateas y palcos con seis entradas, sesenta pesetas; butaca, cinco; delantero, cuatro; anfiteatro, de la fila una a la cinco, dos cincuenta; de la seis a la diez, una cincuenta, y de la fila once a la veintitrés, noventa céntimos.
Al día siguiente asistieron al banquete que organizó el Marqués de Torresoto en sus bodegas, preparado por José Caballero, aunque antes habían estado en el Ayuntamiento, que presidía Ysasi Dávila. Se interesaron por el contenido del Archivo, cuyo responsable, Adolfo Rodríguez del Rivero, les mostró valiosos documentos allí guardados.
Entre los miembros de la comitiva se encontraba Teodoro Miciano, que les mostró algunos de sus grabados en madera que colgaban en uno de los salones municipales.
Los reporteros gráficos para la ocasión fueron: José Cepeda, Javier González, Alberto Castillo.
La visita del 25 de mayo de 1934 estuvo motivada por la invitación realizada por el presidente del Ateneo, Manuel Chacón Sánchez, para impartir una charla sobre el teatro contemporáneo y la lectura su nueva comedia en el Instituto Nacional de 2ª Enseñanza.
Aunque llegaron al mediodía a Jerez, almorzaron en Cádiz. A la vuelta, sobre las seis, lo esperaban en González Byass, donde firmaron una bota de la solera del fino gaditano, que aún se conserva, restaurada.
En el hotel Los Cisnes mantuvieron una reunión con amigos y periodistas, posando para los reporteros gráficos, entre ellos Fiallo, Butler y Castillo. El redactor de El Guadalete les preguntó sobre su participación en la película sonora ‘Agua en el suelo’, en cartelera en esos días en Jerez.
Volverían a Sevilla una vez finalizada la conferencia.
Las etiquetas de Teodoro Miciano
Sobre la trayectoria vital, académica y profesional de Teodoro Miciano Becerra (Jerez, 1903-Madrid, 1974) hay que remitir a una serie de trabajos básicos sobre su vida y obra.
Entre ellos el de Ángel Blázquez Sánchez, autor de la tesis doctoral Teodoro Miciano, artista grabador, presentada en la Universidad de Barcelona en 1990. Un ejemplar de la misma se encuentra depositada en los fondos de la Biblioteca Municipal de Jerez, aunque su consulta no es fácil.
Igualmente, el opúsculo de Enrique Lafuente Ferrari, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde ingresó el mismo Miciano.
En el ámbito local, la investigadora jerezana Ana Rubio Isabel publicó en 1995 La Ilustración gráfica en los comienzos del S-XX: Teodoro Miciano.
La última aportación ha sido la del profesor Domingo Martínez, con su artículo publicado en la revista de la Real Academia San Dionisio, Ceretanum.
Un aspecto poco estudiado de la faceta creativa del genial grabador es la de diseñador de etiquetas para bodegas jerezanas, aunque hay que decir que fue director comercial y artístico de La Nueva Litografía Jerezana, imprenta que realizaba variados encargos para la industria del vino en la zona.
Localizar sus etiquetas no es una labor fácil, ya que normalmente las firmaba con una M ó una T sobre una M, con un tamaño reducido, y situadas estratégicamente con el fin de dificultar su localización. Solo en una, en la de Acoso, de Marqués de Irún, aparece su apellido, Miciano.
Fabuloso (brandy), y la gama de vinos de Palomino&Vergara, con los tres catadores, para Palomino&Vergara.
Bohemio (amontillado fino), y Regidor (solera reservada 1880 de coñac viejísimo), de Eduardo Bohorques.
Las bodegas Juan Valencia le encargó otras dos, Yola (manzanilla), Tronío (Amontillado).
Y, finalmente, para las pocos conocidas Bodegas del Sur Manzanilla olorosa, y brandy 1865. Ambas teniendo de fondo un mapa de España.
También te puede interesar
CONTENIDO OFRECIDO POR SALÓN DEL MOTOR