No son ángeles, es la Unidad de Atención a la Familia y Mujer
25 de noviembre
Un total de 17 agentes de la Policía Nacional, en coordinación con la Local, protege a medio millar de mujeres en Jerez, víctimas de violencia de género de sus presuntos agresores
"Ni un paso atrás contra las violencias machistas"
En torno a medio millar de mujeres cuentan con el acompañamiento y la protección de la Policía Nacional, concretamente de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer(UFAM), especializada en la prevención y la investigación de las infracciones penales sobre violencia de género, doméstica y sexual. La inspectora María del Mar Marín, se encuentra al mando de esta unidad formada por un total de 17 personas. "Para trabajar en ella tienes que especializarte. Es delicado porque trabajamos con víctimas, personas muy vulnerables y es necesario saber tratar con ellas. No vale cualquier persona”, cuenta Marín.
Para la inspectora "es gratificante" cuando al final ves a un maltratador en la cárcel. "Siempre animo a denunciar, aunque el proceso es duro. Si hay personas que se traumatizan por el tirón de un bolso, imagínate cómo se encuentra una víctima de violencia de género y con hijos".
Dentro de la unidad de familia, se dividen en dos. Un parte de ellos se dedica a la protección de la víctima que se puede poner en contacto con ellos ante cualquier problema, así como al seguimiento que le realiza la propia policía en función del nivel de valoración de riesgo que puede ser no apreciado, bajo, medio, alto o extremo. Cuanto más alto sea, el contacto con la policía es más frecuente. “No es lo mismo comunicarte con la víctima cada semana que cada tres meses", subraya la inspectora. También acompañan a las víctimas de las casas de acogida a los correspondientes lugares a los cuales deban desplazarse.
Por otro lado, también se encuentran los policías de investigación. Durante su horario laboral (de 08:00 a 22:00 horas), recepcionan todas las denuncias de violencia de género. Trabajan en el juzgado con todo lo que les pidan, tramitan el atestado completo de una denuncia.
Un caso de violencia de género puede llegar a la Policía desde diferentes vías: por una denuncia de la propia afectada, de su entorno directo, de sus vecinos... "En la mayoría de las ocasiones los casos se destapan porque explotan y ha de acudir un coche patrulla a un lugar público, tras una llamada de testigos o de la propia víctima", detalla Adrián D. Bezares, portavoz de la Policía Nacional en Jerez.
En una sala reciben a la víctima de forma reservada. Los y las agentes visten de paisano para hacer menos violenta la situación. Dan a conocer todas las posibilidades a la afectada para que no tenga miedo. "Le tomamos la denuncia, realizamos la valoración, le informamos del plan personalizado (que es igual en toda España), es decir, de todas las medidas que puede adoptar para protegerse a sí misma, una serie de pautas como cambiar de teléfono móvil". Le informamos de sus derechos y una vez tomada la denuncia lo pasamos al policía protector quien realiza un primer contacto con ella.
En el caso de que la valoración del riesgo sea extremo, que la afectada corra un riesgo inminente, siempre se le ofrece casa de acogida a la víctima. Otras veces se proporciona como alternativa hasta que el asunto se resuelva y la víctima puede aceptarla o no. "La casa de acogida proporciona ayuda psicológica, y está mucho más protegida, y tenemos contacto directo con la casa de acogida constantemente". Si hace uso de este recurso, la víctima podrá “seguir con su rutina”, pero siempre saldrá de allí acompañada por un agente. Marín reconoce que “una mujer en riesgo extremo tiene que limitar su vida hasta que el autor sea detenido, pero podrá llevar a los hijos al colegio, hacer gestiones…, todo acompañada". En caso de declinar este recurso, un coche de la policía estará en su casa 24 horas al día vigilándola hasta que se detenga al agresor. Una vez detenido ya no es necesario porque está detenido.
Actualmente, en Jerez hay unas 500 víctimas en el programa VioGen. La Nacional trabaja también en coordinación con la Policía Local. Ésta se encarga de los casos de riesgo bajo o no apreciado. “Hay un trabajo impresionante”. Marín señala la saturación de los juzgados por falta de personal. "Eso es una realidad. De ahí la necesidad de celebrar un juicio rápido para adoptar una serie de medidas preventivas hasta que se celebre el juicio definitivo". En éste establece una orden de alejamiento o de protección, de ser necesario. La segunda incluye también a los hijos. No obstante, pese a la celeridad inicial del proceso, muchas víctimas se cansan antes de llegar al juicio definitivo.
"No podemos evitar la victimización secundaria, esto es, que una víctima pase por lo mismo y repita lo mismo muchas veces. Acaban machacadas psicológicamente. Cuando una persona vive maltratada psicológicamente durante muchos años, ya no físicamente, está hundida. Dar el paso, te proporciona una orden de alejamiento, pero a pesar de ello, esa persona tiene miedo hasta que se celebra el juicio definitivo", confirma la responsable de la UFAM.
Presunción de inocencia
Desde la policía rompen el mito de la falta de presunción de inocencia en las acusaciones de violencia de género. La Ley y la jurisprudencia que dictamina el Tribunal Supremo estipulan las actitudes o casos de violencia de género y lo que no lo es. Los policías han de estar actualizados en cuanto a jurisprudencia.
“Para detener a un presunto agresor debe haber indicios suficientes de delito. Una detención es un privación provisional de la libertad, no es moco de pavo. También se puede detener a una mujer si agrede a un hombre, pero en ese caso sería violencia doméstica, no de género. La presunción de inocencia es primordial, faltaría más, como en todo. Nos tenemos que atener a las leyes y a la jurisprudencia. En esta tipología penal se detiene con mucha asiduidad, aunque con ciertos datos. La protección de la mujer siempre es prioritaria, pero si no hay ningún indicio de delito no se procede a la detención, como en cualquier tipo de delito", aclara Bezares.
Y puntualiza: "Evidentemente, una discusión acalorada entre una pareja en la vía pública no constituye un delito. Las coacciones o el maltrato psicológico sí, por eso hay que valorar cada caso en concreto. Si es una agresión física se encuadra directamente en violencia de género".
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